
Las dos entidades responsables de la política monetaria de más peso en el mundo comparten optimismo sobre el crecimiento económico. Los grandes señores del dinero, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), y Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal estadounidense (FED), se han reunido esta semana, y en ambos casos han mejorado sus estimaciones macroeconómicas para 2017, 2018, 2019 y 2020 -en este último año la estimación del BCE es la primera que se publica-. Draghi: "La zona euro no sufrirá efectos negativos por las subidas de tipos de la Fed"
Si bien el optimismo de Yellen quedó patente el miércoles, con un incremento especialmente destacable para 2018, de 4 décimas respecto a la estimación de septiembre, Draghi no se ha quedado corto, y ha mejorado las previsiones de crecimiento para la eurozona en 5 décimas para ese año, pasando del 1,8% al 2,3% que se espera ahora. También, la mejora en las estimaciones de PIB para 2017 y 2019 ha sido mayor, en ambos casos, en la eurozona que en Estados Unidos.
Las razones que invitan al optimismo del economista italiano, son en sus propias palabras "el apoyo de la demanda doméstica por parte de la política monetaria, la mejora del consumo privado, apoyada por las mejoras en el empleo, que se han beneficiado de las reformas laborales imlpementadas en el pasado, y por el aumento de la riqueza". Además, en su discurso inicial, el presidente de la entidad añadió como causas del buen momento económico que "la inversión empresarial continúa fortaleciéndose, apoyada por unas condiciones financieras muy favorables, un aumento en la rentabilidad de las empresas, y una demanda cada vez más fuerte. Además, la inversión en inmobiliario también ha crecido durante los últimos trimestres, y las exportaciones de la eurozona se están viendo apoyadas por la recuperación económica global".
1,7% de inflación, ¿suficiente?
Es cierto que la reunión del BCE no trajo grandes novedades respecto al rumbo de la política monetaria, ya que el economista romano no cambió su discurso, ni dio nuevas pistas sobre cambios que puedan acometerse en las medidas de la entidad que preside, pero sí dejó un tinte optimista sobre el crecimiento... y también sobre la inflación: el BCE ha publicado, por primera vez, sus previsiones macroeconómicas para el año 2020, y hay un dato destacable: estiman que la inflación se mueva ese año en el entorno del 1,7%, y hay quien ya se pregunta si este nivel será suficiente para dar por buena la estabilidad de precios -el mandato de la entidad-, y dar luz verde para la primera subida de tipos de interés en la eurozona desde el año 2011.
En la rueda de prensa posterior al discurso de Draghi, hasta en tres ocasiones fue preguntado sobre si este crecimiento del 1,7 % podría ser suficiente para cantar victoria, y por fin poder aumentar el precio del dinero. El presidente de la entidad, sin embargo, lanzó balones fuera, como suele ser habitual cuando se le pregunta tan directamente por una cuestión así de importante, y a tan largo plazo: "En resumen, la revisión macroeconómica va en la buena dirección. El debate que hemos tenido hoy refleja un aumento de la confianza que tenemos en que la inflación vuelva a un ritmo de crecimiento autosostenible en el medio plazo. En general, las noticias son muy positivas. Hoy no hemos discutido sobre su impacto en el programa de compras", contestó Draghi. Para él, la clave ahora es que se trate de un crecimiento que no dependa de la intervención del BCE, añadiendo posteriormente que "la cuestión no es cómo esté de cerca este nivel de nuestro objetivo, si no cómo de fuerte es el ritmo de crecimiento hacia un nivel autosostenible. El desarrollo que estamos viendo en la economía mejora nuestra confianza".
La distancia con EEUU
El avance estimado para la economía estadounidense es mayor que el de la eurozona pero, como ya se ha explicado, el ritmo al que se mejoran las estimaciones es más rápido en esta última región. Sin embargo, con un avance del PIB estimado para el Viejo Continente en el 2,4% para 2017 y el 2,3% para 2018, ayer se preguntó a Draghi si no es esto ya suficiente para terminar con el QE, y si la diferencia de tipos entre Estados Unidos (1,25-1,5%) y Europa (0%) no puede terminar afectando negativamente a la economía de esta última: "Las diferencias entre las decisiones de política monetaria, de tipos de interés, en este caso, reflejan las distintas posiciones que hay entre las dos regiones, en el camino de la recuperación económica.
En EEUU la recuperación es ahora menor, pero la etapa en la que ellos están es más avanzada que la nuestra. Especialmente cuando nos fijamos en el comportamiento de los salarios. La política monetaria refleja la diferencia que hay entre la etapa en la que está cada región. Nosotros no vemos efectos negativos por esa diferencia de tipos de interés a la que usted se refiere", aclaró.
Sin munición
En dos ocasiones se preguntó al presidente si valora la posibilidad de que lleguen problemas a la economía, como una recesión, y el BCE no tenga más munición que disparar, pero él explicó que se trata de un evento "muy poco probable, y aunque el debate es importante y es una buena pregunta, como hemos dicho muchas veces, las reformas estructurales son necesarias, y hacia ahí es donde deberíamos estar enfocando los esfuerzos".