
En casa Google, coexisten tres clases de acciones, aunque sólo dos de ellas están disponibles para ser adquiridas por los inversores. Las clase A common stock dan derecho a un voto por acción mientras que las clase C capital stock carecen de ese derecho. Después están las clase B, pero, como explican desde Morningstar, es difícil verlas en el mercado porque son propiedad del triunvirato que gobierna en Alphabet: Eric Schmidt, Sergey Brin y Larry Page. Estos títulos son un intento de asegurar que los fundadores de la compañía retienen la mayor parte del poder de voto, y en 2016 acumulaban el 92% de estas acciones, según informa la plataforma de inversión.
El derecho a voto, también conocido como derecho político, es la principal diferencia que existe entre las distintas clases de acciones. Aunque es habitual creer que las A acarrean más derechos de voto que las B, no siempre es así.
En la bolsa española existen dos compañías que cotizan con dos clases de acciones: Grifols y Abengoa. Los títulos A de la farmacéutica conceden derechos políticos, pero los de clase B no. Sin embargo, los propietarios de acciones de clase B tienen derecho a recibir un dividendo preferente de 1 céntimo de euro. Desde el inicio del año, las acciones clase A, que cotizan en el Ibex, ganan en torno a un 27% mientras las acciones clase B, que cotizan en el mercado continuo, avanzan casi un 19%.
El caso de Abengoa es algo diferente. Por un lado, las acciones clase A otorgan cien votos por título y las clase B, 1 voto por acción. "Hay más cantidad de las acciones B que A y hay más movimientos en la clase A", señalan desde la firma sevillana. En 2012 se puso en marcha un plan de conversión voluntario que permitía a los inversores cambiar sus acciones clase A en B mediante un ratio de una por una cada trimestre, pero no al revés. Fuentes del mercado explican que al existir más acciones de tipo B que A, las primeras son más fáciles de colocar en el mercado. Los títulos de Abengoa se desplomaron en abril y pierden en lo que va de año casi un 100%, aunque las acciones clase B ceden cerca de un 2% menos que las A.
Las comisiones dependen del intermediario
Tanto Grifols como Abengoa no controlan las comisiones que se pueden derivar de la compra o venta de sus acciones. Son los bancos y los agentes intermediarios quienes se encargan de eso. "Cada clase de acciones invierte en el mismo grupo de valores, tiene los mismos objetivos de inversión y sigue las mismas políticas", sostienen desde UBS. "Lo que es diferente en cada clase es lo que pagas en comisiones y cuándo las pagas", apuntan los analistas del banco estadounidense. Las distintas comisiones que el titular de las acciones puede llegar a hacer frente son las que se cobran en el momento de compra, cuando se canjean los títulos, los cargos administrativos y aquellos que cubren los costes de distribución y marketing.
A finales de julio, S&P Dow Jones anunció que ya no añadiría compañías con una estructura de múltiples acciones a su índices S&P Composite 1500, S&P 600, S&P 500, and S&P 400. Los valores que ya forman parte de estos índices no se verán afectados por el cambio, con lo que corporaciones como Alphabet y Twenty-First Century Fox podrán seguir operando.
En España, Indra tuvo hasta hace unos 12 años una estructura que incluía acciones de clase B, que eran amortizables. Hoy en día, sus estatutos mencionan sólo una clase de títulos con los mismos derechos políticos: una acción, un voto.