
La correlación positiva de ambos activos dificulta protegerse de los riesgos de un mercado que en caso de darse la vuelta causaría estragos.
Una de las principales ventajas con que había contado el inversor a la hora de diversificar sus inversiones durante los últimos años era la facilidad que tenía para protegerse de las turbulencias del mercado por la correlación negativa que se había vivido en los mercados de renta fija y variable.
Esta situación ha cambiado durante los últimos meses, en los que se han producido compras tanto de bonos como de bolsa, lo que favorece al inversor cuando hay subidas, pero que puede complicarle -y mucho- la vida si lo que llegan son las ventas.
"Además de la importancia que tiene para el inversor a nivel individual, el grado de correlación entre activos también se sigue con mucha atención desde los bancos centrales (...), ya que una mayor sincronía entre la evolución de los distintos activos financieros aumenta la vulnerabilidad de las economías a shocks adversos de sentimiento en los mercados financieros", explican desde CaixaBank Research.
En este sentido, el mercado -sobre todo en Estados Unidos- está emitiendo señales contradictorias. Mientras la renta variable -con todos los índices cercanos a sus máximos históricos- pone en precio una situación de lo más optimista y apuesta por el ya famoso reflation trade, el mercado de bonos apunta a un crecimiento de la economía más prudente -ver gráfico de la página derecha-. Un extremo en el que también están en desacuerdo los economistas. Mientras los más optimistas creen que la economía en EEUU puede crecer a niveles cercanos al 3 por ciento, los más pesimistas ven aumentos del PIB del entorno del 1,5 por ciento -ver gráfico-.
"La bolsa dice que el crecimiento va a ser como dice Trump y, por tanto, los beneficios van a ser extraordinarios y el mercado de bonos dice otra cosa. Cuenta que no va a haber ese reflation trade, que no se va a acelerar el ritmo de crecimiento como se esperaba, que no va a haber ese nivel de inflación y, por tanto, los tipos no van a subir tanto como se preveía. Cuando se han producido estas divergencias en las últimas décadas generalmente quien suele tener razón es el mercado de bonos", explica Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4.
En lo que va de año la bolsa norteamericana ha generado ganancias del entorno del 7 por ciento y desde que el bono tocó sus máximos de rentabilidad en el 2,63 hasta el nivel actual ha generado plusvalías latentes para el inversor del 2,5 por ciento. "A medida que se demostraba el bluf de Trump, el mercado de renta fija ha deshecho las expectativas y ha puesto en precio un menor impacto de todas las políticas que se esperaban", indican desde el equipo de análisis de Banco Sabadell.
Mientras los rendimientos más bajos de la deuda sugieren que los inversores son pesimistas con respecto a las perspectivas económicas del país o con respecto a la geopolítica y la bolsa apunta a que la fiesta va a continuar. "Hasta ahora, estos movimientos parecen estar en contra del sentido común", declaró Boris Scholossberg, director general de BK Asset Management a MarketWatch. "Dentro de estas esperanzas hay un montón de optimismo sobre un enorme estímulo impositivo, fiscal o ambos a la vez. Si los pasos de Trump no cumplen con ninguno de los dos va a suponer un fuerte shock para el mercado", completa el experto. El magnate norteamericano no ha sido capaz de cumplir en sus primeros 100 días de mandato con gran parte de sus promesas estrella.
Sin embargo, no todos los analistas creen que esta correlación no pueda continuar siendo positiva. Ramón Forcada, director de análisis de Bankinter, cree que "no se trata de un debate entre ambos mercados. Es un proceso natural, está intervenido por la Fed, pero está siendo natural". El máximo responsable del departamento en la entidad naranja cree que "el contexto es muy distinto del que se ha producido en ocasiones anteriores". En este mismo sentido, César Ozaeta, gestor de activos en Abante, cree que "el punto que vemos es que los tipos subirán algo, pero que no se dispararán. En el momento en el que se vayan por encima del 3 por ciento podemos empezar a ver la descorrelación, pero mientras estén por debajo de ese nivel -que es donde creemos que van a estar-, probablemente la correlación puede seguir siendo positiva".
¿Demasiada tranquilidad?
Otro de los puntos desconcertantes con respecto al mercado ha sido la enorme tranquilidad que se está viviendo. Aurelio García del Barrio, director del Global MBA del IEB, recuerda que en el primer trimestre del año solo hubo dos sesiones en las cuales el S&P 500 subió o bajó más de un 1 por ciento, frente a las 18 veces que sucede de media históricamente.
Algo parecido ha ocurrido con el mercado de bonos soberanos en Estados Unidos. "Al tiempo que los rendimientos han caído y el posicionamiento en la deuda del país ha crecido, la volatilidad ha retrocedido rápidamente", explican desde Morgan Stanley. Así, el índice de volatilidad de este mercado ha caído de manera drástica desde los máximos del año hasta su nivel más bajo de los últimos seis meses y el mercado ahora pone en precio dos alzas más en el precio del dinero.
Con las valoraciones en las que se encuentran ambos mercados lo difícil es conocer si ambos lograrán seguir tirando o si alguno de los dos -o incluso ambos a la vez- descarrilará, provocando algún disgusto a los inversores. Algunos de los riesgos a los que se enfrentan la bolsa y los bonos son compartidos, en un entorno de inversión inundado de liquidez por las políticas de los bancos centrales de los países desarrollados, mientras que otros son bien distintos.
El mercado de renta variable
Con subidas de doble dígito en los principales índices a este lado del Atlántico y del entorno del 7 por ciento en Estados Unidos, los analistas concuerdan al considerar que los selectivos han puesto en precio bastantes buenas noticias y en que ahora la clave es que estas se transformen en realidad para que no den un susto al inversor. "La duda es si los datos reales seguirán a los indicadores adelantados", indican desde Sabadell, donde recuerdan que "las bolsas se guían más por las expectativas".
Desde las elecciones norteamericanas, el S&P 500 se ha apuntado un ascenso del 12 por ciento, el Nasdaq 100 se eleva un 17 por ciento y el Dow Jones se revaloriza un 14 por ciento. "La renta variable en Estados Unidos ha alcanzado máximos históricos y las valoraciones son caras en muchas regiones a nivel global, lo que refleja el sentimiento optimista de los inversores y los negocios sobre las potenciales políticas en favor del crecimiento que podrían apoyar un mayor aumento de la economía y de las ganancias", reflexionan en Goldman Sachs, donde consideran que "es importante ver como los fundamentales logran converger con las expectativas, especialmente teniendo en cuenta las valoraciones actuales en el mercado de renta variable".
Mientras, en Credit Suisse creen que el mercado alcista puede continuar en Estados Unidos, pero que lo hará liderado por las acciones de crecimiento al estar en una parte tardía del ciclo, como ya lo ha hecho en otros momentos a lo largo de la historia. "Opinamos que la razón es que durante las últimas etapas de un mercado alcista la capacidad de seguir aumentado las ganancias mengua, por lo que el mercado emigra hacia las áreas en las que se puede seguir creciendo".
El mercado de deuda
Con las políticas monetarias expansivas de los grandes bancos centrales mundiales, el mercado de bonos vive una situación muy particular. En el caso estadounidense, la Reserva Federal paró las compras de activos a finales de octubre, pero sigue reinvirtiendo el vencimiento de los bonos, por lo que una de las claves estará en conocer cuáles son los planes de la Fed a la hora de dejar de utilizar este remanente de inversión, lo que podría causar turbulencias en el mercado de renta fija.
"Pensamos que los mercados podrían estar siendo complacientes y vemos inconsistencias que podrían acabar encontrado el equilibrio en los próximos meses. Los indicadores de sentimiento están por delante de los datos reales, los tipos están demasiado bajos y las condiciones financieras demasiado flexibles para el proyectado endurecimiento de las políticas", advierten en Goldman Sachs.
La deuda norteamericana llegó a tocar el 2,63 por ciento este año y ahora se sitúa en el entorno del 2,35 por ciento a pesar de que se espera que la Reserva Federal siga con la normalización de su política monetaria, lo que ha generado ganancias por precio del 2,5 por ciento.