
La banca del Viejo Continente se da cita este jueves con el Banco Central Europeo (BCE), que previsiblemente anunciará que cobrará aún más a las entidades por depositar su dinero en la institución. Una medida que pretende animar a las entidades a conceder crédito a empresas y familias -lo que estimularía el consumo y el crecimiento- pero que al mismo tiempo mermaría los márgenes de los bancos.
Así, si el BCE cobra actualmente a los bancos de la zona euro un 0,3% por aparcar su dinero en la institución, el mercado espera que esa tasa pueda alcanzar el -0,4% o el -0,5%.
Según José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, una facilidad de depósito aún más en negativo perjudicaría más a los bancos centroeuropeos que a los periféricos, "ya que los primeros cuentan con más liquidez". Un recorte de 10 puntos básicos en la facilidad de depósito podría mermar los beneficios de las entidades un 5% en 2017, y uno de 20 puntos lastraría las ganancias un 10%, apuntan desde Morgan Stanley. El banco de inversión también advierte que las españolas más perjudicadas serían Popular, CaixaBank, Sabadell y Bankia.
También es posible, añade Daniel Pingarrón, de IG, "que veamos algún matiz para no penalizar a la banca europea, que ya sufre problemas de rentabilidad". Estefanía Ponte, directora de análisis de BNP Personal Investors, comenta que "la clave está en cómo limitará el BCE el impacto de los tipos negativos. Podría establecer distintos tipos de depósito en función de la liquidez, ampliar la compra de ABS [valores respaldados por activos] o abaratar las subastas a largo plazo".
Más apoyo de los analistas
En cualquier caso, el sector financiero del Viejo Continente llega a la reunión del BCE con un mayor respaldo de los analistas. De las 47 entidades del índice de referencia, el Stoxx 600 Banks, 13 enarbolan recomendaciones de compra (hace medio año, eran sólo seis). Por otro lado, las pérdidas del 16% que acumula el sector en Europa en el año -que le han robado 193.000 millones de capitalización- dejan a los bancos con un potencial medio del 30%. Al mismo tiempo, el 75% de ellos cotiza por debajo de su valor contable.
Otra de las medidas que el mercado estima que puede anunciar el BCE es una extensión del QE, su programa de compra de bonos, aumentando los volúmenes mensuales de compras en 10.000 o 15.000 millones respecto a los 60.000 millones actuales, o bien ampliando su plazo de vigencia más allá de marzo de 2017. La medida favorecería a la banca en su calidad de tenedora de deuda estatal.
Pero, para reaccionar con fuerza, el mercado necesita más: "Todo lo que fuese elevar por encima de 80.000 millones el montante o lanzar otro tipo de medidas como la adquisición de otros activos diferentes a los bonos sería toda una sorpresa y el mercado lo recogería con más subidas y la devaluación del euro", explica Victoria Torre, responsable de Desarrollo de contenidos de Self Bank.
Se ha especulado con la posibilidad de que el QE se amplíe a los bonos corporativos, algo que, en palabras de Miguel Ángel Paz, director de la unidad de Gestión de Unicorp, "favorecería al sector financiero, ya que las entidades tienen en sus balances deuda corporativa y, por otro lado, las mayores emisiones a día de hoy en Europa son precisamente las que llevan a cabo los grandes bancos".
Es en este punto, en el de la compra de bonos corporativos, explica Natalia Aguirre, directora de análisis de Renta 4, donde "podría producirse una mayor decepción en caso de no materializarse".