
Con los miedos sobre un debilitamiento económico en Estados Unidos y las ventas que han caracterizado buena parte de lo que llevamos de año en los mercados internacionales existe el riesgo de que la Reserva Federal tenga que cambiar el curso de su política monetaria. Entre los más pesimistas se justifica que el ciclo de negocio a este lado del Atlántico tocaba techo en octubre de 2014, la actividad manufacturera acumula cuatro meses en contracción y los beneficios empresariales han sufrido ya una contracción.
Sin embargo, el GDP Now que elabora la Fed de Atlanta estima que la economía crece a un 2,6%, un sólido avance que supone un impulso con respecto al tímido 0,7% con el que despediamos el año pasado. Las ventas minoristas repuntaron en enero y parece que también lo hicieron las presiones sobre los precios. Según los datos dados a conocer por el Buró de Estadísticas Laborales, el Índice de Precios al Consumo (IPC) se mantuvo sin cambios en enero, cuando el consenso del mercado esperaba una caída del 0,1%. En su lectura interanual, la inflación estadounidense permanecía estable en el 1,4%, después de que los precios de la energía cayeran un 2,8% por segundo mes consecutivo mientras el coste de los alimentos permaneció plano.
Aún así, si dejamos de lado la volatilidad de los precios energéticos y de la alimentación, la inflación subyacente experimento un avance mensual del 0,3%, su mayor avance en más de cuatro años, y en su lectura intaranual alcanzó el 2,2%. Los precios de algunos productos, como la ropa de vestir, que se mantenían en territorio negativo durante cuatro meses consecutivos, experimentaron un repunte en el comienzo de 2016, lo que hace pensar que las presiones inflacionistas comienzan a aflorar a este lado del Atlántico.
Un hecho que justificaría las declaraciones realizadas ayer por la presidenta de la Reserva Federal de Cleveland, Loretta Mester, quien estimó que el crecimiento económico en EEUU es "sólido", lo que garantiza "varias subidas de tipos este año". Recordemos que los vaivenes en los mercados y el endurecimiento en las condiciones financieras ha hecho pensar a los inversores que el banco central estadounidense podría hacer cambios sobre su plan de normalización monetaria. Mientras que buena parte de los operadores considera que no habrá subidas de tipos este año, los principales bancos descuentan entre una o dos subidas de 25 puntos básicos cada una en 2016.
Plan B y balas en la recámara
Pero si el panorama se complica, como planteaba el Comité de Mercado Abierto de la Fed en su primera reunión del año, ¿de qué herramientas pueden echar mano Janet Yellen y sus chicos?. Ethan Harris, economista jefe de EEUU para Bank of America Merrill Lynch habla de 6 balas en la recámara del banco central estadounidense.
La primera está en su comunicación. Implicar un debilitamiento de las proyecciones económicas que deje ver al mercado que la Fed no subirá los tipos en momentos de turbulencia para los mercados financieros. En este sentido también observamos una segunda herramienta, la posibilidad de no mover ficha en los próximos meses, como espera buena parte del mercado.
A continuación, las opciones son variadas. Yellen podría imitar el error de Jean Claude Trichet, ex presidente del Banco Central Europeo, quie subió tipos dos veces en 2011, fomentando la recesión en la Eurozona. Consciente del error, la Fed podría rebajar tipos de nuevo hasta dejarlos en el rango del 0 y el 0,25%, donde estuvieron desde finales de 2008 hasta el pasado 16 de diciembre de 2015.
Otra medida de la que echar mano es una nueva "Operación Twist". Como ya ocurrió en 2012, la Fed podría extender la duración de los bonos en cartera. Con cerca de 408.000 millones de dólares en deuda venciendo durante los próximos dos años, el banco centra podría reinvertir en deuda a largo plazo o ser más agresivos y vender la deuda a corto antes de que esta venza.
Gurús financieros, como Ray Dalio, de Bridgewater Associates, han hablado ya de la necesidad de regalar dinero o implantar una cuarta ronda de flexibilización cuantitativa en EEUU. Según BofAML, la Fed podría instaurar una minicompra de deuda del Tesoro por valor de 40.000 millones de dólares mensuales.
Por último, la otra opción en la recámara está en los tipos de interés negativos para los depósitos, una medida que ya implanta el BCE, el Banco de Japón o los bancos centrales de Suecia y Suiza. Pese a las dudas sobre su efectividad e incluso la legalidad de la Fed de implantar esta medida, Yellen ya dejó claro durante su comparecencia en el Capitolio la semana pasada que esta posibilidad sigue sobre la mesa.