Por segunda jornada consecutiva y con una nueva debacle en los mercados, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, volvió a someterse ayer al escrutinio de los legisladores, esta vez ante el Comité Bancario del Senado. Una comparecencia en la que la guardiana de la política monetaria canalizó a la perfección a Groucho Marx y aquello del "estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros". Al fin y al cabo, los crípticos mensajes del Comité de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) han suscitado un jolgorio bursátil que hace sombra al destartalado camarote de los míticos hermanos Marx.
En medio de esta indecisión, el mercado ha reducido las probabilidades de que se produzca una subida de tipos antes de febrero de 2017 por debajo del 10 por ciento (ver gráfico) y, además, las posibilidades de que haya un recorte en los tipos de interés también ha ascendido: alcanzan el 7,6 por ciento en las reuniones de septiembre y noviembre, lo que supondría emular a Jean Claude Trichet en abril y julio de 2011. Yellen se lavó las manos al afirmar que la institución que capitanea "no es responsable de la venta en los mercados de renta variable". Algo relativamente cuestionable, especialmente si tenemos en cuenta que 24 horas antes, la presidenta del banco central estadounidense planteaba la legalidad de un posible escenario en que los tipos sobre los depósitos se llevasen a terreno negativo, como ya ocurre en Japón, la eurozona y Suiza.
Ayer la funcionaria afirmaba que dicha posibilidad "no está fuera de la mesa2, pese a que sus chicos debatieron este movimiento en 2010 y consideraron que "no funcionaría adecuadamente". Yellen determinó que la Fed no es consciente de los obstáculos legales que esta clase de operación implacaría y todavía está por ver si es aplicable. "A la luz de la experiencia en países europeos, estamos analizando esta operación porque queremos estar preparados en el caso de que tengamos que incrementar nuestra política acomodaticia", estimó.
Finalmente, Yellen dio su brazo a torcer al afirmar que existe la "posibilidad" de que la economía estadounidense sufra una contracción. "Siempre existe la posibilidad de registrar una recesión económica en cualquier año", pero matizó que "la evidencia sugiere que las expansiones económicas no mueren por viejas". En esta situación, en la que la presidenta de la Fed no acaba de aclararse sobre cuál es el camino que quiere seguir, los inversores han huido hacia los activos refugio. La renta fija a diez años americana provocó en la jornada de ayer ganancias del entorno del 1 por ciento, si bien llegaron a ser del 1,3 por ciento; y desde que comenzó 2016 estas ascienden por encima del 6 por ciento. No obstante, la tajada para el inversor en euros no es tan jugosa, ya que la moneda única se ha apreciado un 4,3 por ciento frente al dólar en el año, lo que perjudica sus ganancias . La rentabilidad del T-Note, el activo de inversión más grande del mundo, cayó por debajo del 1,6 por ciento y rozó el 1,5, su nivel más bajo desde 2012.
El Bund también cumplió con su condición de refugio. La rentabilidad del papel alemán cayó por debajo del 0,2 por ciento y ya encara sus mínimos históricos después de haber provocado beneficios del 1 por ciento ayer y de casi el 4,5 en lo que va de 2016. El consenso prevé que la deuda alemana acabe el año en el 0,8 por ciento, pero hay quien cree que podría volver a visitar su nivel más bajo. En Standard Bank piensan que su rendimiento caerá al 0 por ciento en el segundo trimestre y el director de renta fija de HSBC indicó a Bloomberg que en junio retrocederá hasta el 0,05, lo que supondría ganancias adicionales del 1,3 por ciento. "Los rendimientos van a ser inferiores, no más altos, pero el ritmo tiene que bajar porque esto es un poco una locura", índicó el experto.
El oro sube un 5%
Además de huir en dirección a la renta fija, los inversores se refugiaron en el oro. El metal llegó a apuntarse una subida del 5 por ciento durante la sesión, su mayor alza desde el año 2009. En lo que va de 2016 su ascenso es del 18.