
2015 ha sido un año de importantes desafíos para los 'vigilantes' del sistema monetario; sin embargo, han hecho buen uso de sus 'superpoderes' para lograr garantizar la estabilidad
El año 2015 ha estado marcado por la actuación de los principales bancos centrales del mundo. Los reguladores monetarios han asumido el papel de Superhéroes, peleando contra los Supervillanos que han amenazado el desarrollo de la economía mundial durante los últimos 12 meses. La crisis económica dejó su huella en el mundo, con algunas consecuencias especialmente preocupantes -como el lento avance de los precios y la posibilidad de que estos lleguen a contraerse, el principal enemigo de los bancos centrales en este momento- que han generado importantes quebraderos de cabeza y han tenido que ser combatidas por los grandes banqueros centrales. Hasta ahora, parece que las decisiones que han tomado los Vigilantes de la economía mundial han sido acertadas, haciendo uso de un amplio abanico de poderes con los que todavía hoy siguen intentando reducir las amenazas que se ciernen sobre el desarrollo económico global.
Draghi y el poder del 'dinero barato'
Desde que Mario Draghi, presidente del BCE, comenzó su mandato en noviembre de 2011 y se hizo cargo de la defensa monetaria de la eurozona, sus actuaciones no han pasado inadvertidas. Este año no ha sido diferente: el economista italiano se ha colgado la capa de Batman, uno de los superhéroes más conocidos del mundo. El justiciero es uno de los pocos del universo de los cómics que no cuenta con poderes sobrehumanos y se apoya en los distintos gadgets de los que puede disponer gracias a su riqueza: Bruce Wayne, el alter ego de Batman, es un millonario y utiliza su dinero para combatir el mal.
De la misma forma, Draghi ha hecho uso del crédito barato para intentar impulsar el IPC en Europa: el BCE anunció en enero que, debido a los problemas para crecer que estaba reflejando el comportamiento de los precios -caían un 0,6 por ciento de forma interanual-, implementaría desde marzo en la eurozona un plan de estímulos basado en la compra de activos para intentar impulsar la inflación hasta el objetivo del 2 por ciento; la llamada flexibilización cuantitativa, o QE, un programa también adoptado por Japón, y que se estaba ya retirando en Estados Unidos, cuya economía ya no dependía tanto de la ayuda de la Reserva Federal como lo hacía años atrás. A pesar de los 60.000 millones de euros mensuales en deuda pública y soberana -además de otros activos como bonos de titulización- que empezó a comprar la entidad, la deflación, el principal supervillano de Draghi, seguía poniendo en peligro a la eurozona en octubre, debido a las caídas en el precio del petróleo y a los efectos que generó China con la devaluación del yuan dos meses antes -la inflación crecía entonces a sólo un 0,1 por ciento-. Ante eso, y a pesar de defender el buen hacer de sus medidas, el presidente del BCE anunció que revisaría el programa de estímulos en diciembre, y así lo hizo: incrementó las compras hasta marzo de 2017 -6 meses más de lo anunciado- y recortó la facilidad de depósito hasta el -0,3 por ciento, para tratar de que los bancos europeos no aparquen su dinero en el BCE. Sin embargo, los superhéroes no son infalibles y, en esta ocasión, Draghi decepcionó al mercado, que esperaba más movimientos por parte del regulador, como, por ejemplo, un incremento en la cantidad de deuda que compra o ampliar el programa durante más tiempo.
Yellen: peligro, tormenta excesiva
Janet Yellen llegó a la Reserva Federal en 2014 como la primera mujer de la historia que dirigía la entidad. Su nuevo cargo la sitúa como la segunda persona con más poder de Estados Unidos -sólo por detrás del presidente-, desempeñando un papel similar al que tiene la superheroína Tormenta en la academia de los X-Men, una de las principales figuras del equipo, con un poder capaz de controlar todos los aspectos naturales del planeta. Sin embargo, Tormenta tiene un problema: es capaz de provocar una catástrofe si no controla su temperamento -una circunstancia similar a la de China, representada aquí como el poderoso Hulk-. La política monetaria estadounidense es capaz de generar un torbellino en el mercado y en la economía mundial, en función de las decisiones que tome. Por ello, la frase célebre "un gran poder conlleva una gran responsabilidad" cobraba todavía más fuerza en este caso. 2015 ha sido el año del final de la política monetaria acomodaticia en Estados Unidos, y Yellen ha sido la encargada de desmantelarlos con delicadeza. La presidenta de la Fed terminó con el QE americano en noviembre de 2014, y ya sólo quedaba esperar a ver cuándo llegaría el momento de incrementar los tipos de interés, desde el mínimo histórico en el que se mantenía, en el 0,25 por ciento. En un año 2015 lleno de especulaciones por parte del mercado, Yellen decidió ser prudente y confirmar que la recuperación había llegado a Estados Unidos. Los buenos datos de empleo que se conocieron durante los últimos meses del año -en noviembre el desempleo cayó hasta el 5 por ciento, mínimos de 2008 y el número de contrataciones aumentó mucho más de lo estimado por los expertos- llevaron finalmente a la Fed a decidirse e incrementar el precio del dinero por primera vez desde el año 2006: sumó un 0,25 por ciento a los tipos, hasta el 0,5 por ciento, publicando además sus previsiones de que en 2016 habría cuatro subidas más de este mismo calado.
Kuroda y el poder de las tres ?garras?
Haruhiko Kuroda, el gobernador del Banco Central de Japón, lleva desde abril de 2013 luchando con los supervillanos de la recesión y la deflación desplegando sus tres garras (políticas acomodaticias, tanto monetarias como presupuestarias, combinadas con reformas estructurales) al más puro estilo Lobezno. Como al superhéroe de Marvel, también su carácter indomable e impredecible ha levantado ampollas en el mercado y las críticas sobre la efectividad de su forma de gobernar y de desjaponizar Japón se han sucedido a lo largo del año. Poco a poco va logrando su objetivo; la tasa de paro se sitúa en el 3,1 por ciento, el nivel más bajo en 20 años, y el salario mínimo sigue en aumento, lo que ha incrementado la confianza de los consumidores. El rumbo de la economía sigue siendo positivo, a pesar de avanzar a un ritmo más lento de lo esperado. Por ello, Japón, sigue sopensando si apretar de nuevo el acelerador de los estímulos monetarios. El pasado mes de noviembre, en su última reunión anual el Banco Central decidió mantener sin cambios el volumen de compra de activos que puso en marcha en abril de 2013, por un importe de 80 billones de yenes anuales (609.000 millones de euros) y ampliar, eso sí, el plazo de la compra de deuda con un vencimiento de entre 7 y 12 años desde principios de 2016, mientras que hasta ahora era de en torno a 7-10 años. En opinión de los expertos, su efectividad será más poderosa a partir del segundo trimestre del año, de ahí que Kuroda haya decidido esperar unos meses.
Si bien los últimos datos de inflación han sido más débiles de lo esperado -0,3 por ciento- y muy inferiores al objetivo del 2 por ciento, parece que el país ha logrado encarrilarse hacia una salida de la deflación y un incremento del PIB. Lo peligroso de ello es que actualmente el Banco Central de Japón ya posee el 31 por ciento de la deuda soberana nipona. De seguir el ritmo de compras actual, en 2020 el Banco de Japón tendrá ya más del 60 por ciento del total. El yen se ha debilitado alrededor del 30 por ciento desde 2012 bajo el amparo de la flexibilización monetaria.
Xiaochuan, el 'hombre increíble'
Igual que el superhéroe Hulk, China ha demostrado que tiene poder suficiente para hacer tambalear los mercados mundiales -debido al gigantesco tamaño de su economía-, pero también, que su alter ego, Bruce Banner -un científico brillante- es más que capaz de estabilizar la situación. Su desaceleración económica, el desplome de su mercado de renta variable tras el sobrecalentamiento respaldado por el Banco Popular chino y su transición económica de un modelo basado en las exportaciones, hacia otro cimentado en el sector servicios, arrastró a todos los mercados mundiales en uno de los peores meses de agosto de los últimos años. Las dimensiones y la fuerza de la tormenta mundial que desató fue apaciguada por el regulador, confirmando su capacidad para gestionar tanto su economía como su bolsa. Desde el fatídico 24 de agosto y poseído por una fuerza sobrehumana, Xiaochuan o "el hombre increíble" , sacudió los mercados internacionales con tres devaluaciones del yuan -hasta su cambio más bajo frente al dólar desde 2011-, cayó en seis ocasiones los tipos de interés -del 5,6 al 4,35 por ciento-, redujo cinco veces el coeficiente de caja de los bancos hasta el 1,5 por ciento, a pesar de los temores a una burbuja crediticia en el gigante asiático y elevó el gasto público, demostrando al mundo que él ganaría el combate. Es decir, enderezó el aterrizaje forzoso al que se dirigía la economía china. Esto además le permitió apuntarse otro éxito: incluir al renminbi en la canasta de divisas de reserva del Fondo Monetario Internacional, además de convertirla en la cuarta divisa más utilizada en pagos globales.