
La política de dividendos que introdujo y popularizó Banco Santander en la bolsa española tiene los días contados. La entidad fue pionera en el scrip dividend, con el que las empresas ofrecen al inversor cobrar la retribución en acciones para lo que suelen recurrir a ampliaciones de capital. Seis años después de estrenar esta fórmula, llegan los últimos coletazos de un recurso que ha permitido al banco seguir remunerando a sus accionistas en momentos de crisis.
Y no solo eso. Esta política ha inyectado al Santander un 45,4% de capital gracias únicamente a las sucesivas ampliaciones para retribuir.
Esta cifra podría rondar el 48% una vez que la entidad concluya el que podría ser el último scrip dividend. Este jueves, además de ser el día en el que presenta resultados, finaliza el plazo para que los accionistas del Santander reclamen cobrar el dividendo en efectivo; de lo contrario, deberán vender en mercado los derechos que les corresponden o esperar a que el banco les entregue acciones como retribución. Este dividendo es el segundo de los cuatro que reparte con cargo a los resultados de 2015 y la entidad distribuirá el resto de pagos en efectivo. Ahora bien, la política de 2016 aún no está definida, por lo que podría volver a recurrir al scrip en una de las entregas con cargo al próximo año o recuperar definitivamente el dividendo en metálico.
Si el banco presidido por Ana Botín entierra por completo esta política, habrá emitido cerca de 4.000 millones de acciones solo para remunerar a sus accionistas desde 2009 -a falta de este último pago ya ha acuñado 3.700 millones de títulos nuevos-. Esto significa que casi ha duplicado el número de acciones previas.
La banca, más capitalizada
Basta fijarse en lo que vale la entidad en conjunto y el precio al que cotiza cada título para entender la trascendencia del scrip dividend en el Santander. En los últimos seis años, desde que el banco introdujo esta política, la acción ha caído un 52,5 %, hasta los 5,204 euros, mientras que su capitalización ha descendido un 16,6 % en el mismo periodo, hasta los 74.503 millones.
Esta diferencia en la caída se explica, en parte, por grandes ampliaciones de capital como la acometida el pasado mes de enero por 7.500 millones de euros y por otras operaciones más pequeñas cuyo fin ha sido, por ejemplo, canjear deuda emitida por el banco. Pero si la capitalización no se ha deteriorado tanto como el precio de la acción en los últimos años también es, en buena parte, por los pagos en scrip realizados por el Santander.
Cada vez que la entidad debe emitir títulos nuevos para repartir como dividendo a sus accionistas apenas incrementa el capital en torno a un 2 %, en función de los inversores que acepten cobrar en acciones -el porcentaje de accionistas que recibe títulos suele ser elevado porque es la opción que se ejecuta por defecto si el inversor no hace nada-. Pero la clave está en que no han sido ni una, ni dos, ni tres las veces que ha recurrido al scrip. Con este pago de noviembre, ya serían 19 las ocasiones en las que ha empleado esta fórmula desde 2009. Todos los títulos que el banco ha entregado a sus accionistas en los últimos años tienen hoy un valor de 19.265 millones de euros. Es decir, que un 26 % del valor bursátil del Santander no es más que el fruto de los numerosos scrip dividend.
Esta política ha ayudado a la entidad a capitalizarse sigilosamente ante las exigencias que imponía Bruselas a la banca. Pero no solo al Santander, "a todo el sector financiero le ha venido estupendamente bien el diseño de esta nueva manera de remunerar al accionista", valora Manuel Campos, de Serfiex. "La fórmula del scrip dividend ha servido, entre otros fines, para recapitalizar en parte sus balances a las recientes exigencias regulatorias sin necesidad de crispar la opinión del accionista, quien era en última instancia el que tenía el poder de decidir sobre si escoger el dividendo en efectivo de toda la vida (a través de la venta de sus derechos) o recibir más títulos de la compañía", explica el experto.
En la misma línea, Pablo García, director general de Carax-Alphavalue, considera que "la utilización del scrip dividend ha sido muy razonable en tanto los bancos necesitaban capitalizarse. Dado que el pago en efectivo del dividendo supone una salida de caja, la opción más eficiente, desde el punto de vista de las ratios de capital, es transformar beneficios retenidos en acciones, quedando la partida en los fondos propios".
Pero lo que ha sido positivo para el banco, no lo ha sido tanto para los accionistas. Un inversor que haya rechazado las nuevas acciones y haya preferido cobrar el dividendo en metálico en cada uno de los scrip habría diluido su participación en el capital y en los beneficios de la compañía un 45 %.
Retirada generalizada
Esta forma de retribuir se concibió desde el principio como una medida extraordinaria y transitoria y poco a poco está desapareciendo tanto en el sector financiero como en otras compañías españolas. El Santander ya se ha comprometido a utilizarla solo una vez en 2015 y BBVA y CaixaBank también la emplearán en menor medida este año, en dos de sus cuatro pagos. Estas dos últimas han anunciado que elevarán el número de dividendos en metálico en 2016. "Las compañías ya no tienen esa urgente necesidad de nutrir su capital", indica Manuel Campos, que explica que "disponen de otras vías para hacerlo", gracias a la mejora de sus resultados. Es "un indicador de que disponen de liquidez suficiente como para acometer su actividad según sus previsiones", añade el experto.
Debe anunciar un beneficio de 5.110 millones
Banco Santander publica este jueves los resultados de los nueve primeros meses del año y si no quiere defraudar al mercado debe anunciar 5.110 millones de beneficio neto entre enero y septiembre, un 17% más que el año pasado. El consenso de bancos de inversión espera que en el tercer trimestre las ganancias asciendan a 1.684 millones, frente a los 1.605 millones de 2014, un 5% más.