
Warren Buffett sigue siendo el inversor más famoso de Wall Street y su imperio, Berkshire Hathaway, permanece como uno de los colosos de las inversiones norteamericanas. Sus palabras acaparan titulares y sus juntas de accionistas son un fenómeno de masas. Pero a seis meses de abandonar el barco, el navío capitaneado por el Oráculo de Omaha no encuentra un buen puerto en el que fondear. En el segundo trimestre de este año, redujo sus beneficios en un 59% y ha ordenado la venta de 3.800 millones de dólares de acciones de Kraft Heinz. Son ya casi 3 años de acumulación de efectivo y salida de empresas sin una estrategia en el horizonte.
Berkshire Hathaway comunicó el sábado, tras publicar los resultados trimestrales, la venta de 3.800 millones de dólares de acciones de Kraft Heinz. La empresa de alimentación no atraviesa su mejor momento debido a la inflación y cambios en la preferencia de los consumidores. En estos momentos, se especula con la posibilidad de dividir la compañía, a pesar de unificarse hace solo 10 años (por mediación de Berkshire, que es el accionista principal). La caída de Kraft Heinz representa un error de Buffett, que ahora ve como una de las inversiones más importantes de su imperio se desmorona.
Un modelo atípicamente conservador
Berkshire Hathaway, a pesar del peso financiero que tiene, no reparte dividendos. Las juntas de accionistas están compuestas por una colección de fanes y representantes de las empresas invertidas, que veneran públicamente al Oráculo como un visionario. No obstante, el propio Buffett mantiene una actitud que en ocasiones ha sido tildada de hipócrita: mientras que siempre ha aconsejado buscar empresas con altos dividendos, el inversor nonagenario siempre se ha opuesto a retribuir a sus propios accionistas.
El éxito de Buffett, que ha trazado un plan de compras conservadoras en empresas consolidadas con planes de negocio sólidos, ha sido mayúsculo; aunque también ha tenido sus errores y sombras. El conjunto de los activos de la compañía asciende a 1,16 billones de dólares (poco menos que el PIB de Turquía), que en seis meses pasará a manos de Greg Abel después de que anunciara Buffett su retirada definitiva de la empresa.
En los últimos 11 trimestres (casi tres años), Berkshire Hathaway ha estado reduciendo beneficios, vendiendo acciones y acumulando efectivo. Según estimaciones de Reuters, el vehículo inversor de Buffett ha triplicado progresivamente sus reservas líquidas o casi líquidas, pasando de 128.000 millones de dólares a finales de 2022 a los 344.000 millones que anotó en el segundo trimestre de este año.
Es un bazuka que Abel puede utilizar para levantar la empresa una vez se marche Buffett, pero que deja un imperio financiero mucho menos reluciente que entonces. Aunque la mayor parte de esa hucha está invertida en letras del Tesoro de EEUU, con lo que le gana a la inflación, la devaluación del dólar juega en contra de las inversiones de Berkshire. El euro, por ejemplo, ya cotiza en niveles similares a la pandemia (1,17 dólares por cada moneda europea) y hay analistas que no descartan verlo en 1,25 dólares a finales del año que viene.
Aunque en declive, Wall Street permanece muy atento a los movimientos de Berkshire. Posee acciones significativas en pesos pesados de diferentes industrias como Apple, American Express, Coca-Cola, Chevron o Bank of America. Un paso en falso puede trastocar a un sector entero o dar la campanada
Relacionados
- El matrimonio de conveniencia de Buffett se rompe: Heinz se divorcia de Kraft y pone fin a una fusión histórica por desastrosa
- Berkshire pierde la "magia Buffett": sus acciones corrigen un 10% desde la marcha del 'Oráculo de Omaha'
- La estafa del aceite para ensaladas y el nacimiento de la leyenda de Warren Buffett