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Desmontando el mito de EEUU como el deudor más fiable: las ocho veces en 300 años en las que hizo 'default silencioso'

  • La ley fiscal de Trump compromete aún más las finanzas del país
  • Cunde el temor a que se deje de ver a EEUU como un refugio seguro
  • Pero un repaso a la historia revela varios incumplimientos financieros
Imagen: iStock

Las finanzas de EEUU ya llevan tiempo siguiendo la dirección equivocada. Los persistentes déficits y la progresiva carga de deuda no surgieron ayer. Sin embargo, las erráticas políticas de Donald Trump desde que regresó a la Casa Blanca en enero han impuesto el relato de que EEUU ya no es tan fiable a ojos de los inversores extranjeros, algo esencial en un país que es un claro deudor. Los diferentes analistas intentan hacer equilibrismos en sus diagnósticos: la situación es preocupante, pero EEUU no va a dejar de pagar sus deudas (el siempre temido impago o default), es lo que vienen a decir. Un argumento que hunde parte de su peso en la historia: si EEUU ha sido uno de los refugios por antonomasia de la inversión, esto se ha debido a la confianza, aparejada a su rol de fiable (intachable, exquisito o como se quiera decir) deudor. Sin embargo, un repaso profundo a los últimos 300 años demuestra que ha habido algún 'cadáver bajo la alfombra'.

En medio de los crecientes temores por cómo la ambiciosa ley de reforma fiscal de Trump (la One Big Beautiful Bill Act) va a trastocar aún más las finanzas estadounidenses, Edoardo Campanella, analista de UniCredit Research, abre un compás aclaratorio: "Para estar seguros, EEUU no corre el riesgo de una crisis de insolvencia o un impago abierto". Pero lanza un aviso importante: "Los inversores no deben subestimar las formas más sutiles que el gobierno federal puede utilizar para reducir la carga de su deuda a su costa".

En un informe para clientes en el que utiliza precedentes históricos, Campanella señala que "incluso sin incumplir ningún pago acordado, EEUU podría erosionar su creciente carga de deuda mediante formas sigilosas de 'impago' (devaluación de la moneda, represión financiera, tolerancia de la Fed a la inflación, crisis del techo de la deuda, fiscalidad discriminatoria)". "Esto no sería una anomalía histórica. A pesar de su condición de deudor intachable, EEUU incumplió sus compromisos financieros ocho veces en menos de 300 años", introduce el analista antes de ponerse a bucear en la historia.

"Tendemos a pensar que EEUU es el pagador más fiable del mercado, de ahí el papel de refugio seguro de los bonos del Tesoro. Que EEUU nunca ha incumplido el pago de su deuda es un estribillo común. Pero si nos remontamos en la historia, podemos encontrar numerosos casos, al menos ocho veces, en los que el gobierno federal adoptó políticas poco ortodoxas para deshacer un problema de sobreendeudamiento: devaluando la moneda a propósito, cambiando unilateralmente las cláusulas contractuales o retrasando el pago de los intereses", concreta el experto antes de pasar a la cronología.

  • El primer precedente se sitúa entre 1775 y 1779, en plena Guerra de Independencia, con las colonias intentando separarse de Reino Unido. El conocido como Congreso Continental -una serie de cuerpos legislativos con poca función ejecutiva de las Trece colonias británicas de Norteamérica en el contexto de la independencia- financió la Revolución Americana con el Dólar Continental, una moneda fiduciaria. La excesiva impresión de dinero desencadenó hiperinflación, dejando la moneda sin valor en 1781. De ahí la frase "no vale un Continental" en EEUU, explica Campanella.
  • En 1790, ya la Independencia declarada (4 de julio de 1776), la Ley de Financiación estableció que el gobierno federal absorbería las deudas de guerra de los estados, pero el pago de intereses se retrasó hasta 1801, "un impago de facto", acota Campanella.
  • En 1814, durante la guerra contra Gran Bretaña, EEUU no pudo pagar los intereses de los bonos en oro o plata ("otro impago, percute el analista de UniCredit). Al final, se consiguió hacer frente a las obligaciones con unos meses de retraso.
  • En 1862, los costes de la Guerra Civil superaron las reservas de oro. Ante la desconfianza de los inversores extranjeros, el Congreso emitió billetes verdes (el equivalente al dólar actual) que no estaban respaldados por oro y perdieron rápidamente el 80% de su valor. Sorprendentemente, en 1879, la confianza de posguerra restableció la fortaleza del dólar, que se consideraba "tan bueno como el oro".
  • Uno de los impagos más notables tuvo lugar en 1933, cuando el Presidente Franklin D. Roosevelt sacó a EEUU del patrón oro en respuesta a la Gran Depresión. Esta drástica medida tuvo implicaciones sustanciales para los tenedores de bonos que compraron deuda estadounidense entendiendo que sus reembolsos se harían en monedas de oro. Roosevelt derogó la cláusula del oro y el gobierno pagó a sus acreedores en moneda fiduciaria depreciada (el precio del oro había subido de 20 a 35 dólares la onza).
  • En 1968, los Certificados de Plata, canjeables en plata desde 1878, dejaron de estar respaldados por el metal.
  • El 15 de agosto de 1971, el presidente Richard Nixon suspendió unilateralmente la convertibilidad del dólar en oro, provocando una depreciación de casi el 10% en el plazo de un año y marcando el fin del sistema de Bretton Woods. "Aunque el 'shock Nixon' no supuso ningún repudio de la deuda, se interpretó como un impago selectivo porque EEUU dejó de cumplir su compromiso con los gobiernos extranjeros de canjear dólares estadounidenses por oro al tipo fijo de 35 dólares por onza", explica Campanella.
  • En 1979, se produjo un 'mini-impago' cuando 4.000 cheques del Tesoro por valor de 122 millones de dólares se retrasaron por problemas administrativos.

Como muestra esta breve recapitulación histórica, remacha Campanella, los impagos en EEUU, tanto duros como blandos, no son inusuales, pero no desencadenaron una crisis financiera o de confianza masiva (sobre todo porque tuvieron lugar en situaciones peculiares, como guerras o la Gran Depresión) y no comprometieron de forma duradera la capacidad de EEUU para pedir dinero prestado en los mercados financieros. Sin embargo, incluso los acontecimientos de menor envergadura pueden resultar costosos para los inversores a medida que se erosionan sus tenencias de dólares", escribe el experto de UniCredit Research.

"Aunque descartamos la posibilidad de un problema de insolvencia en EEUU que desemboque en una grave crisis de deuda y en una reestructuración de la misma, las restricciones fiscales son cada vez más vinculantes en el contexto de una profunda polarización política y de retroceso institucional. En consecuencia, las medidas que reduzcan la carga de la deuda podrían ser más comunes en el futuro. Dado el tamaño del mercado de deuda pública estadounidense, incluso episodios pequeños y de corta duración podrían tener repercusiones financieras masivas a escala mundial", lanza como admonición.

A modo de epílogo, el italiano enfatiza que pensar en una crisis de deuda en toda regla en EEUU (similar a lo que podría ocurrir en una economía emergente) no es la forma correcta de ver los problemas fiscales de EEUU: "El país no corre riesgo de insolvencia fiscal; la Reserva Federal dispone de muchos instrumentos políticos para estabilizar los mercados financieros; el Congreso podría adoptar medidas fiscales de emergencia en caso de turbulencias financieras excesivas; y, para bien o para mal, el dólar sigue siendo la moneda de reserva mundial, que actúa como amortiguador". Sin embargo, insiste, esto no debe llevar a la complacencia: "Un impago de EEUU podría ser más sutil que el simple incumplimiento de un pago acordado. Y no tiene por qué desembocar en una grave crisis de confianza y de deuda. Podría erosionar la riqueza de los inversores de formas más sutiles. Esto no sería nada nuevo para EEUU".

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