
Era la sucesión natural. A partir del 16 de abril de 2026, cuando está previsto que Nestlé celebre su próxima Junta General de Accionistas, el español Pablo Isla -tras casi dos décadas al frente de Inditex- será el próximo presidente no ejecutivo de la séptima empresa más grande de Europa y la mayor alimentaria del mundo. Sustituirá en el cargo a Paul Bulcke, ligado al grupo suizo desde 1975, y lo hará después de haber sido nombrado en abril del año pasado vicepresidente del Consejo de Administración de la propietaria de las marcas Nescafé, Nesquik o San Pellegrino. Diez meses por delante para asegurar la transición directiva en una empresa que no pasa por su mejor momento.
Isla tendrá que capitanear la compañía junto a Laurent Freixe, consejero delegado desde septiembre de 2024 y encargado del día a día del grupo. "Me identifico plenamente con la estrategia de nutrición, salud y bienestar de Nestlé", comentó Isla en un comunicado al poco de conocerse su nombramiento. Nestlé, negociada en la bolsa de valores de Suiza, lleva un 2025 dulce en los mercados con una revalorización cercana a los diez puntos porcentuales, pero que no es suficiente como para hacerle recuperar todas las pérdidas acumuladas en el último año. Nestlé capitaliza 217.000 millones de euros y factura más del doble que Inditex, unos 98.000 millones de euros anuales.
A cierre de 2024, el titán europeo de la alimentación obtuvo un beneficio neto de poco más de 11.500 millones de euros, casi un 3% menos que un año antes, en consonancia con el retroceso del 1,8% de las ventas hasta los 96.800 millones de euros. Aunque en términos orgánicos el crecimiento fue del 0,8%, las expectativas del mercado eran algo mayores.
Uno de los principales desafíos financieros que hereda Pablo Isla es el significativo aumento de la deuda neta de la suiza. En el pasado ejercicio aumentó un 13,4% hasta los 56.000 millones de euros, lo que llevó a situar el ratio deuda neta/ebitda en 2,9 veces, un nivel elevado. Esto, unido a una desaceleración del crecimiento por la pérdida de cuota de mercado y un entorno de consumo débil condicionado por la inflación, dificulta el saneamiento de las cuentas un grupo que, poco a poco, pierde eficiencia en márgenes.
El margen operativo subyacente en 20244 se situó en el 17,2%, ligeramente inferior al 17,3% del año anterior y con previsiones para 2025 que apuntan a una mayor compresión hasta aproximadamente el 16%, debido principalmente al aumento de la inversión en marketing, se prevé que la partida alcance el 9% de las ventas totales de 2025, una cifra no alcanzada desde 2019 y que supone un crecimiento de más de un 1% interanual. El objetivo, recuperar cuota de mercado y reactivar el crecimiento.
Según FactSet, la valoración actual presenta un PER (veces que se recoge el beneficio en el precio de la acción) de 18,9 veces para 2025 y 17,8 veces para 2026, mientras que la rentabilidad por dividendo se sitúa en el 3,7% para 2025, cuatro décimas menos que la de un año antes.
Crecer y crecer
Para abordar todos estos desafíos, Nestlé ha lanzado un ambicioso programa de ahorro de costes denominado Fuel for Growth. La compañía busca con éste una reducción de costes de 2.500 millones de francos suizos para 2027. Por el momento, ya se han asegurado más de 300 millones de francos de estos ahorros para 2025, con un objetivo de 700 millones para el año que viene. También está el reto de recuperar el pulso perdido en bolsa. De entre las alimentarias europeas, es de las que peor desempeño ha tenido en el año quedándose por detrás de Danone o Unilever.
Escudriñando la mayor parte de los informes de analista -divididos entre 'comprar' y 'mantener' los títulos de la compañía en cartera- todos confluyen en una pregunta: ¿por qué sigue manteniendo Nestlé su negocio de alimentos congelados en EEUU, uno de sus problemas más acuciantes? Las ventas cayeron en el año un 15,5% de marcas como DiGiorno o HotPockets, también en parte por el cierre del segmento en Canadá. Sin embargo, en una entrevista reciente, Freixe aseguraba que no hay nada "fundamentalmente" malo en los negocios de Nestlé, es decir, que confían en poder ir recuperando, poco a poco, la rentabilidad de las diferentes marcas.
"La demanda es relativamente débil, la oferta se está recuperando y la competencia es intensa", aseguraba el directivo hace unos días en Financial Times.
¿Partir el negocio?
En la cabeza de Freixe sale a relucir el futuro del negocio del agua. En mayo se hizo público que Nestlé había contratado a Rothschild para asesorarle en la venta de su negocio de agua, que incluye marcas como Perrier y San Pellegrino. La operación, que se prevé cerrar de aquí a unos meses, podría valorar este segmento en unos 5.000 millones de euros, con Nestlé ostentando una participación minoritaria.
El movimiento responde a las intenciones del actual consejero delegado, Laurent Freixe, de reducir el portfolio del grupo de 2.000 a 30 marcas clave, centrándose en segmentos premium como los chocolates KitKat y el café Nescafé. El crecimiento de los ingresos del negocio en el último año fue del 2%. No obstante, el aumento de los costes del cacao y los problemas para trasladar éstos a precios al consumidor podrían dar más problemas a futuro a Nestlé con uno de sus principales proveedores, Barry Callebaut, pausando pedidos a la espera de que bajen los precios.
Por su parte, la competencia ha hecho algo parecido. Danone ha puesto en marcha en los últimos años varias desinversiones para centrarse en productos de mayor margen y crecimiento, como los de origen vegetal, mejorando las apuestas por marcas como Silk o So Delicious. La estrategia de focalización y la creación de Danone Manifesto Ventures -brazo inversor en startups- abre la puerta a posibles escisiones o ventas de negocios secundarios si no se cumplen los objetivos de rentabilidad.