
Crónica de dos despegues. A principios de los 90, y tras abandonar, aunque no de golpe, el atraso económico inducido por las décadas anteriores del siglo pasado, España peleaba por encontrar su lugar en una Europa decidida a acelerar, tanto como fuera posible, la integración política y económica del Viejo Continente. Con su entrada en la Comunidad Económica Europea, España no solo cambió de rumbo, sino de velocidad. Los fondos europeos comenzaron a llegar a las cuentas de Madrid y, de ahí, a fluir hacia carreteras, trenes, transportes, aeropuertos y telecomunicaciones. Madrid, Barcelona, Sevilla... se modernizaban.
Entretanto, en el telón de fondo del continente, se perfilaba una joven nación recién liberada de las garras del bloque soviético: Polonia. Tras años de reformas dolorosas y privatizaciones radicales, los polacos estaban preparando, allá por los 90, el futuro sobre el que ahora crece su economía apoyado en la educación, la industria y las nuevas tecnologías de aquel entonces, como internet.
Casi cuarenta años después, Varsovia ha cogido el testigo de España y Polonia es la nación que brilla con más fuerza en el escenario europeo. Con el perdón del desafío de la post-pandemia y la inestabilidad geopolítica, el Gobierno de la nación del Este de la otrora cuna de Occidente trata de pertrechar -tras la victoria del ultranconservador Nawrocki en las presidenciales recientes- su economía en torno a un ambicioso plan de inversión: más de 160.000 millones de euros destinados a defensa, energía verde, tecnología y transportes. Igual que España en su momento, Polonia lo da todo por las grandes infraestructuras como motor de transformación.
Sin apostar por el AVE ni por extensas redes de autopistas, Polonia hoy construye el renacer de su economía sobre granjas solares -instalaciones a gran escala que utilizan paneles solares fotovoltaicos para generar electricidad-, autopistas digitales -vías que se valen de la tecnología para mejorar el flujo del tráfico y la seguridad- e instalaciones para la industria de defensa. Para esto, cuenta con más de 137.000 millones de euros de fondos europeos con los que acelerar la recuperación, congelados hasta hace pocos meses por violaciones del Estado de derecho. El país necesita dinero urgente para financiar proyectos ecológicos, digitales y de desarrollo.
"Estamos impresionados por sus esfuerzos y los del pueblo polaco por restaurar el Estado de derecho como columna vertebral de su sociedad", comentó la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, en febrero en una rueda de prensa junto al primer ministro, Donald Tusk.
Palabras que pusieron entonces de manifiesto la condición sine qua non para ser parte (de verdad) de Europa: las reformas estructurales. A finales del siglo pasado, España liberalizó sus mercados y su sistema financiero para poder entrar en el euro. Polonia, décadas después, está teniendo que renovar sus instituciones, digitalizar su administración y ganar en competitividad industrial, preparándose para ser el nuevo "milagro centroeuropeo".
El crecimiento proyectado en el año para la nación del Este se sitúa entre el 3% y 3,5% apoyado por la demanda interna y las inversiones en infraestructura a cargo de dinero europeo. Mientras tanto, el banco central de aquel país ya ha puesto en marcha un ciclo de flexibilización monetaria gradual, aprovechándose de la fortaleza del zloty -según UBS, por el programa de gasto masivo de Alemania y la debilidad del dólar por los aranceles-y la remisión de la inflación.
Morgan Stanley destaca que la inversión extranjera directa (IED) permanecerá constante en torno al 3% del PIB, y que el país continuará siendo un destino atractivo para futuras inversiones gracias a una fuerza laboral consistente, un panorama macroeconómico sin desequilibrios y la ausencia de crisis políticas que puedan socavar las reformas que Polonia necesita.
Más de 450 cotizadas...
Otra de las grandes fortalezas del país es su su bolsa. Polonia tiene más de 450 empresas cotizadas, a la par con Brasil, y muchas más que otras economías emergentes como México. El mercado de renta variable de este país frontera con Ucrania ha sorprendido este año a todos porque mirando más allá del Ibex 35 o el Dax alemán, el WIG 20, el selectivo polaco, se ha convertido en el segundo índice de mejor rendimiento a nivel global: gana en lo que va de 2025 más de un 26%. Únicamente ha sido superado, de momento, por el Slovenian Blue Chip Index que avanza un 33% en el año.

Aún con volatilidad de fondo, el WIG 20 ha demostrado ser en los últimos seis meses uno de los índices más dinámicos de Europa. Con una capitalización de mercado contenida (respecto a gigantes europeos) de algo más de 23.000 millones de euros, PKO Bank Polski es la mayor empresa del país, seguida de la energética Orlen y la cadena de supermercados Dino Polska. Sea como fuere, el sector financiero es el que claramente 'controla' al índice con más del 50% de las compañías del mismo ligadas a esta industria.
Entre las firmas más destacadas, además de la mencionada entidad bancaria, la aseguradora PZU, la compañía de comercio electrónico Allegro y la desarrolladora de videojuegos CD Projekt reciben los mejores consejos de compra por parte de los analistas, según datos de FactSet. Para invertir en ellas desde España, brókers como Interactive Brokers, DEGIRO o XTB ofrecen acceso al mercado polaco en sus plataformas.
Más allá del stock picking, y para facilitar la gestión de una cartera, existen dos ETFs que, con una operación, permiten tener exposición a esta economía europea. Están indexados al MSCI Poland y al MSCI Eastern Europe Ex Russia. Concretamente, son el iShares MSCI Poland UCITS ETF y el Amundi MSCI Eastern Europe Ex Russia UCITS ETF. Sus principales posiciones reflejan la estructura del mercado polaco: PKO Bank Polski representa el 20,95% del producto, seguido por Orlen (12,58%), PZU (10,78%) y Bank Pekao (10,29%), en el caso del de iShares.
Y para los que apuesten por la gestión activa y una diversificación geográfica más amplia, existen fondos especializados en Europa del Este que incluyen una exposición significativa a Polonia. Es el caso del Raiffeisen Central Eurp de la gestora del banco austriaco homónimo y el Generali IS IS Centr&East Europ Eq de la firma de inversión italiana. Aquí, tras deshacer posiciones en Rusia -donde estaban concentrados algunos de estos vehículos de inversión antes de la guerra de Ucrania de 2022- han tomado fuertes posiciones en Polonia con entre el 30% y el 50% del patrimonio invertido en este mercado. PKO Bank Polski, Bank Polska Kasa Opieki y Orlen, son algunas de las empresas con más peso.
... y 'casa' de las big tech
Consolidado su papel como la gran economía de Europa del Este, Polonia ha aprovechado recientemente también para hacer de su territorio la 'casa' de las grandes multinacionales de la tecnología. Google, Microsoft, Amazon e IBM han abierto allí centros de I+D.
Además, el Ejecutivo de Varsovia ha conseguido una inversión de 140 millones de zlotys (unos 32 millones de euros) para instalar en el país el superordenador de inteligencia artificial más rápido del mundo y ha asignado 200 millones más (46,5 millones de euros) para el establecimiento de la primera fábrica impulsada por IA de la región.
Polonia, horizonte 2030
A pesar del crecimiento y la resiliencia, Polonia todavía tiene por delante un sinfín de retos que abordar en el horizonte 2030. El primero y más urgente, el envejecimiento acelerado de la población (más de 1,6 millones de ciudadanos tienen más de 80 años, ocho veces más que en 1950). En su último informe, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advertía de que el envejecimiento, combinado con la emigración juvenil, podría reducir la fuerza laboral y aumentar el gasto en salud y cuidados a largo plazo.
En el plano energético, Varsovia enfrenta otro desafío dual que, en este caso, tiene que ver con su sector energético: el carbón aún representa el 70% de su mix y debe cumplir con los objetivos climáticos de la UE si quiere seguir recibiendo dinero de los socios comunitarios. Sobre la mesa, el Gobierno tiene un plan de inversión valorado en 50.000 millones de euros para modernizar las redes de transmisión, la expansión de las energías renovables y el almacenamiento.
Asimismo, aunque recientemente el Ejecutivo de Tusk anunció un plan de consolidación fiscal para reducir el déficit al 2,9% en 2028, el FMI recomienda acelerar el ajuste en estos próximos años de crecimiento fuerte mediante recortes de gasto o aumentos de ingresos estructurales, en lugar de depender de medidas temporales. Pero los costes asociados a la defensa -destina el 4% del PIB a gasto militar- añaden presión.
Según el FMI, Polonia tiene un "historial sólido de ajuste económico", pero debe actuar con urgencia para evitar que los logros de las últimas tres décadas se vean erosionados por inercias políticas o globales. La próxima década será definitoria.