
Las actas de la última reunión de la Reserva Federal, en la que el banco central digirió el efecto de los aranceles de Donald Trump, traen una advertencia a los mercados: es posible que el daño sea más profundo de lo que parece. Más allá del enfriamiento económico y el aumento de la inflación en los próximos meses, la Fed teme que el golpe reputacional a EEUU y la creciente desconfianza de las familias y de los inversores extranjeros supongan un golpe a largo plazo a la economía. Y si eso sucede, advierten las actas, Wall Street probablemente no haya cotizado todavía ese golpe. En otras palabras: si el caos arancelario persiste, la caída en las bolsas estadounidenses puede ser aún mayor de lo vivido hasta ahora.
Las actas recogen el debate que se planteó en la Fed durante el encuentro sobre la reacción que ha tenido el mercado en los momentos de volatilidad que ha generado la guerra arancelaria, y las conclusiones no dejan a los activos estadounidenses en buen lugar. Los miembros de la Fed concluyen que, si bien se produjo un deterioro en la valoración de los activos durante las caídas de esas semanas, el valor real ha caído todavía más, lo cual significa que la sobrevaloración que pudiera haber antes de la crisis de mercado que desataron los aranceles es ahora todavía mayor.
"Si bien se reconoce que los precios de los activos han caído en cierta medida, varios participantes observaron que los riesgos a la baja han aumentado para las perspectivas económicas, lo cual los lleva a poner en duda que los precios de los activos se hayan acercado a sus valoraciones fundamentales". Es decir, que el precio y el valor real de los activos se han separado todavía más en los momentos de volatilidad de los últimos meses. El suelo estaría aún más bajo y las caídas, en caso de que Trump vuelva a las andadas, podrían ser aún mayores que antes.
Además, los participantes en la reunión también reconocen el peligro que existe de que los activos refugio clásicos, como el dólar o los bonos del Tesoro estadounidense, hayan perdido tal condición. "Algunos participantes comentaron el cambio que ha habido en los patrones de correlación entre activos durante la primera mitad de abril, con los bonos del Tesoro de largo plazo aumentando su rentabilidad a vencimiento y el dólar depreciándose, a pesar de las caídas que se producían en los precios de la bolsa y de otros activos de riesgo", explica el documento.
Además, añade que "estos participantes advierten de que un cambio duradero en estas correlaciones, o un deterioro de la percepción de los activos estadounidenses como refugio, pueden tener implicaciones de largo plazo para la economía". Es decir: si los inversores internacionales dejan de aparcar su dinero en EEUU cuando hay riesgo y pasan a retirarlo, el país perdería una de sus grandes ventajas económicas, el llamado "privilegio exorbitante".
El deterioro de las perspectivas macroeconómicas que percibe la Fed entre su encuentro de marzo hasta el del pasado 7 de mayo también ha tenido impacto en las perspectivas de bajadas de tipos. Los mercados han recortado sus expectativas de crecimiento, dando peso a que se produzca un recorte algo más agresivo y los miembros del banco central lo reconocen. Las actas explican cómo "los precios de los mercados de opciones, que son un indicador de expectativas de política monetaria de los mercados, se han reducido durante este periodo, y ha sido consistente con una o dos bajadas de tipos de 25 puntos básicos antes de que termine el año, un poco más [agresivo] de lo que se esperaba en el momento de la reunión de marzo".
En las últimas semanas, las señales de alerta se han multiplicado. La rentabilidad de los bonos a 10 años ha aumentado 31 puntos básicos en un mes y ya ronda la barrera psicológica del 4,5%, mientras que el de 30 años ha llegado a tocar máximos de 2007. El plan de reforma fiscal que tramita el Congreso, que aumenta aún más el déficit y la deuda, no ha ayudado a tranquilizar a los mercados.
En el comunicado de su última reunión destacaba una frase que confirma el incremento de la probabilidad de que la primera economía del mundo entre en una situación de estanflación. "Consideramos que los riesgos de un mayor desempleo y una mayor inflación han aumentado", explicaba la Fed.
Allí también se apuntaba a la confusión sobre el estado de la economía estadounidense. En aquella reunión, Powell mencionó que los datos de importaciones habían distorsionado las cifras de PIB del país, añadiendo incertidumbre a la pregunta de en qué situación se encuentra realmente EEUU tras la sacudida arancelaria y las constantes idas y venidas de Trump.