
En los años 80, el presidente americano Ronald Reagan, veía a Rusia como la gran amenaza existencial para Estados Unidos. Inició una carrera armamentística que Rusia no puedo mantener debido a su débil posición económica. Los ingresos rusos estaban mermados por la caída del precio del petróleo, en un mercado inundado por la producción de Arabia Saudita. Rusia tuvo que firmar un acuerdo de desarme.
Para Donald Trump, China es el enemigo existencial de Estados Unidos.
Las últimas semanas han estado dominadas por las noticias entorno a la nueva política arancelaria impulsada por Donald Trump, las fuertes caídas en las bolsas mundiales, el casi colapso del mercado de deuda y el posible impacto en términos de inflación y menor crecimiento mundial.
Muy pocos titulares ha ocupado el hecho de que el yuan chino está muy cerca de sus mínimos de los últimos 18 años frente al dólar americano. Esta política de moneda débil ha estado impulsada por el banco central de China en las dos últimas décadas. Ha sido un arma que ha permitido una enorme transferencia de riqueza de Occidente hacia China, logrando esta su estatus de super potencia económica frente al resto del mundo.
La sobrevalorización del dólar con su impacto negativo en la competitividad de Estados Unidos y la política comercial agresiva marcada por aranceles a socios comerciales, buscando corregir desequilibrios comerciales ha estado presente en las dos presidencias de Trump. A esto se suman los desafíos de una deuda pública en aumento, con China como uno de los principales acreedores a través de sus compras de bonos americanos, y las decisiones de la Reserva Federal en materia de tasas de interés.
El estatus del dólar como principal moneda de reserva mundial alimenta su fortaleza más allá de los fundamentos económicos, generando una sobrevaloración que ha pesado mucho sobre el sector manufacturero estadounidense.
Los efectos se han dejado sentir en la economía real. Una moneda sobrevaluada actúa como viento en contra para las empresas exportadoras. Tiende a aumentar las importaciones y reducir las exportaciones, ampliando el déficit comercial, desplazando la producción doméstica y debilitando la base industrial del país. Los productos americanos pueden ser de excelente calidad, pero al convertirse a otras monedas resultan más caros que los de sus competidores extranjeros.
De hecho, antes incluso de la era Trump, el fortalecimiento del dólar a finales de los 90 e inicios de los 2000 contribuyó a la pérdida de millones de empleos industriales en EEUU.
A diferencia de la retórica tradicional estadounidense a favor de un dólar fuerte, Trump ha roto moldes al quejarse abiertamente de que un dólar excesivamente fuerte estaba "lastimando la competitividad" de EEUU. Desde 2018, su doctrina America First, se basaba en aranceles punitivos dirigidos contra China, la Unión Europea, Canadá y México en sectores como el acero y aluminio, buscando renegociar acuerdos. Gravar importaciones protegería la industria estadounidense y reduciría un déficit comercial que veía como signo de debilidad económica
Pero estos gravámenes pueden producir efectos contraproducentes como la devaluación de las monedas extranjeras y presiones inflacionarias internas. Al igual que está ocurriendo ahora, el anuncio de aranceles dio lugar a una devaluación de la moneda china de aproximadamente un 10% lo que volvió a abaratar las importaciones. Los aranceles encarecen los bienes de consumo importados, elevando los costos para empresas y precios para los consumidores. Adicionalmente, las represalias de otros países (China imponiendo aranceles a soya, carne y otros productos de EEUU) encaren las exportaciones estadounidenses o reducen su volumen. Si a la política comercial de Trump, le sumamos su política migratoria, menor disponibilidad de mano de obra, tenemos un conjunto de factores que contribuyen a un aumento general de precios.
En un escenario de aumento de precios, es fundamental el papel de la Reserva Federal en sus decisiones respecto a los tipos de interés. En 2019 la Fed realizó una serie de recortes de tipos ante las tensiones comerciales provocadas por los aranceles. Tipos de interés bajos, pueden permitir lograr varios objetivos, estimular el consumo y crecimiento interno, abaratar el costo de la deuda pública y debilitar el dólar para favorecer las exportaciones. Tasas menores suelen impulsar el crédito y la inversión doméstica, contrarrestando en parte el efecto contractivo o la incertidumbre que los aranceles podrían generar en las empresas.
Una rebaja demasiado acentuada de tipos de interés, en un escenario de presiones inflacionistas por los aranceles, pueden generar que se mantenga o avive dicho incremento de precios. Por otro lado, se produce una pérdida de competitividad por mayores costos e inflación interna que puede obligar a pausar las bajadas de tipos (como ha ocurrido en 2024). La combinación de deuda pública alta y tasas bajas enciende alertas sobre potenciales burbujas financieras. Si la Reserva Federal mantuviera las tasas artificialmente bajas, cosa que no ha hecho, para ayudar con la política comercial, el gobierno podría endeudarse aún más barato, quizás reduciendo incentivos para la disciplina fiscal, como vemos con frecuencia en Europa.
Un factor para no olvidar es el hecho de que el principal inversor en bonos americanos, que financian su déficit fiscal, es China. Este país podría amenazar con una venta masiva de dichos bonos, provocando una caída de precios y una gran inestabilidad, que también dañaría a la propia China. Por ello en el pasado, China no ha recurrido a esta vía, sino a aumentar sus aranceles a los productos americanos, al igual que está haciendo en estos momentos.
Estados Unidos pretende aislar a China, su verdadero objetivo en esta guerra de aranceles. Con más de 75 países dispuestos a renegociar tarifas, el mundo ha tomado partido, salvo España. Trump ha iniciado la desescalada de los aranceles con una pausa de 90 días, excepto para China, quien ha respondido con más aranceles y devaluación de su moneda. China probablemente no puede renegociar cuando necesita un fuerte crecimiento económico, vía exportaciones, que le permita mantener su paz social.
Dólar fuerte, aranceles, deuda pública y política monetaria forman un difícil equilibrio cuya ruptura puede tener consecuencias imprevisibles, sobre todo para el propio Estados Unidos. Al igual que en los años 80 con Rusia, es cuestión de capacidad para aguantar el envite.
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