Dan Ives de Wedbush Securities, hasta ahora considerado uno de los principales gurús de Tesla, ha sido durante años un defensor contra viento y marea del fabricante estadounidense de vehículos eléctricos. Conocido por su postura consistentemente optimista sobre el grupo automovilístico, incluso cuando otros analistas mostraban escepticismo, Ives no ha dejado de elogiar en los últimos tiempos -a pesar de sus coqueteos con el trumpismo- a la figura de Elon Musk, a quien ve como un visionario. Por eso el hecho de que haya recortado su precio objetivo en un 43% ahora es tan impactante: no es solo un cambio de cálculo, sino un giro importante de alguien que históricamente ha sido uno de los grandes creyentes en la acción.
Ahora todo ha cambiado. Ives ha pasado en menos de un mes de otorgar un precio objetivo a Tesla por encima de los 500 dólares a recortar sus estimaciones hasta los 315 dólares, esto es casi un 43% de retroceso alegando una grave crisis de marca provocada por Elon Musk y el temor a que los automóviles se vean sometidos a la presión comercial por las políticas de Trump. Desde los máximos de mediados de diciembre, el título ha caído cerca de un 50% en bolsa ampliando el potencial de retorno hasta algo más de los 30 puntos porcentuales, sobre los 304 dólares. En todo caso, por debajo incluso de los precios en los que empezó a negociarse Tesla a principios de año.
En todo caso, Ives sigue siendo optimista, manteniendo una calificación de rendimiento superior y valorándola como una de las "empresas tecnológicas más disruptivas del mundo en los próximos años". No obstante, entiende que la firma necesita recuperar a su "activo más importante", Elon Musk.
"Si Musk deja la Casa Blanca habrá un daño permanente a la marca, pero Tesla recuperará a su activo más importante y pensador estratégico como CEO a tiempo completo", entienden en Wedbush Securities donde puntualizan: "Si Musk elige quedarse con la administración Trump, podría cambiar el futuro de Tesla y el daño a la marca seguirá creciendo".
Si bien hasta hace relativamente poco, las acciones de Tesla tocaban máximos tras máximos anuales por la cercanía de Elon Musk con el presidente Trump, los inversores han cambiado su parecer sobre el fabricante de coches eléctricos. Y es que se suponía que la administración entrante iba a agilizar las regulaciones sobre los vehículos autónomos, impulsando el negocio de robotaxis de Tesla. Sin embargo, la realidad es que tras casi dos meses de legislatura, Trump apenas ha mostrado interés alguno por acelerar cambios legislativos en esta materia.
El republicano también se comprometió a evitar un gran desembarco de coches eléctricos chinos en el mercado estadounidense, pero poco se sabe de cómo piensa hacerlo teniendo en cuenta, sobre todo, que una de sus máximas es la libre competencia de mercado.
La esperanza de los inversores
De momento, tanto alcistas como bajistas están de acuerdo en una cosa sobre Tesla: las perspectivas a corto plazo son desafiantes. Los ojos están puestos en la declaración de intenciones que haga la dirección el fabricante de vehículos eléctricos sobre los proyectos a futuro de la compañía: el próximo modelo asequible prometido por Elon Musk, el inicio de los servicios del robotaxi en algunas ciudades de Estados Unidos y la luz verde definitiva a su sistema de conducción autónoma total (FSD, por sus siglas en inglés) en Europa.
El consenso de analistas recogido por FactSet prevé que el beneficio por acción ajustado sobre ventas de Tesla se sitúe en los 43 centavos en el trimestre, lo que se traduce en unos ingresos de unos 21.450 millones de dólares, ligeramente por encima de los 21.300 millones cosechados en el primer trimestre de 2024.
"Durante los últimos trimestres, Tesla ha desviado hábilmente la atención de los inversores de los desafíos a corto plazo", exponen los analistas de CFRA, antes de añadir que la pérdida de participación de la cuota de mercado de vehículos eléctricos en Estados Unidos, China y Europa podría ser preocupante.
Desde Deepwater Asset Management sentencian: "los inversores harían bien en olvidarse de Tesla en 2025". Con todo y con ello, insisten desde la gestora que la compañía "prepara el escenario para un repunte importante en 2026 y más allá", principalmente gracias a las capacidades de inteligencia artificial.
Descontento en las calles
Y es que la imagen pública de Tesla, más allá de los números, tampoco pasa por su mejor momento. Miles de manifestantes llevan meses protestando -con carteles como estos en mano- contra el oligarca tecnológico estadounidense y su papel protagonista en estos primeros meses de gestión de la segunda administración republicana de Donald Trump. La ciudadanía estadounidense -pero también en algunos países del centro de Europa- llaman al boicot al empresario de origen sudafricano y piden no comprar los coches eléctricos de Tesla.