
El presidente de EEUU, Donald Trump, ha sumido al mundo en un caos al declarar una guerra comercial sin precedentes. Sus amenazas (anunciando aranceles desorbitados a todos los países), primero, y su paso atrás (pausándolos temporalmente para negociar), después, dejan muchas incertidumbres, dudas de a qué responden estos giros de guion en los que mantiene el pulso a China, sobre cuáles son sus verdaderos objetivos y qué consecuencias traerá todo ello. Los mercados financieros están reflejando este caos con subidas y bajadas desmesuradas. Esta vez es diferente a otros momentos de pánico, aunque se repiten algunos patrones. Lo que ha ocurrido en las últimas jornadas en los activos financieros explica mucho de lo que está pasando y lo que puede estar por venir, dejando hitos para la posteridad. El mundo desconfía ahora de la mayor potencia económica como destino para invertir.
1. Subidas y bajadas en Wall Street que ya forman parte de la historia
El anuncio de aranceles "recíprocos" pilló a todo el planeta desprevenido, al no haber calibrado hasta dónde podría llegar EEUU en su cruzada comercial frente a todos los países, especialmente contra China. Las 72 horas posteriores en las bolsas ya forman parte de la historia de Wall Street; el S&P 500 solo ha caído más en diez ocasiones, según datos de Andbank en los que recoge que en esas situaciones siempre ha rebotado más de un 20% en los doce meses posteriores. Las subidas también han sido históricas. El rebote del Nasdaq superior al 12% el pasado miércoles fue el mayor desde 2008.
La desconfianza lleva a mantener más la cautela. "Hemos reducido nuestra exposición global a EEUU al contemplar una inevitable salida de capitales de este país, cuya capitalización bursátil representaba casi el 70% del valor de las bolsas mundiales a principios de año", expresaba este viernes Édouard Carmignac Carmignac, presidente y director de inversiones de la casa que lleva su apellido, en una carta a inversores.
2. Los bonos de EEUU y el dólar encienden las alarmas en la Casa Blanca
La deuda americana fue inicialmente el refugio del dinero que salía de la bolsa. Pero duró poco. Los inversores han acabado vendiendo bonos del país y la renta fija, sobre todo a más largo plazo, registró un rápido repunte de la rentabilidad que exige el mercado por comprarla (el rendimiento sube porque hay ventas que provocan caídas de precio). La sombra de China y Japón como grandes tenedores de estos bonos hizo sospechar que Pekín estuviera ya deshaciendo posiciones, además de la presión de los grandes hedge funds y su operativa de basis trade (simplificando, aprovechan las diferencias entre los bonos al contado y los futuros). Esta es una de las alarmas que se encendió en la Casa Blanca antes de que Trump anunciase el cambio de guion por el que ha dado una tregua de 90 días dejando los aranceles en el 10% (salvo el 145% al que los ha subido a China), presionado también por grandes magnates de Wall Street y por miembros de su propio gobierno.
Precisamente uno de los objetivos que busca el republicano es reducir los costes de la deuda para el país, por lo que no ha dejado de presionar a la Reserva Federal (Fed) para que lo ayude bajando los tipos. Ver el bono americano por encima del 4,4% y subiendo más de 40 puntos básicos no debió ser plato de buen gusto. "EEUU tiene un importante déficit fiscal y por cuenta corriente y depende del ahorro exterior para financiar (al menos parcialmente) su déficit público, ya que su ahorro interno por sí solo es insuficiente", recuerdan en Schroders.
Lo que tampoco está sirviendo como refugio es el dólar. Lejos de ello, su hegemonía está ahora más en peligro y algunos expertos apuntan a que los aranceles pueden acelerar una desdolarización del mundo. La divisa estadounidense se hunde un 10% en el año frente a la europea. Con un euro han llegado a comprarse más de 1,13 dólares.
3. Rumores y mucha, mucha volatilidad
En la era de la inmediatez, los mercados han sido víctimas de rumores que han corrido como la pólvora provocando movimientos violentos. El pasado lunes se extendió rápidamente la noticia de una tregua de 90 días (al final sí que se ha producido) que, aunque fue desmentida, provocó un terremoto en índices como el Nasdaq 100: en cuestión de minutos pasó de perder casi un 5% a subir un 4,5% para luego cerrar plano. La volatilidad está muy presente estos días. Algunos indicadores como el Vix, que trata de medir las oscilaciones en el S&P 500, se ha disparado a niveles no vistos desde la pandemia, por encima de los puntos que alertan de miedo entre los inversores. Y no solo eso. El miércoles, por ejemplo, viró totalmente y llegó a registrar la mayor bajada diaria de su historia tras conocerse la pausa. Todo esto dificulta entrar y salir a los inversores, y la mayoría de firmas advierte del riesgo en rentabilidad que supone perderse los mejores o peores días de mercado, recomendando mantener las posiciones.
4. El papel de Europa y la resistencia del Ibex
En el tablero económico que pueda configurarse a partir de ahora, con Washington y Pekín más enfrentados que nunca, son muchas las dudas sobre el papel que jugará Europa. Pero en lo que coinciden los expertos es que la UE necesita una importante política comercial, exterior e industrial para defenderse en este entorno. La bolsa europea lleva meses posicionándose como un mercado más atractivo para los inversores frente a EEUU, aunque lógicamente los principales índices tampoco han aguantado estos días de ventas generalizadas. El balance de estas primeras jornadas deja al Ibex 35, eso sí, como el que mejor resiste las caídas. Desde enero aún acumula un alza del 6% y marcó un hito el jueves al lograr la apertura más alcista de su historia.
5. Miedo a una recesión y su impacto en los beneficios empresariales
Las probabilidades de ver una recesión en EEUU han cambiado mucho estos días (Goldman Sachs le da un 45% y JP Morgan, un 60%). Las consecuencias para la economía americana aún son difíciles de predecir. A pesar de la pausa, "la tasa arancelaria media de EEUU sobre el resto del mundo, y especialmente sobre China, ha aumentado enormemente. Esto podría suponer un riesgo de estanflación para la economía estadounidense y lastrar el crecimiento en otros lugares. La recesión sigue siendo un gran riesgo (quizá justo por debajo del 50%)" apunta Lizzy Galbraith, economista política de Aberdeen Investment.
La otra derivada es el impacto para las empresas. Está sucediendo algo similar a 2020, cuando el Covid dejó en cuarentena las proyecciones de beneficios futuros. Algunos analistas han empezado a hacer números; BofA, por ejemplo, prevé un impacto por los aranceles de un 9% en las ganancias por acción del S&P. En esta temporada de resultados que acaba de empezar es muy probable que las compañías no den guidance o guías al mercado. Hasta que los aranceles no sean definitivos, tras posibles negociaciones, para los bancos de inversión será complicado realizar estimaciones y valoraciones. "La reacción natural de las empresas ante este nivel de incertidumbre será esperar y ver qué pasa, posponiendo o cancelando los planes de inversión. Esto repercutirá negativamente en el crecimiento", señala Paolo Zanghieri, economista sénior de Generali AM.