Bolsa, mercados y cotizaciones

Buffett lo vuelve a hacer: el Oráculo de Omaha contempla desde lo alto de su montaña de liquidez el colapso de Wall Street

  • El inversor estuvo meses deshaciendo posiciones en 2024
  • Berkshire vendió amplios lotes de Apple o Bank of America
  • Su fortuna es de las pocas que ha crecido pese al 'Trump crash'

Que al archiconocido y multimillonario inversor estadounidense Warren Buffett se le conozca como el Oráculo de Omaha no es casualidad. No solo ha construido un imperio -su conglomerado Berkshire Hathaway- a golpe de buenas inversiones. Durante décadas, cualquier mínimo gozne en las bisagras de Wall Street ha sido escuchado con mucha antelación por este gurú. Su último hito está quedando más que patente. Con sigilo, sin hacer apenas ruido, Buffett ha estado meses vendiendo grandes participaciones de destacadas cotizadas estadounidenses hasta apilar una montaña de más de 300.000 millones de dólares de liquidez. Cuando hace no tanto todo el mundo se preguntaba qué tramaba Buffett, ahora solo hay que echar un vistazo alrededor: el colapso se ha apoderado de Wall Street y el oráculo lo contempla, seguro, desde su colina de efectivo.

En los últimos días, el nonagenario inversor (94 años lo contemplan), ha estado de actualidad precisamente por bulos que se han extendido en las redes con supuestos mensajes suyos apoyando la política económica de Donald Trump. Nada más lejos de la realidad. Más allá del comunicado de Berkshire Hathaway desmintiendo estas informaciones, lo que trasluce es lo contrario: Buffett únicamente ha dicho que los aranceles son "hasta cierto punto, un acto de guerra" y parece que intuyó antes que nadie que Trump iba a ser letal para las acciones. Cuando el grueso de los inversores soñaban con un regresado presidente pro-empresarial y con importantes rebajas fiscales bajo el brazo, el Oráculo de Omaha deshacía sigilosamente posiciones y con ese dinero compraba letras del Tesoro de EEUU.

Es verdad que, hasta ahora Buffett no ha dado más pistas. Es muy celoso de su opinión política y desde 2016, cuando se decantó por Hillary Clinton frente a Trump, no ha apoyado a ningún candidato. En su mano está explicar si estos movimientos que hizo hace meses, tan acertados echando la vista atrás, respondía a su intuición política o eran por otro motivo. Pero lo cierto es que han sido providenciales.

Las acciones de Berkshire Hathaway han caído un 8,8% desde el 2 de abril, en comparación con la caída del 10,7% del S&P 500. El desempeño comparativamente sólido del conglomerado refleja cómo el sector de los seguros, muy presente en la cartera del holding, se mantiene relativamente aislado del comercio global.

Es cierto que, en el vendaval, algunas de las principales participaciones de Berkshire, como Bank of America, Chevron y American Express, cayeron con fuerza. Pero más cierto aún es que los amplios recortes de paquetes accionariales de los últimos meses han librado a Berkshire de la sangría que se está viviendo.

Con más de 300.000 millones de dólares eliminados del valor de mercado de Apple, la decisión de Buffett de recortar su participación en el fabricante del iPhone el año pasado parece premonitoria. Del mismo modo, titulares como la venta de más de 14 millones de acciones de BofA (más de 500 millones de dólares), un título fetiche para Buffett durante décadas, el verano pasado cobran relevancia ahora. Ambas acciones han retrocedido más de dos dígitos desde que Trump sacó su pizarra llena de aranceles.

El informe anual de Berkshire, publicado en febrero, ya fue bastante revelador. El holding del afamado inversor había acumulado de forma más exacta 334.000 millones en caja (incluyendo 286.000 millones en notas del Tesoro a corto plazo), la mayor cantidad de toda su historia, frente a los 272.000 millones destinados a cotizadas. Una cifra histórica (la más elevada de toda la historia) que, como han advertido varios analistas, podría interpretarse como un claro indicio de que Buffett olfateaba problemas en el horizonte. Solo durante el cuarto trimestre de 2024, la firma vendió acciones por valor de 6.700 millones de dólares.

Este sabio giro de Buffett, por supuesto, se ha notado en su patrimonio. Entre las personas más ricas del mundo, el inversor está entre los pocos cuyas fortunas personales han crecido este año después de que los aranceles hayan desencadenado semejante ola de ventas. El patrimonio neto de Buffett ha aumentado en 11.500 millones de dólares este año, hasta alcanzar los 153.500 millones, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg. Esto a pesar de una caída de 14.500 millones de dólares desde el 2 de abril, cuando el patrimonio neto del inversor de Nebraska alcanzó su nivel más alto en cinco años.

Buffett es ahora la cuarta persona más rica del mundo y una de las dos únicas personas de las 20 principales de la lista que han aumentado su patrimonio este año. La otra es la heredera de L'Oréal SA, Françoise Bettencourt Meyers, quien ganó 1.800 millones de dólares y ocupa el puesto número 19 en la clasificación de Bloomberg.

La caída de los mercados también ha dado lugar a especulaciones de que Buffett podría aprovechar la situación para hacer grandes compras, pero de momento el Oráculo de Omaha no se pronuncia. Esta cautela coincide con una señal de alerta que Buffett conoce bien: el Buffett Indicator (muy criticado por buena parte de las casas de análisis, pero que parece haber acertado), que compara la capitalización del mercado bursátil estadounidense con el PIB del país, se sitúa en torno al 187%, muy por encima del umbral de sobrevaloración del 158%. En palabras del inversor y analista Zaven Boyrazian, "emparejar ese indicador inflado con la venta de acciones y el riesgo de recesión por los aranceles sugiere que Buffett se estaba preparando para lo peor".

A lo largo de su carrera, Buffett ha demostrado que la paciencia y la disciplina son más valiosas que la euforia. Su fórmula de inversión es tan sencilla como efectiva: comprar negocios excelentes a precios razonables, mantenerlos a largo plazo y aprovechar las caídas del mercado para encontrar gangas. Así lo hizo con Coca-Cola tras el crash de los años 80, o con American Express tras un escándalo financiero en los 60. Con una rentabilidad anualizada del 19,9% desde 1965, ha duplicado el rendimiento medio del S&P 500. Ahora, con 94 años y tras la pérdida de su socio Charlie Munger, Buffett parece estar dejando a su sucesor Greg Abel un arsenal preparado para la próxima gran oportunidad. Mientras tanto, su mensaje es claro: cuando todo el mundo corre, a veces lo mejor es quedarse quieto… con la caja llena.

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