Bolsa, mercados y cotizaciones

Los fondos europeos invierten el 44% de sus activos en compañías de Estados Unidos

Foto: Dreamstime
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Invertir más en Europa. Esta es la consigna a la que se acogen los principales gobiernos del Viejo Continente frente al nuevo entorno que está diseñando la administración de Donald Trump, que ha roto todos los consensos en política internacional y económica que han regido las relaciones transatlánticas desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

En realidad, la llegada del republicano a la Casa Blanca y sus medidas aparentemente estrambóticas han acelerado un proceso que los informes elaborados por Mario Draghi y Enrico Letta ya habían trazado para dinamizar la economía del Viejo Continente. Pero los programas de rearme para hacer frente a la incertidumbre sobre Rusia, a los que se añaden fuertes inversiones en infraestructuras como la anunciada por Alemania, dejan vislumbrar un período de fuerte incremento del gasto en un momento en que los gobiernos ya acumulan altos niveles de deuda.

Cómo compartir este desembolso y hacer partícipes de las ganancias al mismo tiempo a los inversores europeos es el dilema al que se enfrente la Unión Europea. Pero la idea es clara: despertar el dinero dormido en depósitos de los hogares europeos, que ya supera los 14 billones de euros, y convencer a los ahorradores de las bondades de invertir en su propia economía, teniendo en cuenta que en la última década el peso de las compañías europeas en los fondos de bolsa con sello Ucits (una marca que no solo sirve para distribuir de manera transfronteriza fondos en Europa sino en otras regiones como Asia) ha bajado al 34%, con datos de 2023, los últimos disponibles de Efama, desde el 54% que llegó a representar una década antes.

Un período en el que, al contrario, el peso de EEUU se ha duplicado hasta el 44% que tiene ahora gracias a la extraordinaria revalorización que han obtenido los índices norteamericanos por el tirón de las compañías tecnológicas. De hecho, este sector acapara algo más de un quinto de la exposición de los fondos europeos de bolsa.

Ya existen iniciativas para hacer atractiva la inversión en Europa. La semana pasada el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y la comisaria europea de Servicios Financieros, María Luis Alburquerque, presentaron en Madrid una propuesta del Laboratorio de Competitividad, impulsado por España junto a Alemania, Francia, Italia, Polonia, Países Bajos y Luxemburgo, para diseñar una etiqueta que identifique a determinados productos financieros que contarían con determinadas ventajas fiscales.

La intención es presentar una propuesta más tangible antes del verano para que cada país del Laboratorio (el núcleo central de la UE) pueda adoptar los cambios necesarios en sus respectivas legislaciones y acelerar el proceso que persigue Bruselas con las cuentas panaeuropeas en la Savings and Investments Union (SIA), cuyo borrador está previsto que presente hoy, que con los plazos legislativos comunitarios tardará mucho más tiempo en ver la luz de manera efectiva.

A favor de esta conversión de los ahorradores europeos en inversores de las compañías de la región se encuentra un factor que hasta hace poco suponía un lastre: el momentum de los mercados. La irrupción de la firma china Deep Seek trastocó la narrativa sobre la inteligencia artificial que había mantenido altas las expectativas de crecimiento sobre los grandes valores tecnológicos, pese a encontrarse sus cotizaciones en máximos.

Los temores a que la economía de EEUU, además, entre en un terreno desconocido con las medidas arancelarias aplicadas por Trump han vuelto a colocar en el radar a Europa en la cartera de los inversores internacionales, como muestra de nuevo la encuesta a gestores de carteras de Bank of America, que revela por primera vez una sobreponderación al Viejo Continente, el segundo mayor incremento en lo que va de siglo.

Hay que tener en cuenta que este fuerte peso de las compañías norteamericanas está impulsado también por el auge de la gestión pasiva en los últimos años, que se ha convertido en una forma fácil de acceder a los mercados para las nuevas generaciones, por la rapidez que proporcionan las plataformas digitales. Esto se comprueba al ver que los ETF ya representan el 14% del volumen total de activos de los fondos de inversión europeos, con datos a cierre de 2024, un año en el que atrajeron el 44% de los flujos netos. De hecho, los ETF de bolsa atrajeron 192.000 millones de euros, mientras que los fondos activos sufrieron reembolsos, por valor de 51.000 millones.

A la hora de analizar la asignación global de los fondos europeos por países, no solo se ve la mayor preferencia por Estados Unidos, sino también el escaso peso de Francia (5%) y Alemania (4%), el mismo porcentaje que representan Japón y China y por debajo del 9% que supone Reino Unido.

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