Bolsa, mercados y cotizaciones

Volver a enamorar al inversor para que regrese al cine y no todo sea Netflix

Escena de 'Cinema Paradiso'.

Una de las películas que más veces he visto es Cinema Paradiso. La dirección de Giuseppe Tornatore y la música de Ennio Morricone bruñen una de esas joyas que nunca dejaré de tener ganas de ver. Para mí en la vida hay algo de esta película y es lo que Alfredo, el viejo proyector cinematográfico, le dice a Totó, el niño que se enamora de las películas: "Hagas lo que hagas, ámalo; como amabas la cabina del Cinema Paradiso cuando eras niño". El director ganador del último Oscar, Sean Baker, al recoger la estatuilla, hacía la siguiente reflexión: "¿Dónde nos enamoramos de las películas?" –Y enfatizaba para hacer más potente su reflexión–. "Cineastas sigan haciendo películas para la gran pantalla. Distribuidores estrenen las películas en el cine. Padres lleven a sus hijos a las salas de proyecciones para que las futuras generaciones amen el cine".

Los accionistas de las compañías cotizadas en el mercado español, uno detrás de otro, llenarían decenas de estadios de fútbol. Aunque muchos accionistas, como es lógico, lo son de distintas compañías, se calcula que en España hay entre un millón o dos millones de particulares que compran acciones. Quizás la base clientelar de quienes compran fondos de inversión es algo más amplia. Pero poco más. El problema principal es que no estamos sabiendo renovar y hacer crecer el número de inversores. Al igual que sucede con el cine, tenemos que hacer una profunda reflexión de los motivos por los que no estamos siendo capaces de enamorar a futuros accionistas y partícipes de fondos.

No estamos sabiendo entender que las nuevas generaciones son diferentes a cómo éramos nosotros cuando empezamos a invertir. Cuando nosotros nos iniciamos en comprar y vender acciones también lo hacíamos con la intención de ganar rápido y salir corriendo. Una posición de largo plazo era una inversión de corto que había salido mal. Pero con una diferencia enorme, la gamificación actual es muy superior porque son generaciones que viven pegadas a una pantalla abierta 24 horas, que nunca cierra. Su necesidad de inmediatez es mucho mayor, y no aprenden que se invierte entendiendo las compañías que se compran o por la confianza que generan los gestores de fondos.

Es cierto que los jóvenes inversores nos están entrando por los ETFs, que son como el Netflix de la inversión. Lo mismo pero en pantalla pequeña, y con la ventaja de poder comprar y vender a un precio cerrado a diferencia de un fondo, pero sin el interés de conocer la trayectoria y las ideas de inversión de un gestor. Es nuestra responsabilidad que una nueva generación ame la industria de la inversión.

El cine emociona, la inversión interesa.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky