
Los futuros de petróleo están perdiendo en una jornada todo lo ganado la semana pasada. Es cierto que en el cómputo de los cinco días de la semana pasada, el crudo 'solo' se anoto una subida del 1%, pero la caída de este lunes es significativa dado el contexto geopolítico (ayer domingo Israel volvió a ser atacado en su propio territorio por Hezbolá). El crudo Brent, de referencia en Europa, está cayendo más de un 2%, hasta la zona de los 77 dólares. Parece que en la jornada presente, el miedo a la prematura desaceleración de la economía china (el mayor importador de crudo del mundo) es mayor que el riesgo a un ataque de Israel sobre la infraestructura petrolera de Irán o un bloqueo de Teherán del Estrecho de Ormuz. Los mercados temen que China esté desacelerándose incluso más rápido de lo que ofrecen las cifras oficiales y que el paquete de estímulos sea insuficiente o, simplemente, acabe teniendo el mismo impacto que tuvieron los estímulos en Japón hace más de 30 años. Si China deja de crecer a un ritmo elevado, el petróleo no encontrará sustituto en el mercado para reemplazar el crecimiento de la demanda del 'gigante asiático'.
Probablemente, el escenario más temido para los países productores de petróleo es el de una 'japonización' de China. Este escenario prevé que el 'gigante asiático' abandona sus sólidas tasas de crecimiento para embarcarse en un viaje económico a ninguna parte en el que la inflación queda dormida, los tipos de interés se mantienen aletargados sine die y el crecimiento económico se estanca ante la pérdida de dinamismo de la economía y la caída de la población. China sufre muchos de estos problemas hoy y se espera que el el futuro se puedan agudizar. Si todo ello sucede, la demanda de crudo en China crecerá de forma menos intensa primera, para estancarse más tarde y terminar cayendo.
En los mercados ya se puede atisbar el reflejo de esta 'japonización'. El rendimiento de los bonos gubernamentales chinos a 30 años va camino de caer por debajo de su equivalente japonés por primera vez en dos décadas. Los rendimientos a largo plazo de China están tocando nuevos mínimos en medio de una perspectiva débil para la segunda economía más grande del mundo ante el riesgo de deflación del gigante asiático.
Las dificultades económicas de China han avivado los temores de una recesión de balance como la que experimentó Japón en la década de 1990. Estas recesiones se producen cuando los altos niveles de deuda del sector privado hacen que las personas o las empresas se concentren colectivamente en ahorrar para hacer frente al pago de la deuda en lugar de gastar o invertir, lo que hace que el crecimiento económico se desacelere o disminuya. y la inflación se 'congele'. En China se cree que los consumidores y las empresas están priorizando el pago de la deuda después del colapso del mercado inmobiliario, algo que se parece peligrosamente a lo que sucedió en Japón a finales de los 80.
Los esfuerzos de China por evitar lo que le sucedió a su vecino se han intensificado tras la presentación de una serie de medidas que combinan una política fiscal y monetaria más expansiva. Pero es que incluso eso se asemeja a los intentos de Japón durante años por reanimar su economía. El presidente Xi Jinping y los principales líderes han pedido un gasto fiscal suficiente y apoyo al sector inmobiliario. Sin embargo, los datos de consumo (y con ellos los de demanda de petróleo) no están mostrando ningún tipo de reacción por el momento.
Los datos que atemorizan al petróleo
Los más pesimistas respecto a China han encontrado este lunes un sólido argumento para olvidar durante un momento los temores de una escalada en Oriente Medio y recordar que la voracidad China es la que manda en el mercado. Según los datos de aduanas publicados el lunes, en septiembre las entradas de crudo cayeron a 45,5 millones de toneladas, un 7,4% menos que en agosto y equivalente a 11,1 millones de barriles diarios, según explican desde Bloomberg. Esta caída viene debido a que unos menores márgenes de refinación y una industria que consume menos de lo esperado (ante una economía menos boyante de que muchos imaginaban) está limitando las compras de 'oro negro'.
China es un elemento totalmente determinante para entender tanto el presente como el futuro del mercado. A pesar de que es el segundo mayor consumidor del mundo, con 12.791 barriles devorados por día, la realidad es que apenas es el sexto productos frente a un EEUU, que lidera el consumo pero también la producción siendo, de hecho exportador neto. Esto ha generado que el gigante asiático sea, de facto, el mayor agente del mercado desde el punto de vista de la demanda.
Si su posición ya es tan relevante actualmente, esto pesa mucho más teniendo el cuenta el potencial que se presumía a la potencia milenaria. Tanto la OPEP como el mercado petrolero esperaban que esta economía se reactivase con fuerza este año siendo el principal responsable de un potente déficit. La realidad ha sido muy distinta: "En medio de una abrupta desaceleración del consumo chino de petróleo, el crecimiento de la demanda mundial se está enfriando drásticamente con respecto a las tasas observadas en los últimos años", comentan desde la Agencia Internacional de la Energía.
Con todo, la OPEP se ha visto obligada a recortar sus previsión de demanda global de crudo para este año y el próximo. "El ajuste refleja los datos reales recibidos, combinados con expectativas ligeramente inferiores para algunas regiones", ha explicado la organización este lunes en su boletín mensual de octubre. Según el informe del cartel, la demanda mundial de petróleo en 2024 alcanzará los 104,14 millones de barriles diarios (mb/d), lo que supone un incremento de solamente 1,93 mb/d respecto del consumo de crudo correspondiente a 2023, lo que implica un ajuste a la baja de 106.000 barriles diarios respecto del pronóstico de septiembre.
El sentimiento del mercado de petróleo
Las últimas cifras no hacen más que incidir en un sentimiento que se ha ido adueñando del mercado los últimos meses. Más allá de los datos de importación, esto se suma a la decepción que se han llevado los mercados con los 'estímulos'. El gigante asiático anunció una enorme inyección desde el banco central en diferentes frentes para reactivar la economía, algo que ha vuelto a generar cierta esperanza de que el resurgir chino sea posible. Sin embargo, la falta de concreción respecto al plan está obligando a matizar ese entusiasmo.
Este lunes el mercado petrolero se ha encontrado con la resaca de un fin de semana donde las autoridades chinas presentaron una sesión informativa en la que, pese a que todos daban por hecho que habría novedades, no se han aterrizado. "Los precios abrieron a la baja después de la conferencia de política monetaria de China durante el fin de semana no ofreciera nuevos incentivos para impulsar el consumo en el país", comenta Ewa Manthey, analista de ING.
Los estímulos no convencen
Todo esto en un contexto de alta tensión bajista para la materia prima dado el equilibrio entre la oferta y la demanda. La enorme producción de EEUU, que proyecta 20.000 barriles diarios más para 2024 de producción (13,35 millones de barriles diarios) se ha sumado a una oleada productora desde países como Guayana, Brasil o Canadá. A esto hay que sumarle una OPEP cansada de los recortes voluntarios, a los que ya ha prometido ir renunciando poco a poco, al tiempo que las grietas internas, con países saltándose sus limitaciones, están generando un entorno favorable a una bajada de precios.
En cualquier caso, el factor diferencial sigue siendo China. Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ven una demanda desacelerando mientras el suministro mundial aumenta hasta los 103,5 millones de barriles diarios. "La débil demanda china y los vientos económicos en contra agudizaron los temores de un exceso de oferta", comentaba la institución.
En el otro lado de la balanza, más allá de las dinámicas del mercado, está el miedo. Concretamente, los precios llevan semanas sometidos a gran volatilidad y habiendo escalado de forma crítica desde el suelo de 70 dólares el barril gracias a los sucesos de Oriente Medio. La escalada bélica en la región entró en una nueva fase cuando, tras numerosos problemas entre ambas naciones, Irán decidió realizar un ataque con misiles contra Israel. La república hebrea ahora amenaza con responder atacando balisticamente a la estructura de refino y petrolera persa.
A pesar de que Irán no es un gran productor es una de las mayores potencias de refinamiento de la zona y, especialmente, tiene influencia en el tránsito por el estrecho de Ormuz, el paso angosto por el que pasa el 20% del suministro del planeta. Para entender el poder intimidatorio que proporciona esto, desde Schroders comentan que simplemente con el régimen de los ayatolás "insinúe la posibilidad de bloquear el paso", el petróleo se dispararía hasta sus máximos históricos de 147 dólares el barril.
Es por ello que el mercado del petróleo se ha convertido en un baile violento entre la depresión por la demanda China y el ánimo desatado por el potencial destructivo de Irán. En ese sentido, tras días de caídas, vuelve a imponerse parcialmente el primer sentimiento. Ahora queda por ver si Israel termina de aterrizar sus amenazas o se diluyen con el paso de los días y, con ese frente controlado, China y la eficacia de sus estímulos para encender su economía marcarán el rumbo de la materia prima.
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