
El Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés) ha cumplido este jueves con lo previsto y ha mantenido los tipos de interés en el 5% tras el primer recorte del ciclo decretado en su reunión de agosto, cuando bajó las tasas por primera vez en cuatro desde el 5,25%. El banco central de Reino Unido mantiene así su guión y no se deja llevar por la oleada que ha provocado la decisión de la Fed este miércoles de proceder a un gran recorte de tipos de 50 puntos básicos, lo que mete cierta presión a sus homólogos de las economías avanzadas.
El BoE no solo ha mandado un mensaje de que mantendrá sus tiempos. También ha telegrafiado una clara unanimidad en la decisión, votando ocho miembros del Comité de Política Monetaria (CPM) a favor de la pausa y solo uno pidiendo un nuevo recorte. Esta votación destila un tono más hawkish al prever los analistas una votación de 7-2 e inclinarse los riesgos hacia una más dovish o acomodaticia votación de 6-3.
Otro punto importante ha llegado con la nueva frase incluida en el comunicado del banco central: "En ausencia de acontecimientos importantes, sigue siendo apropiado un enfoque gradual para eliminar la restricción de la política monetaria". "El contraste entre esto y el enorme recorte de tipos de la Reserva Federal de 50 puntos básicos de anoche tiene sentido, ya que el BoE todavía tiene que pasar de preocuparse menos por la inflación a preocuparse más por la debilidad de la actividad", valora en una nota para clientes Paul Dales, economista jefe para Reino Unido de Capital Economics.
"Al dejar los tipos de interés en el 5%, el Banco de Inglaterra demostró que se parece más al BCE que a la Reserva Federal y que está recortando los tipos de interés de forma gradual en lugar de rápida. Sólo esperamos un nuevo recorte de 25 puntos básicos este año (en la próxima reunión de noviembre), aunque el ritmo de los recortes podría acelerarse el año que viene y los tipos acabarían cayendo hasta el 3%, en lugar del 3,25-3,5% previsto en los mercados", agrega Dales. "Prevemos que la institución mantendrá una postura relativamente prudente en cuanto a la relajación, con una nueva bajada de tipos en noviembre, y continuará con la pauta de recortar los tipos una vez cada dos reuniones", se pronuncia Luke Bartholomew, economista jefe adjunto de abrdn.
La prueba de la firmeza del BoE se ha reflejado en el mercado de divisas. Aunque el dólar venía cayendo en la resaca de la reunión de la Fed frente a sus más destacados pares, la resolución del BoE se saldaba en un primer momento con un avance superior al 0,5% de la libra esterlina frente al 'billete verde', repunte que después se moderaba. Aunque se esperaba esta pausa del BoE, los rendimientos de los gilts (bonos soberanos británicos) a dos años, los más vinculados a la trayectoria inmediata de los tipos de interés, han escalado seis puntos básicos hasta el 3,95% tras el comunicado del banco central.
La decisión del BoE llega justo 24 horas después de la publicación del IPC de agosto, que llevó a los inversores a considerar aún menores probabilidades de un recorte de tipos en septiembre (tan solo cuatro puntos básicos). El IPC general del Reino Unido se mantuvo el mes pasado estable en el 2,2% interanual de julio, aunque el índice subyacente se aceleró del 3,3% al 3,6%, en línea con las expectativas. Un aumento anual del 11,6% en las tarifas aéreas impulsó en gran medida el IPC subyacente, mientras que las contribuciones compensatorias de los alimentos y el alcohol llevaron a una cifra general sin cambios.
"La subida del IPC en agosto es coherente con la previsión del BoE de una aceleración de la inflación a corto plazo. La dinámica del mercado laboral sigue resistiendo, con una tasa de desempleo que bajó al 4,1% en julio, y la desaceleración del crecimiento salarial ha sido insuficiente hasta ahora para moderar las presiones inflacionistas en el sector servicios", explican los analistas de BCA Research. Sin embargo, matizan, "el banco central espera que las presiones desinflacionistas dominen más allá del corto plazo, lo que impulsará posteriores recortes de tipos".
"El 'pico de glucosa' económico relacionado con la pandemia ya se ha desvanecido, y los últimos acontecimientos refuerzan nuestra convicción de que la inflación seguirá bajando. El Reino Unido no es una excepción en esta tendencia. El crecimiento de los salarios en el Reino Unido también está disminuyendo hasta un 4%, lo que indica un entorno más favorable para futuros recortes de tipos", coinciden los analistas de Pimco. Con todo, remachan desde BCA Research, la persistente inflación de los servicios hace que el BoE probablemente suavice su política monetaria más lentamente que sus homólogos de las economías avanzadas, en particular el BCE.
"Claramente, la relativa cautela del Banco de Inglaterra contrasta con el firme comienzo del ciclo de relajación de la Reserva Federal. Esta diferencia en las políticas refleja en parte los diferentes mandatos de los dos bancos centrales, pero también las diferentes perspectivas de crecimiento e inflación. Las presiones inflacionistas subyacentes en el Reino Unido siguen siendo elevadas, mientras que el mercado laboral envía mensajes bastante contradictorios sobre la salud de la economía. Esta divergencia debería ayudar a sostener la libra por ahora. Pero es posible que la atención de los mercados británicos se desvíe cada vez más de la política monetaria y se centre en la política fiscal a medida que nos acercamos al Presupuesto de finales de octubre. Ciertamente, el el Banco de Inglaterra tendrá que incorporar cualquier cambio fiscal en sus próximas previsiones, lo que podría sentar las bases para recortes más rápidos a su debido tiempo", escribe Bartholomew desde abrdn en un comentario tras la reunión.
En reunión de este jueves, el BoE también ha dicho que reducirá su balance (es decir, el ajuste cuantitativo) en los próximos 12 meses en 100.000 millones de libras esterlinas, el mismo ritmo que en el último año. Esto es un poco más lento que los 135.000 millones de libras que la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR) había supuesto para los próximos 12 meses, lo que significa que un ajuste de la regla fiscal de la deuda pública puede aumentar el margen fiscal del Canciller (ministro de Hacienda) del nuevo gobierno laborista un poco menos que antes.