
Una vez el verano está llegando a su final, las playas se van vaciando y las aulas vuelven a tener actividad, el tiempo de calma en la política monetaria se ha acabado. Los banqueros centrales vuelven esta semana de sus respectivos periodos de reflexión y habiendo visto desde la tumbona lo que ha ocurrido durante el mes de agosto, se han reunido en Jackson Hole para compartir el nuevo sentir que existe en los mercados en cuanto a sus políticas, que no es otro que el de que tendrán que acelerar los recortes de tipos para evitar una recesión de sus economías, como ya se advirtió tras publicarse el dato de empleo en Estados Unidos del mes de julio.
Esta semana el BCE celebrará su antepenúltima reunión de tipos del año, en la cual se da por seguro un recorte de 25 puntos básicos hasta dejar la referencia en el 4%. Sin embargo, hace solo unas semanas la posibilidad de que el recorte fuera del doble era muy real en los mercados. Ahora, se están descontando un total de 75 puntos básicos de bajada hasta final de año.
Al otro lado del Atlántico los miembros del FOMC (Comité de Operaciones del Mercado Abierto) se reunirán la semana que viene en un encuentro con más incertidumbre que el del BCE. El mercado, en este caso, le da una probabilidad del 40% aproximadamente a que el recorte sea de 50 puntos y no de 25. En total, se espera que acabe el ejercicio con la referencia en el 4,5%, un punto porcentual menos del nivel actual.
En los últimos días ya se ha reflejado esto en las operaciones de renta fija. La gran referencia, el bono de Estados Unidos a 10 años, cotiza con una rentabilidad inferior al 3,7% en el mercado secundario, la mínima desde junio de 2023 en lo que es una clara apuesta de los inversores por una Fed agresiva en las tres reuniones que quedan. Al igual, el bono director en Europa, el Bund alemán, se sitúa también en zona de mínimos del año, en el 2,15% de rendimiento.

En ambos lados del charco, por tanto, se van a ver varias bajadas de tipos en los próximos meses. No obstante, los inversores claramente están apostando una Fed más dura en este sentido y eso se refleja también en el mercado de divisas.
Desde los mínimos de abril el euro ha rebotado ya cerca de un 5% frente al dólar, llegando a rozar en el mes de agosto los 1,12 dólares por unidad, que es un nivel que no se había cruzado desde julio del año pasado.
Y es que los inversores están comprando claramente este pequeño desequilibrio entre bancos centrales. Las posiciones netas (largas menos cortas) sobre los futuros del euro se acercan a las 100.000, la mayor cifra desde comienzos de año, cuando recordemos que también se habían disparado las expectativas de bajadas de tipos. Por su parte, los inversores también esperan un dólar más fuerte en los próximos meses pero con mucha menos intensidad ya que el número de contratos de futuro sobre el billete verde se encuentra por debajo de los 20.000 netos, una quinta parte de los del euro.
"La rigidez de la inflación y las buenas noticias sobre el desempleo, que ha vuelto a caer hasta el 6,4%, otro mínimo histórico de la eurozona, significan que probablemente el BCE tendrá que conformarse con mantener un recorte cada dos reuniones mientras que los mercados están valorando un resultado más moderado, existiendo la posibilidad de que el euro siga subiendo si se defraudan las expectativas", señalan desde Ebury.
"Lo más probable es que las expectativas de recortes de tipos sean exageradas y la Fed lo sabe. Los indicadores del mercado laboral, habitualmente fiables, siguen desvirtuándose ya que el reciente aumento del desempleo es resultado de un shock de oferta y no de un enfriamiento de la demanda merced a una inmigración que aumenta la población activa por encima de la tendencia", exponen en Julius Baer. "Otros indicadores como las intenciones de contratación están firmes", agregan. "Además, la incertidumbre sobre la eficacia de la transmisión de la política monetaria al sector privado es muy elevada, más que a través de la fiscalidad", concluyen.
El yen japonés cotiza en niveles del mes de enero
La otra gran divisa mundial (con permiso de yuan), el yen, también ha sido noticia en las últimas semanas. Precisamente fue protagonista la moneda nipona del susto de las bolsas del inicio de agosto, cuando un fuerte repunte de su valor hizo que se tuviesen que cerrar muchas operativas de carry trade sobre esta divisa al contemplar las primeras subidas de tipos por parte del Banco de Japón, lo que a su vez hizo desplomarse a la bolsa japonesa. Ahora, algo más de un mes después de este acontecimiento, el yen ha seguido apreciándose frente a sus principales pares. Con respecto al dólar, esta moneda ya cotiza en máximos no vistos desde el mes de enero, alcanzando los 0,007 dólares por yen al cierre semanal.