
Los primeros días de agosto, las bolsas mundiales sufrieron una sangría de la que ya han logrado escapar. Los temores a una recesión inminente en EEUU, ahora alejados, sembraron el pánico entre los inversores. En medio de lo que fue un tremendo susto, el Nikkei japonés llegó a ceder un 12% en una sola sesión, y el S&P 500 se dejó más de un 6% en tres días. Esos temores quedan ahora lejos y, de hecho, las plazas globales han visitado posteriormente máximos históricos, igual que el Dow Jones.
Aquellas sesiones bursátiles de inicios de mes tuvieron una clara beneficiada: la renta fija. Muchos inversores, movidos por el nerviosismo, optaron por vender bolsa y comprar bonos en el mercado secundario, haciendo subir los precios de este activo. Desde el 24 de julio, el bono estadounidense a 10 años -el activo libre de riesgo de referencia en el mundo- se ha apreciado un 3,75%. En ese mismo periodo, el índice que refleja el comportamiento de la deuda global -el Bloomberg Global Aggregate- ha subido por precio un 4,2%. Estos porcentajes, que en renta variable no son tan llamativos, sí son más que notables en un activo como la renta fija, especialmente por el hecho de haberse conseguido en sólo unas semanas.
En paralelo a esas alzas del precio, el T-Note estadounidense ha visto caer su rentabilidad del 4,28% (a fecha 24 de julio) al 3,84% actual (en la renta fija, subidas del precio se traducen en descensos del rendimiento). Esta rentabilidad del bono americano acaba de tocar mínimos no vistos desde junio de 2023.
En el caso del bono español a 10 años, quien estuviese invertido ha visto ganancias cercanas al 1,5% en ese mismo periodo. El rendimiento ha retrocedido en ese mismo periodo desde el 3,26% hasta estar por debajo del 3,1%.
En positivo en el año
Después de una auténtica travesía del desierto, la renta fija levanta, por fin, la cabeza. Y la recuperación ha sido rápida. Con el empuje de ese pánico en las bolsas, todas las principales categorías de deuda que recoge Bloomberg (que son un total de 19) están ya en positivo por precio en el año (a cierre de junio, sólo 5 lo estaban).
Un inversor posicionado en high yield global (representado en el índice Bloomberg Global High Yield) ha visto revalorizarse su cartera un 7,5% en lo que llevamos de año; la deuda emergente en dólares ha subido un 6,4%; la deuda corporativa global sube algo más de un 4%, y la deuda global agregada (cuyo comportamiento refleja el ya mencionado Bloomberg Global Aggregate) repunta un 2,5%.
El momento parece idóneo para la renta fija, con un cóctel compuesto por ese miedo a las bolsas desatado a comienzos de mes, junto a la claridad que ya ofrece la senda de las bajadas de tipos, tan largamente esperadas. El simposio de banqueros centrales de Jackson Hole no hizo sino confirmar que los recortes ya están aquí ("el tiempo para ajustar nuestra política ha llegado", afirmó Jerome Powell, presidente de la Fed). Actualmente, el mercado espera bajadas por un total de 100 puntos básicos de aquí a final de año, tanto en Estados Unidos como en Europa.
"Nuestra opinión es que una bajada de tipos por parte de la Fed el 18 de septiembre es un hecho", señala Felipe Villarroel, socio y gestor de carteras en Vontobel. A partir de ese momento, "los futuros recortes y el ritmo del ciclo de relajación monetaria dependerán de los datos. Si el mercado laboral se deteriora rápidamente, la Fed aplicará recortes más agresivos; si no es así, la Fed puede permitirse ser más paciente y esperar a que las obstinadas cifras de inflación de los servicios sigan cayendo", añade. El actual entorno "es bueno para la renta fija, ya que los bonos del Estado deberían estar bien respaldados [...]. A pesar de los episodios de volatilidad a corto plazo, el carry sigue siendo el motor de la rentabilidad total para los inversores a medio plazo, y dado que los rendimientos ofrecidos son bastante atractivos, creemos que es poco probable que los inversores en renta fija se sientan decepcionados", señala.