
Lo habitual en la política monetaria es que los bancos centrales se muevan siguiendo el esquema líder-seguidor, un régimen por el cual la Reserva Federal estadounidense, el principal banco central del planeta, lidera al resto de bancos centrales con sus políticas. Lo normal es que la Reserva Federal estadounidense siempre empiece los procesos de subidas o recortes de tipos antes que el resto de bancos centrales, ya que estos se adaptan a las medidas que toman los políticos monetarios de la principal economía del mundo. En este ciclo de recorte de tipos que se avecina todo apunta a que no se va a dar esta situación, y que el BCE bajará el precio del dinero antes que la Fed. Así lo espera el mercado, y los indicadores adelantados de inflación de largo plazo apuntan en la misma dirección, confirmando que el BCE está muy cerca de cumplir con su objetivo, pero que la Fed todavía tiene trabajo por delante.
El swap de inflación a 10 años, también conocido como 5y5y, recoge las expectativas de inflación que tienen los mercados para los 5 años que comienzan dentro de un lustro. Es uno de los indicadores fetiche de los bancos centrales, ya que les permite conocer qué presión inflacionista se espera en el largo plazo, una medida que les ayuda a poder tomar sus decisiones de política monetaria con el punto de mira puesto en el futuro lejano. Los bancos centrales suelen hacer referencia a este indicador y, ahora, si se guían por la situación en la que se encuentra en EEUU y en Europa, todo apunta a que el Banco Central Europeo (BCE) está mucho más cerca de cumplir con su objetivo que la Reserva Federal.
En Estados Unidos, este índice fetiche de inflación para la Fed no está dando buenas señales para el banco central. Si en octubre el swap de inflación empezó a debilitarse en la zona euro, y lo llevó desde el 2,7% hasta el 2,25% actual, en Estados Unidos se está resistiendo a moderarse, y apenas se ha reducido hasta el 2,5%, un nivel todavía muy elevado como para que la Fed pueda permitirse comenzar a bajar los tipos de interés. Las distintas dinámicas que han tenido los swaps de inflación de largo plazo se agudizaron en septiembre de 2023, ampliando el diferencial entre ambos indicadores hasta los niveles actuales.
El mercado espera antes el recorte del BCE...
La lectura que deja el índice de inflación de largo plazo es clara: las presiones inflacionistas serán más intensas en el gigante norteamericano en el futuro frente a la eurozona. Ahora que el problema para los bancos centrales es conseguir controlar una inflación desbocada en el pasado reciente, el BCE puede estar viendo esto con buenos ojos, pero la realidad que esconde este indicador tiene mucho que ver con una economía con peores perspectivas en Europa que en Estados Unidos. El consenso de analistas que recoge Bloomberg, por ejemplo, apunta a un crecimiento muy reducido para la zona euro, del 2,5% en el PIB real (PIB descontando la inflación) en 2023 y 2024, y repuntando hasta el 1,4% en 2025, mientras que para EEUU los pronósticos apuntan a un avance del PIB real del 2,5% en 2023, del 1,6% en 2024 y del 1,7% en 2025 para Estados Unidos.
Con este escenario sobre la mesa, no es de extrañar que los mercados consideren ahora que es más probable que el BCE empiece a recortar los tipos antes que la Fed, ya que la debilidad de la economía europea lo permitirá, mientras que, en Estados Unidos, existe más peligro de que un recorte de tipos antes de tiempo genere un nuevo impulso indeseado en la inflación. A día de hoy los inversores están comprando que el BCE empiece a recortar los tipos en su reunión del 1 de abril, frente a una Fed que no movería ficha hasta un mes más tarde: los mercados compran que el primer recorte del organismo estadounidense llegará el 1 de mayo.
Los mercados han ido recalibrando poco a poco sus expectativas de recortes de tipos para 2024, y estas cada vez encajan más con el escenario que espera la propia Reserva Federal. Si a finales del año pasado los inversores compraban hasta 6 recortes de tipos de 25 puntos básicos por parte del organismo en 2024, ahora las expectativas apuntan a que habrá entre 4 y 5 bajadas este año, un escenario que encaja mucho mejor con las previsiones de los miembros de la Fed: en diciembre, según el 'dot plot' de la Fed, los políticos monetarios americanos esperaban 3 recortes de tipos en 2024. Con una economía tan fuerte como se espera en EEUU y unas expectativas de inflación de largo plazo tan elevadas, por encima del 2,5%, parece imposible concebir que la Fed fuese a embarcarse en un recorte de tipos tan agresivo como se esperaba a principios de año.
Todo esto también encaja con las últimas declaraciones de un miembro del Comité Federal del Mercado Abierto de la Fed, Michelle Bowman, quien ha reconocido públicamente cómo "todavía es muy pronto para proyectar cuando vamos a recortar tipos", y considera que "no es apropiado recortarlos en el futuro inmediato". Para Bowman, los tipos en Estados Unidos deberían mantenerse un tiempo en los niveles actuales, "los adecuados", a su juicio.
...pero también se retrasa la fecha de bajada en Europa
Aunque el mercado ya vea al BCE recortando tipos antes que la Fed, también está retrasando el momento en el que espera que el organismo europeo mueva ficha por primera vez. Las expectativas de ver seis recortes de tipos en 2024 se han borrado, y ahora se inclinan por entre 4 y 5 bajadas de 25 puntos básicos este año, el mismo escenario que para la Fed, pero comenzando el proceso con un mes de antelación.
Christine Lagarde, la presidenta del BCE, dejó un mensaje menos agresivo que la Fed en la última reunión, y el mercado así lo percibió (Powell negó con más firmeza que la bajada de tipos esté cerca en EEUU, frente a una Lagarde que se reafirmó en su expectativa de ver un primer recorte ya en verano), el mercado sigue esperando una bajada de tipos en Europa antes de lo que indica el propio BCE. Y el organismo tiene motivos para intentar enfriar los ánimos: la semana pasada anunció el lanzamiento de un nuevo indicador adelantado del desarrollo de los salarios en la zona euro (un elemento fundamental que vigila ahora el BCE para anticiparse a posibles repuntes inflacionistas), y las perspectivas que deja el nuevo índice adelantado también apuntan a que hay riesgo de que el recorte de tipos se retrase todavía más, al pronosticar que el avance de los salarios todavía tendrá recorrido en los próximos meses, y que aún no se ha tocado techo en este sentido.