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La renta fija desde el plano macroeconómico, ¿cuáles son las áreas de más valor a corto y medio plazo?

La renta fija, en el centro de todas las miradas
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Dentro del panorama de los activos financieros, la relevancia de la renta fija se destaca por su considerable tamaño, superando en más de tres veces al universo de renta variable. A pesar de esta magnitud, la renta fija tiende a recibir menos atención mediática. Sin embargo, su importancia radica en su capacidad para proporcionar estabilidad y generación de ingresos, lo que la convierte en un componente fundamental en las carteras de inversión.

Tomando como referencia el mercado de bonos del Tesoro con mayor liquidez y volumen, el bono estadounidense, es notable observar su tendencia de largo plazo de tipos a la baja desde su punto máximo en 1981, cuando las tasas a 10 años alcanzaron cotas cercanas al 16%. Esta disminución sostenida en las tasas de interés ha persistido hasta la llegada de un evento exógeno, en este caso, la pandemia de la Covid-19.

Es interesante observar cómo los catalizadores estructurales que se han manifestado desde la década de 1980, envejecimiento de la sociedad, tasas de crecimiento económico más moderadas y un entorno de inflación controlada han dado paso a un nuevo paradigma mundial.

La influencia de la globalización financiera, la cual llevó los tipos de interés cerca de cero en Estados Unidos e incluso a niveles negativos en Europa debido a las acciones de los Bancos Centrales, también han colaborado en acentuar este cambio de tendencia.

Este giro de guion desde el surgimiento de la pandemia se ve caracterizado por un aumento significativo de las presiones inflacionistas, tanto en un inicio, provenientes por parte de la oferta como su posterior convivencia con presiones desde el punto de vista de la demanda.

La falta de actividad laboral en las empresas, consecuencia directa de las restricciones impuestas para contener la propagación del virus, dañó la oferta de bienes y servicios. Además, la necesaria adaptación tecnológica de muchas empresas durante la crisis ha introducido costes adicionales que podrían haber contribuido a la escalada de precios.

Disrupciones en el transporte de materias primas como resultado de las restricciones y cierres a nivel mundial, han hecho que este efecto no sea tan temporal como inicialmente se pensaba.

Todos estos factores achacables al lado de la oferta vinieron acompañados por una mayor demanda debida a políticas fiscales expansivas afectando positivamente a hogares y empresas. El aumento de la masa monetaria en circulación junto al crecimiento en las tasas de ahorro sentó el caldo de cultivo perfecto para este escenario inflacionista.

En cuanto a las medidas adoptadas, en 2021 los principales Bancos Centrales tomaron una posición moderada ante la incertidumbre de los efectos que podría tener una política monetaria restrictiva. Una inflación donde todavía no se dilucidaba si sería temporal o se podría extender en el tiempo.

Dos shocks externos decantaron la balanza hacía una inflación más resistente de lo esperado, el inicio de un conflicto bélico en Europa entre Rusia y Ucrania, así como políticas de Covid cero en China.

La interconexión global a través del comercio hizo que sus efectos se extendieran a nivel mundial, obligando a la acción reflejada en una subida de tipos sin precedente debido a su velocidad en gran cantidad de países y donde los efectos de segunda ronda se están dirimiendo actualmente.

Todos estos movimientos que tuvieron un impacto muy negativo en 2022 y 2023 se traducen actualmente en un mercado de renta fija mucho más atractivo en términos de rentabilidad.

Hemos pasado de rentabilidades cercanas a cero en 2020 a un pico mayor de 5% en el bono del Tesoro americano a 2 años en 2023. Esto quiere decir que nuestro dinero es remunerado a tasas no vistas desde 2006.

Saber si es una gran oportunidad invertir en renta fija y en que tipo de activo según su calidad crediticia, depende principalmente de dos factores, que opinamos de la evolución de nuestro entorno macro y obviamente contextualizarlo dentro de un horizonte temporal.

En principio todo apunta a gran oportunidad, como ejemplo dos de los principales Bancos Centrales, tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal Estadounidense han anunciado el fin de la normalización de su política monetaria, reconociendo que la estabilización de precios va por el camino correcto. Si este proceso va acompañado del tan ansiado soft-landing, estrategias tanto de activos con mayor sensibilidad a tipos como bonos del Tesoro o bonos corporativos de alta calidad, así como bonos de alto rendimiento, tendrían cabida en una cartera diversificada.

Por otra parte, incluso en el escenario de una desaceleración brusca de la economía que apuntase a la tan temida recesión, la posible bajada de tipos para evitar el colapso de la economía también favorecería la inversión en bonos del Tesoro actuando como activo refugio.

Dadas las narrativas sobre la buena dirección de la inflación a nivel mundial, podemos decir que el papel de la renta fija ha cambiado, siendo una fuente de rentabilidad real tanto en una cartera solo de posiciones de renta fija como utilizando el activo para diversificar junto con otras opciones con un mayor riesgo a priori.

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