
La pregunta del millón en el mercado del petróleo que llevan intentando dar respuesta los inversores desde hace décadas es cuándo llegará el techo en el crecimiento de la demanda. A día de hoy, y a pesar de los esfuerzos en la lucha contra el uso de los combustibles fósiles, un proceso que se ha intensificado en los últimos años, la realidad es que el petróleo sigue siendo una fuente de energía vital para el ser humano. Tanto, que la demanda sigue creciendo año tras año, aunque a un ritmo cada vez más lento. Esto ha llevado a muchos analistas a plantearse cuándo será el momento en el que la demanda tocará techo, y comenzará un proceso de destrucción de la misma, que, con los años, puede reducir sustancialmente el consumo de petróleo de todo el planeta. Julius Baer es la última firma que se ha aventurado a hacer una previsión, y tiene claro que el pico de demanda se tocará en la próxima década, un periodo en el que, a su juicio, se va a producir el gran "cambio estructural" en el mercado del recurso energético.
El conflicto bélico en Oriente Medio está pasando para el petróleo como una anécdota que queda empañada por una tendencia estructural mucho más importante: la sustitución del crudo por otro tipo de fuentes de energía, que está debilitando la demanda hasta el punto de que ya se empieza a otear en el horizonte el pico de consumo mundial. Y es que, no hay que engañarse: una cosa es que la demanda crezca a un ritmo más lento, como está ocurriendo, y otra muy distinta, que cada vez se consuma menos crudo en el planeta. Esta es la gran pregunta ahora en el mercado del crudo: ¿cuándo llegará el momento en el que se verá la mayor demanda de la historia del petróleo? Para muchos expertos no está lejos, y será esta misma década, algo que está presionando a los precios a la baja, a pesar de la guerra entre Israel y Hamás y el cierre del Mar Rojo para el comercio mundial.
En un momento en el que el crecimiento económico está frenando, y las expectativas para este año son peores que las de 2023, el barril no consigue levantar cabeza. Desde los precios máximos que se tocaron el año pasado, en septiembre, en el entorno de los 97 dólares, el barril Brent se ha depreciado un 20%, hasta los 77,6 dólares actuales. El último mensaje de la Reserva Federal, que ha enfriado las expectativas de ver una bajada de tipos pronto este año en su reunión de la semana pasada, no está ayudando al barril, ya que un contexto de tipos bajos ayudaría a mantener la demanda en niveles más altos: desde el inicio de la semana pasada el Brent ha perdido un 7%. El único aliado que tienen en este momento los inversores alcistas en petróleo es Arabia Saudí, quien, junto a sus socios de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+), está haciendo grandes esfuerzos para evitar que los precios colapsen.
La década del "cambio estructural" y el techo de demanda
"No hay duda de que estamos en un momento de gran división en las perspectivas del mercado de petróleo", explican desde Julius Baer, pero reconocen que, según su análisis, "hay una tendencia de cambio estructural esta década, en la que se va a ver el techo de la demanda mundial, a medida que la transición energética reduce el consumo de combustible", explican. En esta década parece que "habrá menos riesgos en la capacidad de producción de los que se han visto en las últimas décadas", explican desde el banco suizo. Para ellos es importante recordar que "a día de hoy el petróleo ya tiene un exceso de capacidad de producción amplio, principalmente por parte de Arabia Saudí y sus 3 millones de barriles de capacidad excedente, al tiempo que hay varios países que están invirtiendo de forma robusta en expandir su producción, como son EEUU, Brasil, Guyana, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait", señalan, además de "los países sancionados Irán y Venezuela".
Teniendo esto en cuenta, "el petróleo tiene un ancla de largo plazo, que lo llevará a estar más cerca de los 60 dólares que de los 80, niveles que son una gran amenaza para los ingresos de los países productores, algo que sugiere que el ruido geopolítico será un actor más frecuente en el mercado del crudo en la próxima década", avisan desde Julius Baer.
La perspectiva de ver un techo de la demanda en los próximos años no sólo la comparten desde el banco suizo. La Agencia de Información de la Energía (AIE) y la Agencia Internacional de la Energía (IEA) tienen el punto de mira en el entorno del año 2030, aunque hacer una previsión exacta en este sentido pueda ser asumir demasiado. La AIE recordaba el año pasado cómo "la demanda crecerá un 6% entre 2022 y 2028, hasta alcanzar los 105,7 millones de barriles diarios, apoyada por una demanda robusta del sector petroquímico y de la aviación", indican, pero, a partir de ese año, "el crecimiento de la demanda se va a reducir desde los 2,4 millones de barriles anuales hasta los 0,4 millones de barriles, dejando el techo del crecimiento de la demanda en el horizonte visible", señalan.
El debate está servido, pero no cambia la tendencia de fondo. Firmas como Federated Hermes ponen en duda la estimación de la Agencia: "Es difícil de imaginar que se produzca un cambio tan profundo antes de 2030, ya que la demanda de petróleo sigue alcanzando máximos históricos, impulsada por los combustibles para el transporte", indican. Esto, sin embargo, no cambia la tendencia de fondo, que llevaría, antes o después, a que el crudo alcance el pico de la demanda. El proceso está siendo imparable, y ha llevado incluso a grandes firmas históricas del sector del petróleo, como Repsol, a dar un giro en su plan de negocio en las próximas décadas.
La llegada de los vehículos eléctricos es el principal catalizador del cambio que está sufriendo la industria del recurso energético para muchos analistas. Es el caso de Bank of America, quienes pronostican que "la adopción de los coches eléctricos alcanzará el 50% en 2033 y el 90% en 2050", indican. Este "proceso de adopción acelerado forzará que se produzca un pico de la demanda del consumo de combustible para la carretera ya a mediados de 2020", indican, "y de la demanda total de petróleo antes del año 2030", avisan.
El banco estadounidense acaba de actualizar sus previsiones de cara a ver el techo definitivo en la demanda de petróleo, y lo sitúa en 2029. "Las fuentes de insumos energéticos siguen cambiando, a medida que la sustitución y la eficiencia continúan desplazando la los combustibles térmicos por alternativas más limpias y/o electrificadas", explica Francisco Blanch, responsable global de materias primas y derivados de Bank of America Research. "De cara al futuro, esperamos que los niveles totales de consumo de petróleo alcancen los 107 millones de barriles diarios en 2029, lo que añadiría un crecimiento neto de unos 3,7 millones de barriles diarios durante el próximo periodo de seis años. Aún así, con una media de 600.000 barriles diarios anuales, el crecimiento de la demanda de petróleo hasta el final de la década debería ser una fracción de la tasa observada en los últimos tres años", señala Blanch.
Arabia es la gran esperanza alcista… por un tiempo
Arabia Saudí ha sido el rey del petróleo en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, liderando la producción del recurso energético en todo el mundo. Sin embargo, el país también ha asumido que el futuro de la energía en el mundo no pasa por los combustibles fósiles, lo que le ha llevado a trazar un plan para reducir su dependencia de los ingresos del crudo y dejar de ser un país atado al barril de petróleo en unos pocos años. Pero a medio plazo, Arabia necesita un barril en precios altos, y hará todo lo posible por mantenerlos en niveles elevados. Según Fitch, el país necesita que el barril cotice por encima de 90 dólares, de media, este año, para poder cuadrar sus cuentas. La agencia, de hecho, advierte al país de su excesiva dependencia de la energía para que su economía carbure.
Los esfuerzos que ha hecho Arabia en los últimos años para intentar evitar que el crudo se hunda son el mejor ejemplo de su necesidad de ver precios altos. Los 3 millones de barriles diarios de capacidad excedente que tiene en este momento son la mejor prueba, ya que se trata de un recorte voluntario que podría ayudar mucho al país a financiar su déficit público, y el ambicioso proyecto de reforma y crecimiento que ha planificado Mohamed Bin Salman, príncipe heredero de la corona y el principal dirigente del Reino en este momento.
La cuestión es que, cuando Arabia ya no tenga la necesidad de mantener el petróleo en precios tan elevados, se podrá permitir volver a aumentar su cuota de mercado, algo que puede terminar de dar la puntilla a los precios del barril. Para entonces, los países que no hayan hecho los deberes y hayan diversificado sus ingresos más allá del crudo, podrían tener serios problemas.