
Este jueves, el bono estadounidense a 30 años sufrió la peor sesión de mercado que se ha visto en el último mes. El título vivió una jornada de fuertes ventas, que incrementaron su rentabilidad a vencimiento casi 15 puntos básicos, un repunte que no se había visto desde el 12 de octubre. En un día en el Tesoro estadounidense lanzó una emisión de 24.000 millones de dólares, el hackeo del banco chino ICBC ha sido una de las piezas fundamentales que ha generado la reacción de los bonos americanos.
En ocasiones el mercado recuerda a los inversores la conexión que existe entre un hecho que puede parecer aislado, pero que finalmente termina castigando las carteras de fondos e inversores que, a priori, parecían totalmente ajenos a su impacto. Este jueves ha sido uno de esos momentos. El desplome que vivió el mercado de renta fija estadounidense ese día ha estado relacionado con el hackeo de los sistemas informáticos de un banco chino: ICBC.
Todo empezó con el ataque informático a las oficinas estadounidenses del Industrial and Commercial Bank of China. Los piratas, todavía sin identificar, bloquearon los sistemas del banco, uno de los más grandes del mundo, en un día perfecto para generar una reacción en cadena en el mercado de renta fija. El Tesoro estadounidense lanzaba ayer una emisión de deuda a 30 años por 24.000 millones de dólares, pero la ausencia de una de las entidades que más dinero canaliza en este tipo de operaciones, ICBC, se dejó notar en la demanda de estos títulos.
Para reducir el impacto del ataque en su negocio, el banco decidió enviar la información de algunas de sus operaciones a través de un mensajero, dentro de un dispositivo USB. Ayer, millones de dólares en negocios bancarios se movieron en un pen-drive a través de la jungla de asfalto de Manhattan.
Después de lo ocurrido, el regulador del mercado estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) ha reconocido este viernes que está monitorizando el mercado de deuda del país.
Sin ICBC la demanda de la emisión se queda corta
Los analistas esperaban que la ratio de cobertura de esta emisión fuese de 2,35 veces, pero finalmente se quedó en las 2,24 veces la oferta, muy por debajo de las previsiones iniciales, y forzó a que los grandes bancos estadounidenses, que están obligados a comprar la parte de las emisiones del Tesoro que no estén cubiertas por otros inversores, se tuvieran que hacer con un cuarto de toda la oferta, una cantidad que duplica la que han tenido que comprar por estas circunstancias en los últimos meses.
Con este resultado tan negativo en la emisión de deuda del Tesoro, los mercados se pusieron nerviosos, generando la peor jornada para el bono estadounidense a 30 años del último mes. El incremento de 14,9 puntos básicos en su rentabilidad es el más fuerte que se ha visto desde el 12 de octubre, y ha cortado de raíz la buena racha de compras (que desemboca en caídas de rentabilidad) que acumulaba el bono desde que empezó noviembre. El bono cerró la sesión en el 4,76%, aunque el viernes redujo parte de las pérdidas por precio del día previo, moviéndose a media sesión de Wall Street en el 4,71% de rentabilidad a vencimiento.
Después de lo ocurrido, el regulador del mercado estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) ha reconocido que está monitorizando el mercado de deuda del país.
Powell contribuye al mal día del bono
Además del ataque informático que se produjo el jueves, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal estadounidense, pudo contribuir a la ola de ventas que se produjo en la sesión.
Nada se puede dar por hecho en política monetaria, y los banqueros centrales se encargan de recordarlo una y otra vez para tratar de evitar que los mercados reaccionen de forma exagerada a sus decisiones. Powell, lo hacía el pasado jueves: "No estamos seguros de que ya hayamos llegado al nivel necesario para controlar la inflación", y "si vemos que es necesario, no dudaremos en volver a subir los tipos". Esta promesa de que la puerta está abierta a mayores subidas de tipos, si fuese necesario, pudo contribuir a generar el nerviosismo de los inversores en la jornada del jueves.
Sea como sea, lo que está claro es que los datos macro se seguirán mirando con lupa. El próximo martes se conocerá precisamente la cifra de inflación de octubre en Estados Unidos. El mercado espera que la inflación se modere del 3,7% al 3,3%, pero es cierto que la cifra sin incluir alimentos y energía podría mantenerse en el 4,1%, según las previsiones que reúne Bloomberg. Si el IPC termina sorprendiendo por encima de las estimaciones de los analistas, es más que probable que los mercados de renta fija reaccionen con nuevas ventas, por la expectativa de que la Fed se vea obligada a volver a endurecer el precio del dinero en próximas reuniones.