
El lunes, en la redacción de elEconomista.es, sabíamos que Morgan Stanley había comprado una importante participación de Telefónica. A las 20:30 un comunicado oficial anunciaba que Saudi Telecom era el comprador. Ya teníamos el qué, el cuándo y el cómo. El martes resolvíamos el porqué. Y es que detrás de toda inversión hay una lógica financiera defendible incluso para los que entendemos que la operadora española es una compañía con poco recorrido bursátil. Saudi Telecom ha tratado de adelantarse a uno de los argumentos que Telefónica defenderá en su próximo Día del Inversor, que se celebrará en noviembre, en el que el mercado debe colegir que ha alcanzado una velocidad de crucero estable que garantiza retribuciones anuales predecibles. Argumento que debe servir para mejorar el escaso potencial que hoy defiende la operadora.
Telefónica se ha puesto en el frontispicio de sus deberes que lo importante es el flujo de caja, la generación suficiente para invertir, repagar deuda e invertir. Al fin y al cabo el resultado neto de una compañía es una opinión, mientras que la caja que genera es la realidad.
Los analistas que siguen a Telefónica esperan ya crecimientos del ebitda anuales del 2/3%, para volver a rebasar en dos años los 13.000 millones de ebitda, cifra que hace meses no conseguía superar. Que se produzca un punto de inflexión en la caída del ebitda -Telefónica llegó a hacer más de 20.000 millones de euros de ebitda- pertrecha la mayor fortaleza que ofrece al capital árabe Telefónica: la continuidad, sin discusión, de su alto dividendo. Saudi Telecom, al precio que ha comprado, se garantiza una rentabilidad por dividendo anualizada del 8%, el doble con el que la operadora árabe retribuye al brazo inversor de bin Salmán.
Pero después de tantos interrogantes periodísticos resueltos pensemos en el que de verdad importa al accionista de Telefónica (1,2 millones de particulares): qué valor de reconstrucción se puede esperar. No olvidemos que las posiciones de muchos inversores están construidas con precios medios que van desde entradas a más de 20 euros a quien compró en 2020 por debajo de tres euros. Las valoraciones de consenso de la compañía se encuentran en mínimos históricos -4,25 euros- y, al menos, la compra de Saudi Telecom ha puesto un suelo al hundimiento que provocó la valoración de JP Morgan, el banco de inversión que cuando habla caen panes o chuzos de punta del cielo, que puso la suya en 2,7 euros.
Una valoración de flujo de caja de Telefónica, descontado el pago de dividendo, llevaría al título a 4,5 euros, en 2024; a 4,9, en 2025; 5,25, en 2026; 5,6, en 2027; para superar los 6 euros en cinco años. Este puede ser el plan de reconstrucción. Y siempre cabe, en un año de plusvalías como el actual, coger la calculadora fiscal y compensar plusvalías con minusvalías.