España está sacando partido a una incipiente categoría de deuda sostenible: los bonos ligados a la sostenibilidad (BLS). Este país fue, en el primer trimestre de 2023, el quinto mayor emisor europeo de este tipo de deuda, gracias a una sola compañía, Abertis, que el pasado 7 de febrero colocó 600 millones de euros (en dólares, unos 643 millones) a 6 años y medio, con un cupón del 4,125%. La colocación fue un éxito en el sentido de que la demanda fue 6 veces superior a la oferta, según informó la compañía. La que fue la primera emisión de SLB de Abertis la suscribieron inversores cualificados internacionales. Conozca el portal especializado elEconomista ESG.
Esta operación situó a España sólo por detrás, en Europa, de Italia, Dinamarca, Francia y Alemania en cuanto a emisión de SLB en el primer tercio del año, según los datos de la Climate Bonds Initiative (CBI), organización de referencia en este tipo de emisiones. Los bonos ligados a la sostenibilidad deberían estar regulados, según el BdE.
Este tipo de deuda sostenible no va ligada a un proyecto concreto, como sí ocurre con la verde, sino a objetivos determinados que las empresas se comprometen a alcanzar en un plazo específico. De no alcanzarlos, pagan una prima al inversor (actualmente muy pequeña, en los mejores casos de 25 puntos básicos, señalan los expertos). Los SLB han permitido a emisores no verdes acceder al mercado de deuda sostenible.
El mercado de este tipo de bonos es todavía pequeño: las emisiones en todo el mundo en el primer trimestre se quedaron en los 23.400 millones de dólares. Pero esta cifra supuso ya un 11% del total de deuda sostenible emitida en todo el mundo, frente al 8,9% que representaron los SLB en el conjunto de 2022 (se colocaron unos 76.400 millones de dólares en SLB). El estándar de bono verde llega en buen momento.

Caída en las colocaciones
Los datos trimestrales divulgados por la CBI también revelan que las emisiones de bonos sostenibles cayeron un 21% respecto al mismo periodo de 2022, hasta los 204.800 millones de dólares. Bajo el paraguas de bonos sostenibles se engloban diferentes tipos de deuda. Los más habituales son los bonos verdes, seguidos de los sociales (que financian proyectos ligados a la sanidad, la educación u otras cuestiones sociales), y de los bonos propiamente llamados sostenibles (que combinan características de los verdes y los sociales). En cuarto lugar por volumen emitido se sitúan los SLB y en el quinto los bonos de transición de transición, que financian el tránsito de una empresa hacia emisiones de carbono más bajas. Suelen recurrir a ellos compañías altamente contaminantes, como acereras y cementeras.