Con la temporada de resultados en pleno apogeo en EEUU y en Europa, esta semana que viene, el Banco Central Europeo y la Reserva Federal estadounidense reclamarán su dosis de protagonismo con una reunión de política monetaria en la que ambos deben decidir si mantienen el pie en el acelerador de las subidas de tipos o no.
Según el consenso de mercado recogido desde Bloomberg, las previsiones de los expertos apuntan a que finalmente Jerome Powell y su equipo optarán por elevar el precio del dinero en 25 puntos básicos, un paso intermedio entre no hacer nada y llevar a cabo una subida agresiva de tipos.
En caso de confirmarse sería una de las últimas alzas en ese sentido que se esperan que protagonice la organización estadounidense que "ante la preocupación por la estabilidad financiera, es probable que haga una pausa tras su decisión de mayo". Así lo entiende Silvia Dall'Angelo, economista senior de Federated Hermes, quien asegura que esta medida "permitiría a la entidad evaluar el impacto del endurecimiento monetario en la economía real, que debería ser más significativo más o menos en esta fase, dados los típicos retrasos en el mecanismo de transmisión".
Una decisión, la de elevar en 25 puntos el precio del dinero, que replicará también este jueves Christine Lagarde y los miembros del BCE, que se espera que dejen el nivel de los tipos en el 3,25%. La entidad central europea, de hecho, se decantará por esta vía ante "el dilema entre la pegajosa inflación subyacente que seguimos teniendo en la eurozona y los recientes eventos en el sector bancario, con las restricciones crediticias que suponen sobre la economía real", afirma Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G.

Dado que el actual ciclo de subidas ha sido el más rápido de la historia del BCE, hay razones de peso para ralentizar el ritmo de endurecimiento a fin de evaluar su impacto en el sistema financiero y la economía real. "De hecho", señalan desde Federated Hermes, "el riesgo de que se produzca un accidente grave en los mercados financieros -que afecte a la transmisión fluida de la política monetaria- ha aumentado significativamente al pasar bruscamente las condiciones monetarias de extremadamente acomodaticias a algo restrictivas".
Sea como sea, lo que ha quedado claro es que las perspectivas económicas de la Eurozona suponen un reto para el BCE. Y es que, "por un lado, la política monetaria debe seguir siendo restrictiva para frenar las crecientes presiones inflacionistas subyacentes, pero por otro lado, teniendo en cuenta que los efectos de las subidas de tipos tardan mucho tiempo en manifestarse, la necesidad de nuevas subidas es cuestionable", explican desde Natixis IM Solutions, Mabrouk Chetouane y Nicolas Malagardis, estrategas globales.
Pendientes de los resultados
Sea como sea, la decisión de la Fed y el BCE vendrá a presentarse como un catalizador de peso para unos mercados que tras ceder sus primeros soportes esta semana, se encuentran en tierra de nadie, entre el techo que suponen los máximos previos a la crisis de Lehman Brothers y el suelo que suponen los mínimos marcados en la crisis de Credit Suisse (ver página anterior).
Y es que, la temporada de resultados no ha funcionado como el motor de arrastre para la bolsas que se esperaba que fuera, al haber reflejado, a grosso modo, en Wall Street un crecimiento interanual de las ventas de las empresas estadounidenses, pero a su vez una ralentización en sus beneficios, favoreciendo el recorte de manera generalizada de los márgenes empresariales.