
Muchos de los países que cuentan con recursos naturales estratégicos están favoreciendo el control estatal, tal y como acaba de ocurrir con Chile y el litio. Una tendencia, la de la nacionalización de estos 'activos', que está volviendo y que afecta al conocido como "oro blanco" y a otras materias primas. En estos casos, las estrategias públicas redibujan el panorama inversor e inciden en la oferta y en los precios.
Chile es el segundo mayor productor de litio del mundo y el tercero con más yacimientos a nivel global (11 millones de toneladas o el 11,1% del total), según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Pese a ello, ni este país, ni Bolivia, ni Argentina, que acaparan en sus terrenos más de la mitad de la materia prima, son los que más fabrican.
Actualmente, la mayor industria es Australia, pese a que sus reservas son un 39% inferiores a las chilenas. Estas cifras muestran el potencial que tienen otros países para desarrollar un mercado en torno al litio y la ambición de nacionalización de Gabriel Boric, el presidente de Chile.
Sin embargo, las primeras damnificadas por estos planes han sido las empresas privadas chilenas Sociedad Química y Minera (SQM) y Albemarle. En los últimos cinco días, sus acciones han caído un 18% y un 12%, respectivamente, tras el anuncio de Boric. Ambas tienen contratos en curso en Chile.
SQM anunció el proyecto Salar Futuro hace meses, que requiere de una inversión de 2.000 millones de dólares, según sus datos. El Gobierno ha explicado que esperará a que finalicen los acuerdos actuales para nacionalizar el litio, aunque intentará explorar opciones para agilizar el proceso, algo que arroja incertidumbre sobre la inversión privada y el futuro de las compañías y, por tanto, sobre su valor.
No solo en este caso, sino en cualquier proceso de nacionalización de los recursos. De hecho, otra de las incógnitas es hasta qué punto el país contará con la colaboración privada. De momento, sí prioriza lo público y llama al apoyo de otras empresas, aunque es pronto para saber cómo sus planes redibujarán el mercado actual.
Ante esa incertidumbre, la inversión en minería está aumentando en Australia, Canadá y Estados Unidos, en detrimento de los países que intervienen de alguna forma sus recursos, según datos de eToro. Además, el control estatal repercute en la oferta y en los precios y no solo replantea las decisiones de inversión. "El endurecimiento de las normas fiscales y de otro tipo sobre los proyectos de recursos de propiedad extranjera es uno de los ingredientes de la subida de los precios de los metales", señala Ben Laidler, estratega de mercados globales de la firma.
Aunque este 2023 han caído los precios de los metales por el deterioro económico, la tendencia es alcista. Una de las razones es la nacionalización, que favorece el encarecimiento de las materias primas, además de otros factores como una oferta estructuralmente ajustada o la falta de inversión de las últimas décadas. Todo ello contribuirá al incremento de los precios, explica el mismo analista, en un momento en el que la demanda, por ejemplo de litio, también aumenta. En este caso, una de las razones es que los criterios de sostenibilidad son cada vez más exigidos y el litio se usa para las baterías de los coches eléctricos, por lo que favorece la descarbonización y da cuenta del potencial de este recurso.
Otro de los países que quiere controlar su "oro blanco" es México. "Vamos a nacionalizar el litio para que no lo puedan explotar los extranjeros ni de Rusia, ni de China, ni de Estados Unidos, el petróleo y el litio son de la nación, del pueblo de México", decía hace dos meses el presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, en unas declaraciones recogidas por Efe tras la firma del decreto de nacionalización. Aunque el país reformó la Ley Minera hace un año, ahora ha entregado oficialmente las reservas a su ministerio de Energía (Sener).
En principio, la estrategia mexicana con el litio será pública a través de la compañía estatal LitioMX, como ha defendido Obrador, que, a la vez, también abre la puerta a buscar recursos privados. Una incertidumbre que tensiona a empresas como la china Ganfeng Lithium o la canadiense Rockland Resources, ya que ambas tienen proyectos en Sonora, la región noroeste que concentra el litio mexicano.
La nacionalización del litio está viendo un impulso por parte de ambos países, como ya ocurrió en su día con otros metales. De hecho, Chile hizo lo propio con el cobre en 1971 y se creó Corporación Nacional del Cobre de Chile (Coldelco), la compañía estatal, cinco años después. Previamente, como explica la chilena, la situación de este mercado cambió a principios del siglo XX, cuando las empresas internacionales pusieron la vista en sus yacimientos. Estos consorcios tenían recursos para explotar esta materia prima, incluso cuando se encontrara en bajas concentraciones, una capacidad que no tenía el país latinoamericano.
Entonces, empresas estadounidenses como Braden Copper Company (integrada en Codelco) o Anaconda Copper fueron desplazadas tras la nacionalización. Entre los grandes inversores del cobre chileno estaban los Rothschild, Rockefeller o la familia Guggenheim. En todo caso, Chile fue el mayor productor de cobre en minas del mundo en 2022 y, China, de su industria de refinería, según el USGS.
Chile pierde el atractivo inversor
Todos estos movimientos, como es lógico, cambian el flujo del dinero. El analista de eToro, Laidler, explica que el Instituto Fraser de Canadá encuesta anualmente a los mineros de todo el mundo sobre el atractivo inversor de los países, en el que se evalúa el potencial minero, la situación fiscal, jurídica y política. Chile ha pasado de ser el sexto país con mejor calificación al trigésimo primero en solo cuatro años. Australia, Canadá y Estados Unidos lideran el ranking.
Otros ejemplos de la nacionalización de los recursos se encuentran en Indonesia, que está reforzando su control sobre el níquel, ya que cuenta con las mayores reservas del mundo. India, por su parte, ha establecido un arancel del 25% a las exportaciones de azúcar. Todo ello, implica una redistribución de estos mercados.
En el lado opuesto está Argentina, que ha apostado por el enfoque de mercado para su industria del litio, ya que considera que los proyectos privados son los que le han ayudado a avanzar en los últimos años. Pese a ello, el país es uno de los que va a contracorriente de la tendencia. Precisamente, los periodos de deterioro económico, como el actual, favorecen que los países miren a sus recursos propios y que intenten capitalizar esa oportunidad.