
El anuncio por parte de Ferrovial de su cambio de sede social a Holanda y posterior cotización en Estados Unidos ha sacudido los círculos empresariales y políticos del país.
Distintos miembros del Gobierno han salido a rasgarse las vestiduras ante esta decisión, con declaraciones de falta de patriotismo o de falta de compromiso con España. Parece que a los políticos les cuesta entender la capacidad de las empresas privadas de tomar decisiones libremente, orientadas a generar valor y riqueza para sus accionistas.
Movimientos de este tipo son fruto de un análisis industrial y financiero muy concienzudo y de largo plazo. No son fruto de un escenario político concreto que cada cuatro años es susceptible de cambio.
Hablar de Ferrovial, al igual que de otros grupos privados suponer hablar de capacidad de emprendimiento, iniciativa empresarial, trabajo y capacidad de asumir riesgos. Las declaraciones de algunos políticos y periodistas parecen dar a entender que a la compañía se le regaló su crecimiento en España. Ejecutar obras, supone asumir riesgos y a veces estos salen mal y se pierde, como por ejemplo con la perdida de todo el capital que la compañía invirtió en la Radial 4 o los más de 800 millones perdidos en el contrato de Birmingham en Inglaterra. Desde la seguridad de la grada es fácil atacar al luchador que está en el ring.
Nuestro modelo de país no prima el emprendimiento ni la asunción de riesgos. Es un modelo basado en la subvención a fondo perdido y el crecimiento del empleo público. La perdida de productividad de la economía española en un buen reflejo del mal funcionamiento del sistema. En política el modelo de negocio se basa en mantener el cargo, y el valor más en alza es la fidelidad a la línea ideológica del partido, aunque esta atente contra el sentido común.
El modelo de negocio de Ferrovial está basado principalmente en la construcción, financiación y gestión de grandes infraestructuras de transporte. Si miramos a España, es claro que hace muchos años que nuestro país no es un mercado donde se permite el desarrollo de este modelo de negocio. España que fue pionera en el desarrollo de concesiones privadas de autopistas a principio de los años setenta, ha abandonado dicho modelo. La colaboración público-privada no existe en nuestro país, en el momento en que países como Estados Unidos han desarrollado este sistema. Un país acuciado por el creciente déficit público, renuncia a este modelo, justo cuando en 2022 se obtuvieron mas de 100 billones de dólares de financiación privada a nivel mundial, para ser invertidos en este tipo de proyectos.
Hablando de la falta de compromiso con el país, parece que olvidamos que fue una decisión política lo que permitió que Endesa dejara de ser española, pasando curiosamente a ser una empresa controlada por el gobierno italiano.
Los principales gobiernos europeos defienden a sus campeones nacionales y sus modelos de negocio. En Francia, por ejemplo, en los últimos años se han extendido los plazos de concesión de las autopsitas de peaje a cambio de inversiones privadas para mejorar su red viaria, de lo cual se ha beneficiado Abertis.
En España no ha sido el caso, a pesar de tener varias empresas líderes mundiales en este negocio. El vencimiento del plazo de concesión de autopistas del arco mediterráneo, gestionadas por Abertis vino acompañado del ruido político habitual hablando del gratis total porque ya pagamos impuestos.
La realidad es que el Estado ha perdido ingresos multimillonarios si estas concesiones se hubieran sacado de nuevo a licitación. Esos fondos se podrían haber dedicado a las crecientes necesidades en gasto social y sanidad. Además de perder los ingresos, el presupuesto, es decir todos nosotros, tiene que asumir el gasto en su mantenimiento. Parecería más razonable que el que más use una carretera pague por ello. De la falta de mantenimiento de la red viaria española en los últimos años, mejor hablamos otro día.
Si miramos al sector de aeropuertos, donde Ferrovial es uno de los operadores de referencia a nivel mundial, la privatización de AENA fue políticamente decidida a favor de inversores financieros a través de la salida a bolsa.
Con un modelo de país donde no puede florecer su modelo de negocio, está claro que los más de quinientos millones que Ferrovial paga a sus accionistas, no los genera en España. A pesar del ruido mediático, la acción ha subido de forma continuada desde el anuncio, para gran alegría de sus accionistas, entre los que se cuentan miles de minoristas españoles.
Como estamos viendo estos días, la agenda de los políticos es claramente muy distinta a la agenda de los empresarios. Son estos últimos los que crean empleo y riqueza.