Bolsa, mercados y cotizaciones

El índice Eco30 cumple su objetivo de duplicar la inversión en una década

  • Acumula una rentabilidad del 101% desde que empezó a cotizar en 2013

"Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", con esas palabras Arquímedes definió el principio de la palanca, y con un simple palo fue capaz de hacer flotar un barco que estaba en un dique seco, recién construido, lleno de gente y mercancía, con la sola fuerza de su mano. Ese mismo principio, pero aplicado al mercado bursátil, es el que hizo suyo elEconomista.es hace ahora una década: "Dadnos los mejores valores del mundo y batiremos a los principales mercados". Esa selección de compañías se agrupa dentro del índice Eco30, el primero de bolsa internacional creado por un medio de comunicación en España hace una década, que está calculado por Stoxx, junto al Eco10, el selectivo que pretende batir al mercado español elaborado por este diario, también, desde 2006. El objetivo que debe guiar cualquier inversión correcta tiene que ser lograr una rentabilidad anualizada del 7% para duplicar la inversión cada diez años. Y el Eco30 lo consigue, al obtener una revalorización del 101% desde su inicio, que implica un 7,23% cada año.

Pero hubo mucho trabajo previo antes de poder crear un índice de inversión internacional. En los años previos a su nacimiento, elEconomista.es ya elaboraba dos herramientas (el Detector de tesoros y los Selectores de valor) que buscaban las mejores ideas de inversión más allá de nuestro mercado, en un momento en el que las mayores oportunidades se encontraban fuera -cabe recordar que el peso natural de la bolsa española en una cartera global no debe exceder el 2%, en opinión de los expertos-. La idea era trasladar al inversor particular los títulos de bolsa con las perspectivas más favorables desde el punto de vista fundamental, en los que los analistas coincidían en que había mucho valor que extraer y en los que merecía la pena aguantar largo tiempo. La selección de las compañías que integraban estas estrategias se realizaba a partir de aplicar una serie de filtros en comparación entre compañías mundiales de un mismo sector (como un PER bajo, beneficios crecientes, dividendos mayores, márgenes más elevados, menor endeudamiento, entre otros).

La maduración del Detector de tesoros y los Selectores de valor se produjo unos años más tarde, allá por 2012, ante la necesidad de auditar el resultado que obtenían estas ideas. Y para ello se decidió simplificarlas en una única cesta de valores, formada por 30, que se convertiría en un índice bursátil de la familia Stoxx, cuya rentabilidad pasaría a ser fácilmente medible. Al acotarlo a 30 compañías era una forma, también, de cumplir con el objetivo fundacional de este diario de democratizar la inversión en su objetivo de ofrecer al lector una cartera de valores limitada y sencilla de acceder y seguir.

Para llegar a esa selección de 30 valores se parte de una lista de cotizadas de todo el mundo, que se criba en base a diez criterios fundamentales construidos con la ayuda de la consultora estadounidense FactSet. Entre ellos se encuentran, por poner algunos ejemplos, la expectativa que mantienen las firmas de análisis a medio plazo sobre un determinado valor; la posición respecto a otros comparables del sector; el PER -el número de veces que el beneficio se recoge en el precio de la acción- respecto a otros valores-; el beneficio a medio y largo plazo; su rentabilidad por dividendo o la recomendación de las firmas de inversión. Pero con el paso del tiempo, elEconomista.es quiso perfeccionar aún más este selectivo, y añadió criterios adicionales, como que la capitalización de una compañía debe superar los 4.000 millones de euros para lograr una plaza en el índice, o que la recomendación que emiten los analistas sobre ella, que siempre debe ser de compra, no se haya deteriorado en el último trimestre previo a la revisión de este indicador, que se realiza dos veces al año, una en junio y otra en diciembre.

Pero la clave definitiva del proceso selección es que el Eco30 se sustenta "en una selección equilibrada sectorial, en la que ningún sector puede contar con más de cuatro representantes", explica Joaquín Gómez, director adjunto de elEconomista.es y creador intelectual de los índices bursátiles de este periódico. El porfolio debe ofrecer en conjunto "unos ratios de crecimiento atractivos, comprados a multiplicadores de beneficios y valoración muy inferiores a los de la media del mercado. En ningún caso se trata de comprar títulos que estén simplemente baratos: el objetivo es tratar de incorporar historias atractivas, con catalizadores, a precios razonables", detalla.

Pasado, presente y futuro

El índice Eco30 empezó a cotizar el 1 de enero de 2013, en plena reconstrucción del mercado después de la crisis de deuda periférica del año previo. En 2015, solo dos años después, el selectivo conseguía marcar su primer máximo, con una rentabilidad superior al 100%. La fortísima apreciación del dólar en aquellos años benefició a una cartera que tenía gran exposición a la bolsa americana.

En los años posteriores el mercado prácticamente se paralizó. Por el camino se produjo el Brexit, en 2016, y en 2018 el índice Eco30 conseguía superar el primer máximo establecido en 2015. Sin embargo, el tono del mercado empeoró rápidamente en el último trimestre de 2018, ante los tambores de guerra comercial entre China y Estados Unidos, el fuerte repunte del bono americano y el desplome de la tecnología, que originó una rápida corrección en el precio de la mayoría de activos.

Aunque el golpe más duro fue el que dio el Covid. Como sucedió en la mayoría de mercados, el índice se desplomó entonces un 48%, y marcó un suelo en los 991 puntos. Sin embargo, el selectivo fue capaz de borrar toda la caída tan solo un año después, para empezar otro proceso de reconstrucción que lo llevaría hasta otro máximo no superado hasta la fecha, en los 2.343 puntos.

Otro paso más: de índice a fondo

Viendo la trayectoria del índice, en los años previos a 2018 elEconomista.es se marcó otro objetivo ambicioso, y fue el de facilitar aún más el acceso al lector a estas ideas de inversión. Para ello se empezaron los trámites para conseguir crear un fondo de inversión que construyese su cartera con las ideas que formaban parte del índice Eco30. El proceso no fue fácil pero el visto bueno del regulador llegó el 30 de septiembre de 2018 -solo unos días antes de que el mercado se desplomase-, que es el día en que se registró Tressis Cartera Eco30 en la Comisión Nacional del Mercado de Valores. El fondo está gestionado por Tressis y asesorado por elEconomista.es. Desde aquel 30 de septiembre hasta ahora, este vehículo acumula una rentabilidad superior al 30%.

Con mucho potencial por delante

Las rentabilidades alcanzadas hasta el momento por el índice Eco30, que se eleva hasta el 115% desde su inicio si se tiene en cuenta su comportamiento en las primeras semanas del año, no le restan atractivo. Su multiplicador de beneficios es el segundo más atractivo de toda su trayectoria (solo en verano estuvo más barato). De modo que la expectativa de rentabilidad de la cartera se encuentra en el 8,8% si se tiene en cuenta la inversa del PER esperado para este año, frente al 7,8% de la bolsa europea y al 5,62% de la bolsa americana. Además, en plena subida de tipos de interés, su endeudamiento es el más bajo desde que echó a andar.

Los últimos cambios en el índice han buscado aportar aún más estabilidad a una cartera que está más diversificada que nunca. Se produjeron tres cambios, con la salida de Ally Financial, un proveedor de servicios financieros que se incorporó en noviembre de 2020 por la expectativa de subida de tipos de interés que generó el desarrollo de la primera vacuna contra el Covid-19; Murata Manufacturing Company, el fabricante de componentes electrónicos japonés, que consiguió su plaza en junio de 2020, y la francesa Rexel, del sector de la automoción, especializada en la distribución de alambres, cables, conductos, herramientas de calefacción, equipos de iluminación y ventilación, armarios, electrodomésticos y accesorios, que se va después de que la producción mundial de automóviles no crezca al ritmo esperado.

En su lugar entraron la francesa Teleperformance, una de las compañías de contratación más modernas del mundo; Darling Ingredients, que a grandes rasgos convierte comestibles y desechos de alimentos en productos sostenibles y es un productor líder de energía renovable; y Golar, que posee y opera infraestructura marina de GNL. Se buscó, en este caso, ganar exposición al crecimiento de la población, con las dos primeras, que ofrecen dos de los tres mayores potenciales de toda la cartera, y también aprovechar el momento de crisis energética de suministro de gas a través de Golar.

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