Bolsa, mercados y cotizaciones

Mercados bajistas como el de Lehman favorecen las aportaciones periódicas

La bondad de realizar aportaciones periódicas sale a relucir en los mercados bajistas, como el que se produjo tras la quiebra de Lehman, en 2008, que llevó a la bolsa americana a corregir un 57%. Alguien que hubiera empezado a invertir mensualmente entonces habría tardado en recuperar su inversión 2,5 años frente a los 5,5 años que necesitó alguien que invirtió todo de golpe el primer día.

Decía John Bogle, el fundador de The Vanguard Group, una de las mayores gestoras de fondos de inversión del mundo, que "la idea de que una campana suene para avisar a los inversores para entrar o salir del mercado no es creíble. Después de casi 50 años en los mercados, no conozco a nadie que lo haya hecho con éxito de manera consistente". Una forma de evitar el market timing (intentar acertar con el momento de entrar a mercado) es realizar aportaciones periódicas, aunque los fieles de Bogle no siempre se decantan por esta opción. Se ha escrito mucho sobre sus ventajas: crean el hábito de ahorrar, se promedia el precio de compra suavizando el impacto de las caídas, supone menos esfuerzo al dividir la inversión, se benefician del interés compuesto... Pero a esa lista habría que añadir una no menos importante: en mercados bajistas, como el que desencadenó la quiebra de Lehman Brothers, en 2008, este sistema, de aportar grano a grano, suele funcionar mejor que invertir todo el dinero de golpe.

La bancarrota de Lehman Brothers en 2008 y el detonante de la crisis de las hipotecas subprime (de alto riesgo) provocó que la bolsa americana corrigiera un 57% en un año y cinco meses (fue la caída que registró entre los máximos de octubre de 2007 y el suelo que tocó en marzo de 2009). El resultado que hubiera obtenido alguien que empezó a invertir entonces habría sido muy diferente en función de cómo invirtió su dinero. Para una misma inversión, de 3.000 euros, quien decidió repartirla en aportaciones periódicas de 100 euros al inicio de cada mes recuperó su dinero en 30 meses (2,5 años después). En cambio, quien invirtió esos 3.000 euros de golpe en octubre de 2017 necesitó hasta 66 meses para borrar las pérdidas acumuladas (5,5 años). La diferencia de hacerlo de una manera u otra no habría sido tan grande en el caso de que el inversor hubiera entrado a mitad de la caída. En ese caso, se habrían necesitado 27 meses en recuperar la inversión con aportaciones periódicas frente a los 31 precisos si se hubiera invertido todo de golpe.

Se han hecho distintos estudios al respecto. Uno de ellos pertenece a Vanguard, llamado Dollar-cost averaging just means taking risk later, en el que compara cómo habrían funcionado las dos estrategias al cabo de 10 años en tres mercados diferentes (el de Estados Unidos, Reino Unido y Australia) en el periodo de 1926 a 2011, y el resultado es que en el 66% de los casos fue mejor invertir todo de golpe, ya que de media genera algo más de un 2% de rentabilidad. Sin embargo, en periodos bajistas, invertir de golpe rentó un 30% menos que invertir de forma espaciada.

"Con un plan de aportaciones periódicas uno se despreocupa de saber si este mes o el mes que viene es el mejor momento para invertir. Incluso, si las cotizaciones siguen cayendo, sería una ventaja para el que aporta de forma sistemática la misma cantidad cada mes", explica Fernando Luque, editor senior de Morningstar en un artículo publicado en la web de este proveedor de datos. Para ilustrarlo describe un ejemplo: alguien que invirtiera 100 euros cada mes entre 1928 y 1938, que fue uno de los periodos más dramáticos para la bolsa que se recuerdan, con caídas del 50%, habría ganado un 2,4%. "No es mucho, cierto y probablemente menor que la tasa de inflación durante el periodo analizado, pero en todo caso mucho más que la propia rentabilidad del mercado", indica Luque.

Más razones

Pero existen más razones por las que realizar aportaciones periódicas adquiere sentido en un horizonte de inversión de largo plazo. Una es que perderse un mínimo en la bolsa para entrar puede resultar peligroso puesto que, a menudo, la primera fase de la recuperación es la más fuerte. Por ejemplo, tras la explosión de la burbuja puntocom, la bolsa estadounidense necesitó 56 meses para recuperarse totalmente, pero la mitad de las ganancias totales se concentraron en los 16 primeros meses.

Y otra es que el impacto de perderse las mejores sesiones de mercado, por salir y entrar por el instinto de esquivar las pérdidas, también es significativo en términos de rentabilidad. Según cálculos de Fidelity, la rentabilidad de haberse mantenido invertido en el S&P 500 entre 1993 y septiembre de 2020 habría ascendido al 1240%. En el caso de que alguien se hubiera perdido las 5 mejores jornadas, la rentabilidad se reduce al 789%, mientras que alguien que hubiera estado fuera de mercado las 30 mejores sesiones habría ganado un 173%.

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