Bolsa, mercados y cotizaciones

Modelo de negocio y valoración en bolsa

¿Cuánto puede durar la irracionalidad de las bolsas?
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La bolsa tiene mala memoria y poco corazón. No importan las bonanzas pasadas, solo importa el dinero que se pueda ganar a futuro. La publicidad de los fondos de inversión deja claro que rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Por ello, los gestores están siempre atentos a cómo evolucionan los modelos de negocio de las compañías para decidir invertir o no y que precio se debe pagar por los beneficios futuros. Futuro es lo único que se compra en la Bolsa.

La evolución de estos modelos y su adaptación al cambiante entorno económico ha hecho que muchas compañías otrora importantes hayan dejado de ser un referente de los mercados. Kodak, Nokia, Blackerry, General Electric, compañías líderes en sus sectores en un momento en el tiempo han dejado de atraer el interés de los inversores.

En general, los inversores siempre buscan crecimiento y han movido su dinero hacia modelos menos regulados, más ágiles, con menos requisitos de capital. Las inhabituales condiciones de liquidez que los bancos centrales han propiciado para que no se parase la economía a raíz del Covid-19 y los bajos tipos de interés existentes, incluso negativos en algunos momentos, han propiciado capitalizaciones inimaginables, bajo parámetros tradicionales de valoración.

Las empresas del sector de tecnología se vieron especialmente beneficiadas, dado que salieron a bolsa compañías que apenas podían ofrecer más allá de ilusión y una presentación de power point como plan de negocio a cinco años. Otras compañías basaban sus modelos de negocio en tecnologías no suficientemente probadas como el caso de la movilidad eléctrica.

El contexto de una mayor inflación y su persistencia a medio plazo, el endurecimiento de la política monetaria de la Fed, la guerra de Ucrania y los cierres de China por nuevos casos de Covid-19, ha hecho que los inversores se replanten sus apuestas. Una cosa es confiar en empresas cuyos beneficios están lejos en el tiempo con los tipos al 0% y otro cuando los tipos hipotecarios en EEUU ya llegan al 5%.

Un ejemplo es Lilium, compañía de jet privados que salió a bolsa como una apuesta de movilidad aérea despegue y aterrizaje vertical. La acción ha caído cerca de un 70% desde su salida a bolsa entre dudas sobre la viabilidad de sus baterías.

Otro caso del momento de locura que ha vivido el mercado es Rivian una empresa de producción de camiones eléctricos. Salió a bolsa en noviembre de 2021, con una valoración de 100.000 millones de dólares, ocupando los titulares de los principales medios económicos. El primer día de cotización subió un 29% y se convirtió tras Tesla en la segunda compañía de coches de EEUU por valoración. La compañía había entregado su primer coche en septiembre de 2021 y estimaba una producción de 25.000 unidades en 2022, unas cifras de producción irrisorias frente a las compañías automovilísticas tradicionales. En el último trimestre de 2021 reportó pérdidas de más de 2.000 millones. Hoy, su valor en Bolsa no alcanza los treinta mil millones de dólares, tras perder más de un 65% en apenas seis meses desde su inicio de cotización. Ya no ocupa titulares.

En otros casos, han surgido empresas que, si cuentan con cientos de miles de clientes, debido al cambio de nuestros hábitos de consumo, pero que no generan beneficios ni flujos de efectivo. Este es el caso de la compañía de reparto de comida a domicilio Deliveroo, que todos hemos usado en alguna ocasión. A pesar de su innegable éxito comercial, presenta una caída en bolsa que ronda un 60% desde su incorporación. Su homóloga americana DoorDash, ha tenido un recorrido muy similar. Robinhood es una aplicación muy popular que ha permitido a millones de americanos invertir en acciones, opciones, criptomonedas desde sus teléfonos móviles de una forma fácil y sin pagar comisiones. Con tres mil millones de pérdidas, las acciones han bajado de ochenta a diez dólares.

Los mercados pueden ser irracionales durante bastante tiempo, pero la no generación de caja acaba imponiendo su lógica, más con los tipos de interés al alza.

Hay compañías como Netflix que facturan casi 30.000 millones de dólares, con más de 5.000 millones de beneficio neto. Netflix había doblado su valor en bolsa en los tres últimos años y destacaba entre las grandes ganadoras en bolsa de los últimos años por el mayor consumo audiovisual efecto de la pandemia. Ha bastado que publicase recientemente una caída en sus cifras de abonados para que sus acciones cayeran un 35% en dos días y sea una de las compañías con peor comportamiento este año. El modelo de negocio ha dejado ser diferencial. Su éxito ha provocado que otros competidores desarrollasen ofertas similares a menor precio. Ya no es la única plataforma de reproducción en linea de referencia, debido a la existencia de Amazon Prime, HBO, Walt Disney entre otras.

La bolsa española no es una excepción, a pesar de no contar con un sector tecnológico relevante. Los accionistas de compañías como BBVA, Santander o Telefónica han sufrido continuadas caídas de las cotizaciones en los últimos diez o quince años. Su antigua posición de dominio en sus sectores de actividad, fuertemente regulados, se ha visto erosionada por nuevos jugadores. Siguen siendo compañías de referencia en un índice relativamente pequeño como el español, pero se antoja imposible recuperar capitalizaciones pasadas. Compañías más pequeñas también han sufrido la desconfianza de los inversores sobre sus modelos de negocio. La percepción existente sobre la posible desaparición del dinero en efectivo ha condicionado la evolución negativa de Prosegur Cash desde su salida a Bolsa en 2017.

La bolsa puede ser muy ingrata y desde luego no es nunca una garantía de amor eterno.

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