Bolsa, mercados y cotizaciones

El inversor conservador ya pierde un 3% en el año, con pocas expectativas de recuperación

Foto: Archivo
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La invasión de Ucrania ordenada por Putin ha dejado a los inversores conservadores con un nuevo ataque de nervios, uno más de los que han tenido que soportar en los últimos años, en los que han debido de lidiar con los bandazos del mercado en 2018 con los tuits de Donald Trump o el Covidcrash de mediados de marzo de 2020, con la expansión del Covid 19 por todo el mundo; y ahora, aunque desde principios de año ya asomaban nubarrones en el horizonte ante el punto de inflexión de la política monetaria de los bancos centrales, para apaciguar las tensiones inflacionistas, ha hecho acto de aparición un nuevo cisne negro, el más inesperado de todos, como es la guerra, que ha añadido más inquietud, sobre todo por el condicionante psicológico de no saber hasta dónde puede llegar esta situación.

Los inversores más conservadores ya habían asumido que debían de incorporar más riesgo en las carteras, debido a la complicada situación de la renta fija durante los últimos años, presionados por los bajos tipos de interés. De hecho, el abanico de activos de deuda se había ampliado con títulos de alta rentabilidad o high yield e incluso deuda de países emergentes, lo que unido a la exposición a renta variable, en proporción al perfil de riesgo, había dado unos resultados aceptables de rentabilidad, a expensas de haber estado más expuesto a activos de riesgo de lo que a priori un inversor conservador habría estado.

La mayor preocupación a principios de año era cómo podía afectar la nueva etapa que se abría con la retirada del soporte de los programas de ayuda de recuperación de la pandemia por parte de los bancos centrales y el comienzo de la subida de tipos de interés, que incluso en Europa se preveía para final de año, debido a las presiones inflacionistas. Antes de que se desatara la guerra, el inversor más conservador, el de un fondo mixto cauto, según la terminología de Morningstar, en el que la exposición a renta variable puede variar entre el 20% y el 50%, –aunque no suele exceder de la parte baja de esta horquilla– ya perdía un 1,31% de media, con datos a 31 de enero. Y esta caída ya es del 2,87%, con datos a uno de marzo (la última fecha disponible para este grupo de fondos).

En otras caídas bruscas del mercado, las pérdidas fueron mucho mayores. Cuando se produjo el Covidcrash, la pérdida media de esta clase de fondos mixtos llegó a ser del 10,42%, según el dato del 18 de marzo de 2020, y a finales de 2018, cuando también se produjo otro bandazo de los mercados ante el temor a una recesión, la caída fue del 4,80%.

Estas pérdidas por la volatilidad de los mercados han significado que un inversor conservador solo gane un 0,84% anualizado a tres años, un porcentaje que se reduce al 0,17% si se considera la rentabilidad anualizada a cinco años. Y en el año de la pandemia, el peor escenario hasta ahora inimaginable, con todas las economías paralizadas, la recuperación posterior de los mercados permitió que la pérdida de aquel año solo fuese del 0,14%.

En los fondos mixtos de perfil más arriesgado, aquellos que pueden invertir hasta un 80% en renta variable, las caídas han sido más fuertes, aunque situadas en su contexto, menos dramáticas. En el año ya sufren una pérdida media del 8,05%, con datos a uno de marzo, dos puntos porcentuales menos de lo que perdieron en 2018, aunque con el Covidcrash de marzo de 2020 el derrumbe fue del 24,32%. En los fondos mixtos flexibles, la caída en el año llega al 4,90%, casi una cuarta parte de lo que perdió en 2020 hasta el 18 de marzo, aunque luego terminó el ejercicio con una pérdida de solo el 0,72%.

La cuestión ahora es si el inversor más conservador está dispuesto a aguantar más pérdidas en la cartera, después de los sustos de estos años, teniendo en cuenta que el horizonte para los mercados es ahora más incierto con un conflicto que no se sabe cómo puede terminar y con una inflación disparada al 7,44% en España, su nivel más alto en más de treinta años, y con la expectativa de que siga creciendo aún más presionada por el alto precio de las materias primas.

Antonio Cánovas del Castillo, consejero delegado de Altair Finance, firma de asesoramiento que cuenta con su propia gestora de fondos multiactivos, asegura que hay muchos clientes que han estado mal perfilados, empujados por la banca a asumir más riesgo del que les hubiera correspondido, y están pagando las consecuencias. Pero, pese a que los inversores se están dejando llevar por el pánico, explica que "los bonos comienzan a pagar una prima de rentabilidad que hasta ahora no ofrecían", lo que exige ser muy flexibles a los gestores porque "en 48 horas puede cambiar todo el planteamiento". A juicio de Cánovas, "los bonos de muy corto plazo han llegado a pagar hasta un 2%, un rendimiento muy mediocre respecto a la inflación, pero que no se veía desde hacía tiempo".

¿Cuál es su consejo? Ajustar la exposición de riesgo al auténtico perfil del inversor, para evitar salir y volver a entrar al mercado de forma imprecisa. Una recomendación que también apuntan en Finizens, utilizando un análisis realizado por el gestor automatizado, basado en el impacto que tuvieron diversos eventos geopolíticos en el comportamiento de la bolsa norteamericana, utilizado como mercado de referencia por su mayor track record disponible. Y las conclusiones son que la caída máxima media de la inversión es relativamente pequeña, del 4%, mientras que el tiempo medio de recuperación completa desde el punto de máxima caída fue muy corto, de cinco semanas.

En Amundi explican que 2el marco temporal de esta crisis será crucial, ya que un periodo prolongado de incertidumbre con nuevas escaladas podría llevar a nuevas revisiones de precios en las primas de riesgo globales", por lo que la atención volverá a estar puesta en los bancos centrales, "que puede que en algún momento tengan que ajustar sus agendas para abordar el creciente riesgo de estanflación", según la firma. "Nos enfrentamos a un periodo de baja visibilidad respecto a los acontecimientos geopolíticos y las implicaciones económicas. Para los inversores, todo esto significa que deben mantenerse bien diversificados, aumentar sus coberturas y centrarse en áreas resilientes a la alta inflación", subrayan.

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