En los últimos diez años, el tradicional monopolio de la banca prestando servicios financieros se ha ido debilitando. Han ido entrando nuevos participantes en el mercado que se han centrado en las partes de los servicios bancarios que pueden ser separados, mejorados y que suponen menor riesgo.
Es cierto que la banca cuenta a su favor su tamaño, con su amplísima base de clientes y un valor de "confianza" y "lealtad" de sus usuarios. En su contra, la mayor lentitud de respuesta, la rigidez de sus sistemas informáticos históricos y el estar fuertemente reguladas. El valor de "lealtad" disminuye en sus clientes más jóvenes habituados al uso de aplicaciones digitales casi desde que tienen uso de razón.
Han surgido un gran número de fintech o aplicaciones financieras, como es el caso de PayPal en EEUU o de Revolut y Wise en el Reino Unido. En ambos casos, hablamos de nuevas compañías que han atacado servicios financieros, normalmente pagos, en los que, a través de la tecnología digital, los usuarios tienen una mejor experiencia de uso pagando menores comisiones. En otros casos, podemos hablar de las techfin donde compañías tecnológicas como Apple, Facebook o Amazon, ofrecen servicios financieros como ApplePay, por ejemplo.
Las nuevas empresas se han centrado en las transacciones más habituales de cobros y pagos y no tanto en la parte de préstamos, que supone inmovilizar recursos vía los requisitos de capital que exigen los reguladores. La capacidad de la banca de defender su anterior monopolio es muy limitada, dado que se enfrenta a empresas cuya capacidad de emprendimiento, velocidad de innovar, su foco y rapidez es muy superior.
Otro riesgo para la banca es que empresas con gran reconocimiento de marca como Google o Amazon pasen a intermediar toda otra serie de servicios destinados al público minorista. El favor de los inversores ha hecho que algunas de estas compañías, alcancen mayor valoración que los complejos bancos tradicionales. Es el caso de la fintech brasileña Nubank, que salió a cotizar en el NYSE en diciembre de 2021, alcanzando una capitalización de 43 billones de dólares.
Nubank surgió en 2013 en Brasil, cuyo banco central autorizó la creación de instituciones de pago, para romper el monopolio bancario. En ese momento Nubank fue creada por un licenciado en Stanford como una compañía digital para pagos a través de tarjeta de crédito. Dicha tarjeta, libre de comisiones, fue ofrecida a personas sin historial crediticio. El límite de la tarjeta se aumenta progresivamente en función del historial de pagos. Todos los trámites y aprobaciones se realizan online, lejos del papeleo tradicional. Centrada en mejorar la experiencia del usuario, el éxito fue instantáneo. Nubank obtuvo la licencia para operar como institución financiera en 2018. Hoy es el mayor banco digital del mundo, con treinta millones de clientes en Brasil, habiendo iniciado operaciones en Colombia y en México. En una extensión de sus servicios financieros, en 2020 creo Nubank Vida junto a la compañía de seguros Chubb, una de las mayores aseguradoras a nivel mundial en el sector de vida. Como no podía ser de otra manera, Nubank Vida es totalmente digital.
Un caso de éxito en Europa en Wise, fintech especializada en transferencias de dinero entre países, con comisiones inferiores a las aplicadas por los bancos, apostando por operaciones de cambio de moneda rápidas, baratas y fáciles de realizar. Su valoración alcanzo los 8 billones de libras en el momento de su salida a bolsa en Julio 2021. Revolut, fintech británica no cotizada, alcanzó los 33 billones de dólares de valoración en su última ronda de financiación. Tiene más 16 millones de clientes a nivel global y realiza más de 150 millones de transferencias mensualmente.
Estas nuevas super apps financieras apenas tienen beneficios hoy y sus valoraciones van a sufrir en un entorno de subida de tipos o si no cristalizan las enormes expectativas de crecimiento. Valoraciones aparte, estas aplicaciones reflejan el profundo cambio en cómo las generaciones jóvenes de clientes manejan, gastan o invierten su dinero.
Esta evolución en las expectativas de los clientes y la mejora de la tecnología obliga a un cambio profundo en el sector financiero. Los bancos necesitan mejorar sus sistemas, normalmente basados en productos (ahorro, préstamo, trading) a sistemas centrados en la experiencia de sus clientes, un reto enorme por su coste y por tener que convivir con sus sistemas actuales. El enfoque de la innovación no debe estar solo en un recorte de gastos, que será una consecuencia, sino en responder a clientes que quieren tener facilidad de uso y la posibilidad de operar en cualquier momento, en cualquier lugar y a través de dispositivos móviles. La banca está empezando a perder ese as en la manga con el que siempre jugaba, según contaba un prestigioso banquero de otra época.