
La agenda semanal trae datos sobre el impacto de ómicron en la actividad en el inicio de año, y culmina el viernes con el índice de precios PCE de enero, en EEUU, un indicador clave para la Fed, mientras el mercado sigue mostrando que se siente en buenas manos pese al pico de inflación.
La tensión en las fronteras de Ucrania seguirá siendo el principal foco de incertidumbre global, aunque, entretanto, la agenda puramente económica sigue avanzando hacia las cruciales reuniones sobre política monetaria de marzo de la Reserva Federal (el 16 de marzo) y del Banco Central Europeo (el 10 de marzo). Sobre todo en el caso de la Fed estadounidense, que subirá los tipos de interés oficiales, si se cumplen las expectativas, por primera vez en el proceso de normalización tras la histórica respuesta al shock de la pandemia de coronavirus.
En los últimos días, "la relajación de las expectativas de inflación ha reflejado una elevada confianza en que los bancos centrales podrán controlar la evolución de los precios", explica el dr. Hans-Jörg Naumer, director de análisis de Allianz Global Investors, quien considera que "esto también podría explicar por qué los rendimientos de la renta fija se han ido desvinculando cada vez más de la tendencia actual de la inflación y siguen siendo relativamente bajos".
Lo cierto es que, a pesar de todo, el rendimiento que se exige al bono de España de referencia en el mercado secundario terminó el viernes cerca del 1,2%, por debajo del máximo hasta el que ha llegado escalar esta misma semana, el 1,3%, después de que Christine Lagarde, presidente del BCE, admitiera a principios de febrero la preocupación de la institución por la escalada de la inflación y abriera la puerta a un incremento de los tipos de interés en este 2022, y que seguidamente varios de sus lugartenientes apoyaran públicamente esta agresiva posición.
Esta última semana dos voces más moderadas del BCE dieron otra versión. Por un lado, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, admitió que "los movimientos en la política monetaria hacia la normalización parecen más probables", pero matizó que este proceso se realizará "de manera gradual y flexible", al "no ver ninguna razón para reaccionar de forma exagerada".
Por otra parte, el economista jefe del organismo, Philip Lane, aseguró que el BCE debe mantener la consideración "simétrica" de su compromiso con la estabilidad de precios en el 2% para reaccionar de manera proporcional a las presiones inflacionarias a medio plazo, garantizando que no reacciona de forma exagerada ante un repunte a corto plazo de las subidas de precios.
Así, como el español, el interés del bono italiano a 10 años se distanció este último viernes del máximo de este 2022, el 2%, y el del Bund de Alemania, se quedó en el 0,2%, frente al 0,3% que llegó a tocar recientemente.
"Como consecuencia, los tipos de interés reales son cada vez más negativos: se trata de una evolución inusual en términos históricos, y esto deberían justificarlo los bancos centrales, cuyos balances han aumentado mucho por las compras de bonos y se están reduciendo a distintas velocidades: por ejemplo, el banco central estadounidense, la Fed, comparado con el BCE, que está actuando más lentamente", incide el dr. Hans-Jörg Naumer.
¿Equilibrio imposible?
"Los bancos centrales tienen ante sí un delicado ejercicio de equilibrios para no cometer un error de política monetaria: subir tipos demasiado (o demasiado rápido) asfixiará la economía, ya que las quiebras se dispararán (debido a los elevados niveles de deuda), pero, por otro lado, la inflación podría arraigar si se actúa con demasiada lentitud", reflexionan en Fidelity, donde concluyen: "La historia demuestra que la inflación puede resultar tremendamente difícil de controlar cuando ha arraigado".
En este sentido, el propio reiteró la necesidad de prudencia para no trasladar las tensiones observadas en el IPC a los salarios, en un movimiento que entiende que sería perjudicial para la economía.
Los índice adelantados de actividad, los PMI de febrero, que se conocerán a principios de semana para la eurozona (el lunes) y para Estados Unidos (el martes 22 de febrero) darán información sobre la salud de la recuperación económica después del impacto de la variante ómicron del coronavirus. Las expectativas apuntan a lecturas fuertes, que marcarán de forma generalizada una mayor expansión en industria y servicios que en enero.
La semana terminará con la publicación del índice de precios PCE de enero, un indicador que atiende especialmente la Fed. "Con un 5% interanual, nos recordará que la tasa de inflación está muy por encima del objetivo del 2%", concluye el estratega de Allianz.