Bolsa, mercados y cotizaciones

El 'fininfluencer' debe tener trayectoria y experiencia contrastada

  • Cada vez son más los perfiles que se animan a participar en este sector

"Me gustaría decir que seáis todos muy felices, que cuidéis todos de la familia y que invirtáis en oro para protegeros de la inflación, y en plazas de garaje". Con este cariñoso mensaje, con recomendación financiera incluida, empezaban el año muchos españoles. Y no, no eran aquellos aficionados al sector de la inversión que estaban escuchando canales especializados para decidir dónde meter su dinero, sino cualquiera que estuviera viendo la popular gala de Año Nuevo de Televisión Española. El que lanzaba el mensaje tampoco era un economista reputado o profesional de la inversión, sino Omar Montes, uno de los cantantes de reguetón más escuchados de nuestro país y, por ende, una de las personas con más influencia entre las generaciones más jóvenes, con más de un millón de seguidores en Instagram.

Esta curiosa y, a priori, inconexa relación entre dos industrias totalmente diferentes se observa cada vez más en espacios como las redes sociales, donde hablar de finanzas se ha puesto de moda. Según se desprende del artículo Finfluencers: entre la educación financiera y la regulación, publicado por BBVA, a fines de septiembre de 2021, el hashtag #FinTok en TikTok (otra de las redes sociales más famosas entre los millenials y centennials) tenía más de 500 millones de visitas; #cryptocurrency tuvo más de dos mil millones de visitas e #inversión más de 3,7 mil millones. En Instagram, #financialfreedom aparece en más de 10 millones de publicaciones e #investing en casi 12 millones. Sin duda, unos datos que sorprenden si se tiene en cuenta el rango de edad y la formación profesional de las personas que frecuentan estas plataformas virtuales, y que demuestran, una vez más, que los canales y medios para buscar información, del índole que sea, están cambiando.

El 71% de los centennials y millennials aprecian la información financiera que proviene de alguien como ellos

Según un informe publicado por New Morning Consult, el 71% de los centennials y millennials (personas nacidas desde principios de los 80 hasta el 2012) aprecian la información financiera que proviene de alguien como ellos, en comparación con el 48% de la generación Baby Boomer (nacidos en las décadas de 1950 y 1960). Así, tener en consideración las opiniones de una persona con la que te sientes más identificado –ya sea por edad, gustos, estilo de vida o, simplemente, puro fanatismo– es más común entre estas generaciones que informarse a través de los canales específicos o tradicionales, donde es más complejo encontrar perfiles que divulguen esta información de manera tan directa, cercana y con un lenguaje con el que se encuentran más familiarizados.

¿Opinión o consejo?

Pero, ¿qué separa el consejo financiero de la opinión personal? ¿Puede una persona sin formación económica, y sin un organismo oficial que la avale, recomendar qué hacer con el dinero? Según la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA, por sus siglas en inglés), el regulador de los mercados de valores de la Unión Europea (UE), la respuesta es no. Con la intención de arrojar luz sobre la credibilidad de los conocidos como fininfluencers (influencers financieros), y las posibles consecuencias de seguir sus consejos, el organismo publicaba un comunicado en octubre del año pasado donde aclaraba qué es una recomendación de inversión y qué personas están acreditadas para emitirlas.

"El Derecho de la UE define una recomendación de inversión como información en la que se recomienda o sugiere una estrategia de inversión, explícita o implícitamente, relativa a uno o varios instrumentos financieros o a emisores, incluida cualquier opinión sobre el valor o el precio presente o futuro de dichos instrumentos, destinada a los canales de distribución o al público. Los canales de difusión pueden ser informes de analistas, artículos, medios de comunicación tradicionales o incluso redes sociales", reza ESMA en su comunicado.

En este sentido, siguiendo lo expuesto en el Reglamento sobre abuso del mercado de la UE, se exige que "quienes hagan recomendaciones de inversión revelen sus identidades y presenten recomendaciones de una manera objetiva, así como revelar todas las relaciones o circunstancias que pudieran afectar a su objetividad. En el caso de los expertos, deben seguirse normas adicionales", subraya.

"Es muy difícil distinguir lo bueno, lo profesional, lo creíble y además saber qué riesgo hay"

Carlos Fernández Guerra, periodista y community manager de Iberdrola, habla en una entrevista con este medio sobre la dificultad de distinguir, a día de hoy, "lo bueno, lo profesional, lo creíble y saber qué peligros hay" en redes sociales. "Hay un gran riesgo para gente impresionable, ya que todo parece dinero fácil. Todo parece muy sencillo, pero renuncias a la calidad. Hay influencers que tienen una trayectoria importante y vienen del mundo de la inversión, del periodismo financiero, etc, pero también está la otra parte, los influencers que no cuentan con esta experiencia y ponen todos los huevos en la misma cesta. La gente se olvida de la inversión y es más mera especulación", desarrolla el especialista. Por este motivo, "desconfianza hasta límites insospechados" es el consejo que Fernández Guerra daría a todas las personas que buscan recomendación en estos espacios, y no dejarse llevar por "tener muchos seguidores o ver cientos de comentarios", ya que estos datos pueden estar falseados.

Un consejo que comparte Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis y uno de los top #twecos de 2022 (el sello que concede Crédito y Caución para identificar a los influencers económicos más reputados dentro de Twitter). El experto matiza que, para ser considerado un influencer financiero, es importante que la persona sea experta o profesional del sector. "No pasa nada porque una persona dé su opinión sobre dónde invierte, donde se genera un problema es cuando esa persona hace una recomendación de inversión. Muchas veces se confunde el hecho de que una persona sea conocida, o influyente, con el hecho de que pueda o deba dar recomendaciones de inversión. Puede dar su opinión perfectamente, pero debe quedar claro en su perfil y en su mensaje que es simplemente su opinión personal", matiza Lacalle.

Para Juan Ignacio Crespo, asesor de Multiciclos Global FI de Renta 4, uno de los principales problemas de esta cuestión es que "lanzar mensajes generales, como si fueran válidos para todo el mundo, es un disparate, porque hay que conocer los objetivos concretos de cada persona y su perfil". En este sentido, el experto indica que es imprescindible que el mensaje o recomendación comprenda parámetros más concretos, como en qué invertir, cómo vehiculizar la inversión y el tanto por ciento que debería destinarse a la misma. Sin embargo, aunque Crespo destaca la facilidad que tienen los jóvenes [gracias a Internet] para invertir dinero en diferentes activos –una posibilidad que puede tornarse a favor o en contra, según el uso que se haga de ello–, asume que el riesgo, en relación con la inversión, ha existido desde que se creó el dinero.

En el mismo sentido, Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep Finance, divide en tres niveles, que van de menor a mayor riesgo, la actividad de los fininfluencers. "Hay una parte muy positiva, que es cuando una persona con influencia actúa como correa de transmisión para dar a conocer la existencia de un profesional debidamente cualificado y regulado para ayudar a inversores, y acerca a los expertos de la inversión con su público potencial", puntualiza.

El segundo escenario, según Alvargonzález, se da cuando un influencer publicita a empresas o personas que "no están autorizadas ni capacitadas para dar consejos de inversión", algo que, recuerda, "además de ser negativo, es ilegal". Y el último escenario, y más peligroso, es cuando la persona con influencia "se permite dar consejos y recomendaciones sobre algo que desconoce" en primera persona. Un hecho que se ha hecho todavía más frecuente desde el boom de los criptoactivos y que ha servido como precedente para endurecer, y clarificar, la legislación sobre éste y otros productos financieros.

Criptomonedas

El pasado verano, Rodrigo Buenaventura, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), alertó del incremento histórico de reclamaciones por fraude financiero y cuantificó en 800 millones de euros los daños reclamados en la Audiencia Nacional. Un hecho que el economista español relacionó, directamente, con las criptomonedas, al ser "el activo de moda en ese momento".

Estas preocupantes cifras empujaron la regulación de la publicidad de las criptodivisas, incluyendo la de personajes públicos o influencers, la cual se materializaba el pasado 17 de enero en una nueva normativa recogida en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Concretamente, este texto detalla que, todas las personas u organismos que hagan publicidad sobre criptomonedas, deberán incluir la siguiente advertencia: "La inversión en criptoactivos no está regulada, puede no ser adecuada para inversores minoristas y perderse la totalidad del importe invertido".

De la misma manera, el texto expresa que la publicidad "deberá evitar realizar referencias a elevadas rentabilidades pasadas", y si se hace, tendrá que indicar el período de tiempo al que se refiere. Esta normativa no solo afecta a las empresas o proveedores de servicios de criptoactivos, sino a "cualquier otra persona física o jurídica que realice por iniciativa propia o por cuenta de terceros dicha actividad". Por lo tanto, si un influencer se lucra económicamente por hacer publicidad de alguno de estos activos, deberá cumplir las normas indicadas en esta circular. Con todo, desde la CNMV apuntan que no hay que confundir la actividad de un fininfluencer, que se rige por las normas de la publicidad de instrumentos financieros y por la de criptomonedas, con el servicio de análisis, ya que, para lo segundo, hay que ser una ESI (mifid) o lo que se conoce como un experto independiente (MAR).

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