
El Banco Popular de China inyectó 120.000 millones de yuanes de liquidez durante la última semana, la mayor cifra desde febrero, como respuesta a la desaceleración de la recuperación, que confirmará el PMI industrial de agosto, para el que se prevé la peor lectura desde abril de 2020.
Apenas un par de décimas por encima de la barrera que separa la expansión de la contracción (los 50 puntos), la estimación para el indicador adelantado de la actividad manufacturera del gigante asiático en el último mes apunta al ritmo más lento de crecimiento de toda la recuperación económica, que se inició en mayo de 2020 tras el primer gran confinamiento mundial por la pandemia de coronavirus.
El PMI industrial de China se conocerá el martes 31 de agosto y, con una previsión similar, el mismo índice pero calculado por Caixin se publicará el miércoles 1 de septiembre. Estos datos solo corroborarán una desaceleración anunciada. "La pregunta clave es qué parte de la desaceleración es temporal y cuánto se debe a la inevitable normalización de las tasas de crecimiento a medida que se desvanece el impulso de la reapertura", advierte el equipo de analistas de BofA.
En el frenazo, que se adelantó ya esta última semana en Estados Unidos y en la eurozona con los PMI correspondientes, también tiene que ver la incidencia de la variante Delta del Covid a nivel local y mundial, las tensiones geopolíticas ante la complicada situación que atraviesa Afganistán y a la escasez de bienes intermedios, a los problemas de suministros y a la crisis de los semiconductores, que está afectando a industrias importantes como la automovilística.
"En el entorno actual, donde cada vez hay más motivos para la incertidumbre, como la pérdida de impulso económico debido a la nueva ola mundial de contagios por la variante Delta del coronavirus, los beneficios empresariales han sido hasta ahora un pedazo de tierra firme en medio de la tempestad", observa Stefan Rondorf, estratega de Allianz Global Investors.
"Nuestros economistas esperan que el crecimiento del PIB se recupere tanto en Estados Unidos como en China en el cuarto trimestre, incluso cuando la eurozona desacelere", añaden los analistas de BofA. "Las bolsas de China vienen cayendo desde marzo ante la evidencia de una economía estancada", insiste en Jean-Baptiste Berthon, estratega de Lyxor AM, quien advierte de los riesgos regularorios en la segunda potencia global.
El empleo tras Jackson Hole
Los índices PMI de China no serán los únicos datos importantes de la semana. "Más destacado sea probablemente el informe sobre el mercado laboral estadounidense, que verá la luz el viernes 3 de septiembre", considera Stefan Rondorf, de Allianz.
"Para iniciar la tan discutida reducción de las compras de bonos (tapering), la Reserva Federal (Fed) quiere ver primero un progreso sustancial en el mercado laboral: cuantos más puestos de trabajo se creen en agosto y cuanto más visibles sean las mejoras en este mercado, antes podrá la institución reducir su programa de compra de bonos", continúa el experto.
"Sin embargo, esto ya se está teniendo en cuenta en las previsiones, y así, en un contexto de rentabilidades históricamente bajas, el mercado de renta fija podría reaccionar con fuerza a unas cifras del mercado laboral particularmente fuertes o débiles", finaliza.
De vuelta a la eurozona, otro indicador diferente pero también relacionado directamente con la política monetaria se publicará el lunes 30 de agosto: el dato de inflación en agosto de Alemania o España.
Para el motor económico del Viejo Continente, las estimaciones apuntan a una variación interanual del 3,3%, la mayor desde la crisis de 2008, justo después de conocerse la actas de la última reunión del BCE, en las que se muestra "una amplia mayoría de los miembros (del Consejo de Gobierno) indicó que podrían apoyar la propuesta de orientación revisada" después de que la nueva estrategia fuera aprobada por unanimidad, aunque algunos de ellos mostraron sus reservas porque consideraron que la nueva orientación no reflejaba sus preocupaciones de excederse y podría ser vista como "una promesa de mantener los tipos de interés en el nivel actual o más bajos un periodo de tiempo muy largo sin una cláusula de escape explícita".
El mensaje textual que el BCE dio a los mercados y al público general el 22 de julio fue: "El Consejo de Gobierno espera que los tipos de interés oficiales del BCE continúen en sus niveles actuales, o en niveles inferiores, hasta que observe que la inflación se sitúa en el 2% bastante antes del final de su horizonte de proyección y de forma duradera en el resto de dicho horizonte".