
En uno de los años más complicados de mercado para la renta variable como fue 2020, los inversores españoles se volcaron en la renta fija, como se comprueba al analizar los fondos de inversión con mayores captaciones netas durante el año pasado. Los productos de renta fija a largo plazo lograron sumar 2.965 millones de euros, cifra que les sitúa como la primera categoría por entradas netas de dinero, seguida de los fondos mixtos de deuda internacional, que consiguieron 2.920 millones de euros, según los datos definitivos de Inverco.
Estas captaciones permitieron que los fondos de renta fija a largo plazo terminaran el año pasado con 26.469 millones de euros en activos bajo gestión, un volumen patrimonial que no alcanzaban desde el año 1998, cuando llegaron a sumar 27.508 millones, el mayor nivel de todo el registro histórico de la asociación de gestoras, que arranca en 1991. Si se añadiera el patrimonio que manejan los fondos de renta fija a corto plazo, el volumen total ascendería a 62.156 millones de euros, una cifra cercana a la que sumaron en 2009 y la cuarta más alta de la serie histórica.
La crisis del Covid provocó unas caídas brutales de los mercados en marzo del año pasado, lo que llevó a los inversores, que tenían aún fresco el recuerdo de las pérdidas sufridas a finales de 2018 ante el temor de una desaceleración de la economía y la guerra comercial entre Estados Unidos y China, a refugiarse en los productos más conservadores, a pesar de que la rápida actuación de los bancos centrales y los programas de ayudas de los gobiernos hicieron que las bolsas se dieran la vuelta en poco tiempo y se fueran recuperando, sobre todo la norteamericana, que volvió a tocar máximos.
Pero ni los sucesivos anuncios de las vacunas contra el Covid que fueron publicando las compañías farmacéuticas desde el 9 de noviembre, que significaron el mejor mes para la bolsa europea y el Ibex, fueron capaces de convencer a los inversores para cambiar su percepción del riesgo, aunque los fondos de renta variable global sí que terminaron 2020 como una de las categorías con mayores captaciones netas en el año.
Una vez más, el dopaje que introdujeron los bancos centrales mediante la inyección de liquidez permitió que los inversores de renta fija terminaran el año en positivo, con una rentabilidad del 1,8%, un rendimiento que superó el 0,77% de los fondos de renta variable mixta internacional y la caída del 0,10% de los fondos de deuda a corto plazo.
Esta entrada masiva de dinero en los fondos de renta fija a largo plazo viene ocurriendo desde finales de 2018, año que también supuso un varapalo para las bolsas y que provocó una estampida de los inversores que habían asumido algo de riesgo en sus carteras ante las pérdidas que sufrieron. Desde entonces hasta ahora, faltan poco más de 4.000 millones para que doblen el patrimonio que tenían en 2018, cerca de los 15.400 millones.
Riesgo latente
Las ganancias en renta fija gracias a la actuación de los bancos centrales han escondido estos años el riesgo latente que tienen los inversores de deuda a largo plazo, que piensan que no pueden perder dinero en este tipo de activo, como recuerda Félix López, socio y director de ATL Capital. "No son plenamente conscientes de que rentabilidades pasadas no significan que se vayan a repetir en el futuro y este año las probabilidades, además, son más reducidas. Los diferenciales de crédito se encuentran en mínimos y la deuda soberana podría terminar incluso en terreno negativo. Si se produce cualquier movimiento al alza de los tipos de interés, los fondos que invierten en bonos con duraciones a largo plazo pueden perder por precio", advierte.
Precisamente para intentar zafarse de la menguante rentabilidad de la renta fija, los gestores de fondos más flexibles están recurriendo a los bonos de baja calificación crediticia o 'high yield', deuda subordinada y la renta fija de países emergentes. Pero para un inversor conservador que supuestamente huye de la bolsa para no asumir riesgo, no deja de ser paradójico. Pero, de momento, el tedio mantiene la expectativa de rentabilidad. David Ardura, responsable de renta fija y director de inversiones de Gesconsult, señala que este año "gran parte de las acciones de los bancos centrales están puestas en precio, con un entorno no exento de volatilidad pero en el que sabemos que siempre estarán para atenuarla. Nosotros seguimos viendo algo de valor en la renta fija corporativa y muy poco en la deuda soberana, más allá de los relativos que aprovechen la reducción de las primas de riesgo. El inversor debe tener expectativas realistas de rentabilidad en un entorno como éste".
Para Ignacio Fuertes, director de inversiones de Rentamarkets, "es evidente que el margen de mejora en el corto plazo es muy moderado y los riesgos muy elevados, en caso que aparezca algún catalizador en la narrativa que desestabilice las expectativas, que ahora se basa en la recuperación, por lo que los sectores cíclicos, los emergentes y el 'high yield', en principio, se deberían comportar bien, exagerando los retornos. En el segundo semestre es donde puede haber mayores riesgos".