
Al igual que en la escena final de Blade Runner el replicante Roy Batty aseguraba haber visto cosas que los demás no creerían, como "atacar naves en llamas más allá de Orión", los inversores han sido testigos en 2020 de acontecimientos que nadie podría haber imaginado antes, como pagar por vender petróleo o abonar por la deuda española más dinero del que recibirán a vencimiento.
La irrupción del coronavirus en la ciudad china de Wuhan captó al mercado más pendiente de la tensión geopolítica entre EU e Irán tras el asesinato del general Qasem Soleimani en Irak, que del aumento de casos de una extraña neumonía más mortal que el SARS. A pesar de la primera advertencia que dieron los parqués de Shanghai y Shenzhen tras la reapertura del Año Nuevo chino el 3 de febrero -cuando cedieron un 8%- las bolsas de EU y Europa siguieron mirando hacia otro lado en su camino hacia máximos.
Las valoraciones estaban altas y los analistas empezaban a cuestionarse si las bolsas no estaban sobrevaloradas. Pero bajo el argumento de que la renta variable era el único activo capaz de ofrecer ganancias atractivas en el largo plazo ante la falta de alternativas en un entorno de bajos tipos de interés, el 19 de febrero, el Stoxx 600 y Wall Street alcanzaron máximos históricos. El Ibex 35, por su parte, tocó niveles que no veía desde marzo de 2018, antes de que se desatara la guerra comercial entre EU y China.
Cuatro semanas de pánico
El éxtasis duró poco, ya que cuando empezaron a multiplicarse los casos de coronavirus en Italia, epicentro de la pandemia en el Viejo Continente, y después en España, arrancó una caída bursátil sin precedentes. En la segunda semana de marzo, cuando algunas comunidades autónomas decidieron cerrar colegios y universidades y empezaba a implantarse el teletrabajo a marchas forzadas, el covid-19 ya se situaba entre las mayores crisis bursátiles de la historia. Y en medio de un mercado arrasado por las ventas, la prima de riesgo –entendida como la expectativa de rentabilidad de la bolsa frente al activo sin riesgo–, llegó a situarse en 10 puntos, superando los niveles de la crisis de deuda de 2011 y la amenaza de recesión de 2018.
El 14 de marzo, España declaró el estado de alarma, lo que hundió al Ibex el lunes posterior hasta mínimos de 8 años en los 6,107.20 enteros. No fue sólo una jornada aciaga en Europa. EU sufrió la segunda peor sesión bursátil de sus 124 años de historia, con pérdidas del 12% en el caso del S&P 500 y del Nasdaq 100.
EU sufrió la segunda peor sesión bursátil de sus 124 años de historia
Tras cuatro semanas en las que Wall Street y el Stoxx 600 acumulaban caídas del 30% desde los máximos históricos de febrero, la fotografía que arrojaba el mercado era radicalmente distinta. Había pasado de minusvalorar una gripe originada en China y de contemplar una crisis –primero de oferta y de demanda después– a descontar un escenario de recesión e incluso a considerar una depresión mucho peor que la crisis financiera de 2008. El 19 de marzo el Banco Central Europeo (BCE) pasó a la acción para intentar calmar el pesimismo y presentó un plan de compra de deuda pública y privada por 750,000 millones, que sumado al anuncio anterior, alcanzaban un total de un billón de euros. Pese a la inyección de estímulos, economistas y expertos ya vaticinaban que la recuperación en forma de V sólo se produciría en China, mientras que en Europa sería más lenta y por detrás de EU.
El BCE pasó a la acción para intentar calmar el pesimismo y presentó un plan de compra de deuda pública y privada por 750,000 millones
La gestión de la pandemia por parte de las autoridades de Pekín permitió a su industria retomar la actividad en el segundo trimestre y esta temprana recuperación contribuyó a que su principal índice, el CSI 300, cediera en la peor parte de la crisis la mitad que el resto. A cierre de marzo el gigante asiático ya se situaba como una de las principales ideas de inversión y ha sido una de las grandes palancas que ha llevado a la bolsa emergente a terminar el año en positivo y en zona de máximos de tres años.
Dejando a un lado a las bolsas, el petróleo ha sido otro de los activos que más ha sufrido las consecuencias de esta crisis. El colapso por la caída de la demanda a nivel mundial llevó a los contratos de futuro del West Texas, de referencia en EU, a cotizar en terreno negativo a finales de abril. Es decir, se llegaron a pagar 40 dólares a quien se hiciera cargo de un barril de crudo. Y el Brent, de referencia en Europa, marcó mínimos de 2011 en los 19.33 dólares. En el conjunto del ejercicio del precio del crudo cede un 25% hasta los 51.39 dólares por barril. La otra cara de las materias primas fue para el oro, que hizo valer su condición de refugio y alcanzó altos históricos en los 2,063.54 dólares en agosto. El metal precioso sube en 2020 un 24%.
El rebote: tecnología y salud
La crisis derivada del coronavirus ha funcionado como un acelerador de tendencias, especialmente en tecnología. Desde los mínimos anuales, la recuperación de las bolsas a ambos lados del Atlántico recayó en los valores que se beneficiaron del confinamiento, el teletrabajo y todo lo relacionado con la investigación de las vacunas. Asimismo, Bruselas presentó el Plan de Recuperación de la UE, donde se puso de manifiesto que junto a la tecnología, el vector de recuperación en el continente pasaba por la transición energética.
Desde las aplicaciones para facilitar las reuniones online, como Zoom, hasta Tesla, Moderna, Peloton o Nvidia son las que se sitúan entre los grandes vencedores de la bolsa americana con revalorizaciones de hasta tres dígitos. En el Viejo Continente, la plataforma de pagos Adyen y el holding de apuestas Flutter Entertainment se colocan como las más alcistas del EuroStoxx 50. En el Stoxx 600, son la firma de servicios de computación en la nube Sinch y el fabricante alemán de comida preparada a domicilio Hellofresh los ganadores del Stoxx 600.
Si la primera mitad de 2020 fue la de la destrucción y reconstrucción del mercado, la segunda parte estuvo marcada por la cita electoral en EU y los avances sanitarios en torno a la vacuna. Ya en julio, 6 de cada 10 expertos se decantaban por Wall Street de cara a la segunda parte del año en una encuesta realizada por elEconomista a 22 casas de análisis, tal y como ha ocurrido, con el S&P 500 aventajando en casi 19 puntos de rentabilidad al indicador de referencia europeo.
La vacuna
En octubre y con la negativa evolución de la pandemia en las mayores potencias como telón de fondo, los países adoptaron nuevas medidas restrictivas para controlar los contagios, lo que devolvió a las bolsas a mínimos el 29 de octubre. Europa alcanzó entonces la zona que, por análisis técnico, desde Ecotrader se había pautado semanas atrás como una oportunidad de compra.
Se iniciaba así un rebote secundado en noviembre por la victoria demócrata en las elecciones de EU y el anuncio de la efectividad de la vacuna de Pfizer y BioNTech. La euforia desatada por el anuncio de la farmacéutica abría una puerta a la esperanza y llevó a algunas de las principales bolsas a firmar un mes histórico. Entre ellos se situó el Ibex, que con una subida del 32%, redujo a menos de 10 puntos su retraso con Europa.
Aunque la situación sanitaria se recrudeció en la recta final del año ante la aparición de una nueva cepa en Reino Unido y el aumento exponencial de los casos, diciembre fue el mes en el que se inocularon las primeras vacunas y se inyectaron más estímulos. El BCE añadió 500,000 millones a su plan de ayudas. Un día después, el bono español a diez años cayó a terreno negativo por primera vez en su historia. Bruselas y Londres alcanzaron un acuerdo sobre la relación comercial post Brexit la tarde de Nochebuena y EU aprobó un paquete de estímulos que llevó el lunes 28 a una nueva triple corona en Wall Street. Europa despide el año con pérdidas del 5%, y el Ibex, del 15%.
Y, a diferencia, del replicante de Blade Runner, que afirmaba que "todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia", los inversores jamás olvidarán lo vivido en un año de mercado increíble como 2020.