
Las convulsas gráficas de 2020 han hecho a los inversores buscar activos refugio que más que rentabilidades astronómicas provean estabilidad y seguridad. Uno que ha conseguido buen cartel este año es el vino de calidad. En medio de una crisis provocada por el covid-19 que hizo desplomarse los valores en marzo y provocar después sonados 'rallies', los caldos premium han mantenido una línea prácticamente recta en su desempeño que ha llamado la atención.
Así se constata en el índice Liv-ex Fine Wine 100, que, según datos del Financial Times, ganaba un 4,7% en lo transcurrido del año a finales de noviembre. Un dato a contraponer por ejemplo con la caída del 14% que ha protagonizado desde comienzos de año el índice FTSE 100, principal indicador bursátil del Reino Unido.
El Liv-ex Fine Wine 100 -por London International Vintners Exchange- es uno de los índices de referencia a nivel mundial de la evolución de los precios de los vinos de lujo, muchos de los cuáles son adquiridos más como inversión que para ser consumidos. Es por lo tanto un indicador clave para los inversores en vinos, ante las alternativas de otros mercados financieros como el de materias primas o el de futuros.
El citado índice cambia anualmente de composición de los vinos que lo forman, siendo una gran mayoría de los mismos vinos franceses, cuota que ha llegado a superar los 80 vinos de entre los 100 seleccionados, siendo estos de diferentes denominaciones de origen como el epicentro Burdeos o Borgoña, Champaña o Valle del Ring. En el ranking también aparecen vinos italianos, estadounidenses, australianos y españoles, como por ejemplo el Vega Sicilia Único en su añada de 2006.
Este desempeño relativamente estable del vino de calidad, con una controlada caída de solo el 1,1% durante la agitación de los mercados en marzo, se produce a pesar del impacto de los aranceles estadounidenses sobre el vino francés. También se produce a pesar de las restricciones en muchos países que han obligado al cierre de restaurantes, grandes compradores de vino, y han dificultado las catas y degustaciones, una parte clave del proceso de venta.
Según Liv-ex, el hecho de que sea un activo "tangible y de baja volatilidad", ha prendido entre los inversores. "La industria del vino mostró una resistencia notable a pesar de los vientos en contra. El mercado de los vinos finos siguió ofreciendo rentabilidades constantes y baja volatilidad, para ampliar, diversificar y crecer. Todos los índices Liv-Ex subieron y el valor del comercio tocó un máximo de diez años en noviembre. El mercado registró un número y un volumen récord de operaciones ", añaden.
"Lo más notable es que el vino no cayó materialmente durante la crisis del covid, y que el vino ha mostrado poca correlación con los activos financieros durante eventos disruptivos del mercado", asegura el jefe de inversión experto en el sector Matthew O'Connell al FT.
Un vistazo a Europa
Un vistazo a otros índices vinícolas y a otros vinos europeos confirman la tendencia. En el Bordeaux Index, se han abierto un 60% más de cuentas que en 2019. Otras partes del mercado también han sido especialmente prolíficas. Así, el índice Champagne 50 del Liv-ex subió un 8,3%. Del mismo modo, el vino italiano, medido por el índice Liv-ex's Italy 100, ha subido un 6,7%. En esta evolución han pesado la creciente demanda en Asia y en el caso de los italianos los aranceles estadounidenses sobre el vino francés.
De cara al 2021, Liv-ex sugiere en un cuestionario a The Drinks Business, que, si bien otros pueden descartar 2020 como el "año que no fue", esto no ha sido en absoluto así para el vino premium. "La solidez del mercado de los vinos de calidad y la evolución dentro del mismo sugieren lo contrario", zanjan.