
El furor que se ha desatado por el oro este año ha hecho que su precio se haya revalorizado más de un 30% durante estos meses, hasta llegar a superar la barrera psicológica de los 2.000 dólares el pasado 6 de agosto, situándose exactamente en los 2.051 dólares por onza. Esta subida ha estado justificada por el batacazo de las bolsas a mediados de marzo, cuando se produjo el covidcrash, y la búsqueda de refugio en la deuda, como los bonos norteamericanos, que se mantienen como unos de los activos más rentables, y el metal dorado.
Esto ha provocado una revalorización del oro que le ha llevado a tocar su precio más alto desde agosto de 2011, cuando llegó a los 1.888 dólares. Pero la subida que vienen protagonizando las bolsas en los últimos meses ha provocado que los inversores comiencen a deshacer posiciones en títulos de deuda y en el oro, que ya ha perdido un 3,4% desde los máximos alcanzados hace dos semanas, hasta situarse en los 1.980 dólares por onza.
A pesar de esta corrección, los futuros del metal dorado siguen oscilando en el entorno de los 2.000 dólares e incluso por encima para algunos meses del próximo año, lo que indica que no ha perdido su poder de atracción para actuar como refugio.