
Pensar en petroleras en el mes de abril parecía cosa de locos cuando el futuro del mes mayo del barril de crudo americano llegó a valer cero. Aquello significaba que tenías que poner dinero porque alguien almacenase el derecho de querer tener el petróleo en propiedad al estar los depósitos desbordados.
El barril europeo, el Brent, cotizaba por debajo de 20 dólares, y fue el momento en el que se tomó la decisión de meter en la cartera del fondo Tressis Cartera Eco30 a la francesa Total. Desde mediados de junio, el precio de Brent no ha perdido los 40 dólares y se mantiene en tendencia alcista.
La decisión de incorporar a Total tengo que reconocer que se cruzó con la de Repsol. Al fin y al cabo, lo que hoy es Repsol, como tantas cosas en España, tiene su origen en una buena idea traída de arriba de los Pirineos.
En 1927, el ministro de Hacienda del gobierno de la dictadura de Primo de Rivera, José Calvo Sotelo, fue el encargado de realizar la creación de Campsa, a imitación de Total, en un emprendimiento público/privado.
En una carta que envió al rey Alfonso XIII, le expuso las necesidades de la creación de la empresa petrolífera, diciendo: El petróleo es un factor industrial básico; es así mismo, elemento sustantivo para la defensa nacional .../... El petróleo en España está monopolizado de hecho por dos grandes trust industriales, la Standard Oil y la Shell, que desde 1925 se reparten amigablemente los beneficios. Entre los motivos de la caída de la dictadura de Primo de Rivera estuvieron las grandes petroleras americanas.
Tras el paseo por la historia, voy a tratar de justificar la elección de la gala por la española que, objetivamente, está mucho más barata. Dejando al margen el beneficio perdido de 2020, por Repsol se paga un PER 21 y 22 en torno a las 6 veces.
Si las previsiones de beneficio son correctas, lo normal es que Repsol recupere un 50% en un par de años. Total, sin embargo, cotiza a un multiplicador de beneficios descendente de 13 a 9 veces, entre 2021 y 2022.
Al inversor español le deslumbra de Repsol su estratosférico dividendo de un euro, un 13% de rentabilidad, que compensa con la correspondiente amortización de acciones en autocartera. Ahora bien, Repsol tendrá que confirmar próximamente su política de dividendos con cargo a la resilencia de 2020, se supone que junto al Plan Estratégico 2021-25, en noviembre, cimentado en lograr emisiones netas cero en 2050.
En Total, la visibilidad del dividendo es mayor, 3 euros anuales que suponen un 8% de rentabilidad. Logra márgenes más elevados que la española. En años de fuertes depreciaciones, el margen ebit de Total evolucionará del 4% (2020), al 7% (2021) y 9% (2021) frente al 3%, 6% y 7% de Repsol. Sin el impacto de la deuda y las amortizaciones, el margen ebitda de Total será del 13% (2020), 15% (2021) y 18% (2021) frente al 12%, 13,5% y 14,5% de Repsol.
*Joaquín Gómez es el director de Mercados y Productos de Inversión en 'elEconomista'.