
El apoyo de los grandes bancos centrales a ambos lados del Atlántico, con sus compras masivas de deuda, se deja notar en las ganancias que, por precio, se embolsan los inversores en renta fija: en 2020 la media global suma ya un 5,9%, y desde los mínimos del crash del Covid-19 del pasado marzo, más de un 10%.
Así lo muestra el índice Global Aggregate de Bloomberg, cuyo precio se sitúa en altos de todos los tiempos tras superar el máximo que alcanzó con el estallido de la pandemia. Este indicador es representativo de una cesta de deuda global con grado de inversión, tanto pública como privada, que incluye bonos de emisores tanto de países desarrollados como emergentes.
Dentro de la renta fija global, destacan los bonos del Tesoro estadounidense, con los que el inversor se embolsa un 9,7%. La deuda de Estados Unidos a 10 años ha ahondado en los últimos días por debajo del 0,6% de rentabilidad, y mira ya hacia sus mínimos históricos del pasado marzo (en el 0,54%). Su homólogo europeo, o lo más parecido a él, es el Bund alemán, que ofrece un rendimiento del -0,5%.
También consigue un retorno atractivo la deuda corporativa: el índice Bloomberg Corporate, que recoge emisiones de compañías, sube un 8,1% este año.
Rentabilidad a la baja
La rentabilidad que ofrece una cesta de deuda global a vencimiento (rentabilidad que en renta fija se comporta de forma inversa al precio, es decir, que cae si el precio sube), por su parte, ha ido descendiendo en los últimos meses, hasta llegar al 0,85% actual.
Ese rendimiento es el que obtendrá quien tenga el bono en cartera hasta su vencimiento (que no es lo habitual), y es de los más bajos, si nos fijamos en los principales índices de renta fija que recoge Bloomberg. Las rentabilidades más abultadas hay que buscarlas en categorías más arriesgadas dentro de este tipo de activo, como el de high yield (bono basura) global: una cesta de este tipo de deuda ofrece un 6,1% a vencimiento. Por su parte, una de bonos emergentes en dólares da un 4,3%.