
Siempre que se dan ascensos o descensos abruptos en las bolsas, estos tienden a sorprender a la mayoría del mercado, tanto a inversores como a analistas. Estos últimos utilizan una estimación para fijar la previsión que tienen de cara al futuro de cada compañía a través del llamado precio objetivo, que no es más que el precio al que creen que estará la acción de un determinado valor en los próximos 12 meses, es decir, el precio que creen que realmente vale ese título. En periodos de incertidumbre como el actual también aumenta la extensión de este rango de precios entre los más pesimistas y los más optimistas, por lo que la media de la misma cobra, si cabe, más relevancia. Ahora, son mayoría los bancos de inversión que están elevando sus valoraciones sobre las empresas del S&P 500.
A los analistas también les ha pillado a contrapié esta crisis económica y bursátil propiciada por el Covid-19 y, prueba de ello es que en los meses anteriores a que se desatara el pánico (24 de febrero) y hasta el 26 de ese mismo mes, dentro del S&P 500 había un mayor número de alzas de precios objetivos que de rebajas.
Este escenario se invirtió completamente durante las siguientes semanas, en las que los analistas se apresuraron a ajustar sus previsiones hasta el punto que el 24 de marzo se deterioraron hasta 350 firmas de las 500 que cotizan en el índice más representativo de Wall Street. A su vez, apenas 25 compañías recibieron un incremento de sus precios objetivos por parte del consenso de analistas que recoge Bloomberg.
Desde ese momento, progresivamente las alzas volvieron a repuntar mientras que las rebajas decrecían hasta que las subidas han vuelto a rebasar a las bajadas de precios objetivos, situando la relación hasta el lunes en 76 alzas por 53 recortes de estimación.
Y todo esto a la vez que las empresas están mostrando al mercados sus resultados del primer trimestre del ejercicio. "Teniendo en cuenta la magnitud de la perturbación provocada por el virus en los beneficios [van camino de un descenso interanual del 14%] no está siendo tan desastrosa como se temía pero la alta volatilidad y volúmenes negociados han puesto de manifiesto lo complicado que les ha resultado a los inversores identificar precios razonables de compra, algo que desde las propias empresas tampoco han favorecido al no aportar apenas previsiones futuras", explican los expertos de Lyxor.