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Un 75% de expertos cree que el shock de oferta por el coronavirus pasará a ser de demanda

  • La mayoría de ellos confía en una recuperación rápida
De una crisis de oferta a una más grave de demanda.
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El gran riesgo de la propagación del coronavirus es si su impacto en la economía global será transitorio, lastrando el crecimiento solo del primer trimestre y quizá del segundo, o si marcará un punto de inflexión; tal vez, incluso, si será el inicio de una recesión en distintas regiones del mundo. Para que ocurra lo primero, y que tras la contención venga una recuperación rápida, el shock debería quedarse en la oferta, en la producción. Debería limitarse a los efectos directos de una amenaza de pandemia: un frenazo de la producción derivado de los cierres de fábricas y problemas de stock por las restricciones en el transporte. La probabilidad de recesión aumenta si el shock se traslada a la demanda, si los consumidores comienzan a aplazar sus decisiones de compra y a postergar sus inversiones y sus necesidades de crédito por la incertidumbre.

El 75% de los expertos encuestados por elEconomista considera que ocurrirá este último escenario, que el shock de oferta pasará a ser de demanda, aunque entre las distintas opiniones -han sido preguntados en total cerca de 20 economistas, gestores y analistas- las dimensiones de las consecuencias son dispares. Tomando como horquilla válida el informe del Banco Mundial sobre el impacto desde una pandemia hasta una gripe moderada, este 2020, se reduciría el crecimiento desde 4,8 puntos porcentuales a 0,7 enteros, respectivamente. En los escenarios más extremos, lo que se adelanta es una crisis, quizá similar a la de 2008. En los más suaves, una simple desaceleración.

"La buena noticia es que, a diferencia de lo que ocurre con los desastres naturales como las inundaciones y los terremotos, la capacidad de producción debería rebotar en cuanto se recupere la normalidad: las fábricas y las oficinas no han sufrido daños y la inmensa mayoría de las personas que enferman se recuperan", explica Anna Stupnytska, responsable del área de macroeconomía global de Fidelity, quien advierte que "la otra cara es que esta situación podría provocar que los gobiernos esperasen acontecimientos hasta ver cómo evoluciona el virus antes de abrir el grifo del gasto público".

Chia-Liang Lian (Resp. deuda EM en Western Asset): "En un mundo dominado por las redes sociales, el efecto manada podría acentuar el coste psicológico"

Las esperanzas del mercado en la intervención de las autoridades monetarias y fiscales son elevadas. Es evidente ante la expectativa de otra bajada de los tipos de interés oficiales en EEUU este mismo mes, tras la actuación sorpresa de la Reserva Federal (Fed) el pasado 3 de marzo –el primer recorte fuera de una reunión programada desde 2008–. El objetivo es calmar los ánimos mejorando las condiciones de financiación de empresas y familias para compensar la caída de los ingresos, pero sobre todo promover una reacción coordinada que evite que el frenazo de la oferta se traslade a la demanda. "La respuesta monetaria y fiscal no evitará el shock de la demanda en el primer semestre, pero puede ayudar a minimizar los efectos permanentes y asegurarse de que los problemas de liquidez de las empresas no se convierten en problemas de solvencia", inciden en BofA.

La duración es clave

Sara Herrando, subdirectora de análisis de Norbolsa, quien considera que el shock de oferta sí se convertirá en uno de demanda, matiza que no será muy duradero, "por los niveles de paro actuales", y, además, lo achaca más a la desconfianza que a la disminución de renta disponible. Aunque en su caso limita el parón a la oferta, Miguel Angel Villoslada, gestor de MoraWeatlh, sigue la misma línea y afirma que "el nivel de inventarios puede ayudar a contener temporalmente las disrupciones en las cadenas de producción fuera de China", mientras que añade que "la fortaleza global del mercado laboral y la confianza del consumidor evitarán una caída del consumo y de la inversión".

Rosa Duce (Economista jefe de Deutsche Bank): "Vemos una economía mundial en recesión en el primer semestre, para luego rebotar en el segundo"

En el mismo bando está Victoria Torre, responsable de análisis y selección de fondos de Singular Bank, quien observa que "en China los contagios se están reduciendo y si en el resto de países siguen el mismo patrón y empiezan a decaer tras su punto álgido, podría acotarse el impacto al primer trimestre y veríamos una recuperación en los siguientes". "La demanda puede recuperarse rápidamente, pero la oferta podría ser más problemática", opina Ritu Vohora, directora de inversiones del área de renta variable de M&G.

Ignacio Perea (Director de inversiones de Tressis): "Se puede generar desabastecimiento por la interrupción de la actividad y subidas de precios en los inventarios"

"En un mundo tan conectado, y dependiendo del punto de vista, podemos tener los dos shocks ya", reflexiona Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis, quien aclara que "si pensamos en China como el gran productor de bienes mundial, tenemos shock de oferta; no obstante, muchos de esos productos son un bien intermedio para, por ejemplo, empresas de la eurozona, que tienen que ralentizar, a su vez, su propia producción de bienes, por lo tanto, en este caso, tendríamos también un shock de demanda".

Sara Herrando (Sub. dir. análisis de Norbolsa): "Esperamos que el shock de demanda no sea muy duradero por los niveles de paro actuales"

Hay más expertos que asumen ya problemas en la oferta y en la demanda. "Consideramos que, en algunos puntos, es ya un shock de demanda ahora mismo: resulta evidente, por ejemplo, en todo lo relacionado con el desplazamiento de personas entre diversos puntos del Globo", comenta David Macià, director de inversiones de Crèdit Andorrà AM. "El virus ya ha pasado de ser un shock de oferta de China a ser una amenaza para la demanda mundial", insiste Paul O'Connor, director de multiactivos de Janus Henderson.

"Aerolíneas, agencias de viajes, hoteles, restaurantes y demás actividades relacionadas con el ocio presencial o congresos, ferias sectoriales y encuentros de negocios deberían quedar seriamente afectadas en el corto plazo", continúa el analista, quien incide en que para que "dicho shock se haga extensivo a otras áreas de la economía habrá que medir la duración y amplitud del episodio de propagación del virus en el que estamos inmersos".

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Los análisis más extremos son los más temibles y los que desatan el pánico en el mercado. "Nuestro escenario base es que será un shock de oferta temporal, del que China conseguiría salir a mediados/finales del segundo trimestre, mientras que el resto del mundo lo haría ya en la segunda mitad del año: la recesión sería por tanto temporal", contempla Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank, quien, por el contrario, afirma que "si la enfermedad persiste más allá de primavera, el impacto económico será mucho mayor, pues efectivamente veremos una caída importante de la demanda, más permanente".

"En última instancia tiene un impacto muy importante a nivel global, que puede generar, por una parte, desabastecimiento derivado de la interrupción de la actividad y, por otra, subidas de los precios en los inventarios existentes", añade Ignacio Perea. "Lo que nos dice la historia es que estas crisis sanitaria tienen un efecto temporal, no permanente, sobre la actividad económica", tranquiliza Rosa Duce.

Miguel Ángel Villoslada (Dir. gestión de MoraWeatlh): "Los inventarios pueden ayudar a contener las disrupciones en las cadenas de producción"

"El escenario manejado por muchos expertos de una recuperación en forma de V, similar al episodio del síndrome respiratorio agudo severo (Sars) de 2003, se queda corto en al menos dos vertientes: primero, porque el peso de China en la economía mucho mayor hoy que antes de la adhesión de China a la OMC a finales de 2001; segundo, porque en un mundo dominado por las redes sociales, el efecto manada podría acentuar el coste psicológico más allá de lo razonable", Chia-Liang Lian, gestor y responsable de deuda emergente en Western Asset, filial de Legg Mason. "La evolución de la economía depende en gran parte de aspectos psicológicos: los empresarios pueden dejar de contratar e invertir si pierden visibilidad sobre el devenir de la economía y los consumidores pueden alterar sus patrones de gasto si temen por sus puestos de trabajo", coincide David Macià. "La actitud de unos y otros, en definitiva, puede precipitar una contracción económica mayor que la que debiera ser de otro modo", concluye.

Recesión en la eurozona

Ángel Talavera, economista jefe de Oxford Economics, alerta de que una de las principales "implicaciones del coronavirus es que el sector servicios, que es el que ha estado sosteniendo la economía europea desde 2018, se vería enormemente afectado, con lo que posiblemente veríamos una recesión". Juan Ignacio Crespo, asesor del fondo Multiciclos Global de Renta 4, confía en que los índices PMI de marzo –indicadores basados en encuestas y datos de actividad–, adelantarán la contracción de la economía de la eurozona, que en casos como el de Italia o Alemania ya venía mostrando debilidad.

"El problema es que la economía, especialmente en Europa, no gozaba del vigor suficiente para resistir bien envites como el actual, si se prolongan más de la cuenta, y esto se combina con que los bancos centrales, que suelen intervenir para procurar mitigar impactos adversos, como ya ha hizo la Fed esta semana, tienen poco margen de maniobra desde los niveles de los tipos de interés tan bajos desde los que partimos; por lo tanto, si fuera necesario reactivar la economía, la respuesta debería ser fiscal", finaliza David Macià.

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