
El petróleo volvió a acaparar el miércoles el foco de atención de los inversores, tras el ataque de Irán a la base iraquí que alberga soldados estadounidenses. El barril de crudo Brent, de referencia en Europa, llegó a subir en el arranque de la sesión más de un 5%, superando los 71,7 dólares, un nivel que no tocaba desde el pasado 14 de septiembre. Con el paso de las horas el barril fue desinflándose, hasta caer, al cierre de la bolsa europea, casi un 4% en el parqué.
Aunque el mercado teme que el conflicto armado entre Estados Unidos e Irán pueda terminar generando una disrupción importante en el suministro de petróleo en la región, donde se produce la mayor parte del crudo que consume el mundo, y esto está generando volatilidad, de momento el Estrecho de Ormuz, la zona estratégica de paso de petróleo, no está sufriendo bloqueo.
A medida que pasaban las horas, el temor inicial fue disipándose y tras la subida inicial el petróleo moderó los avances, hasta terminar con pérdidas diarias: al cierre de la bolsa europea caía un 3,8%, hasta los 65,6 dólares. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tranquilizó a los inversores durante el día, y Trump acabó apaciguando definitivamente a los alcistas con su discurso. Algunos miembros del cártel, como el ministro de Energía de Emiratos Árabes Unidos, y el secretario general de la OPEP, aseguraron que la Organización está preparada para reaccionar a algo que no creen que vaya a suceder.
"No prevemos que se vaya a producir un recorte en la oferta, a menos que veamos una escalada catastófrica, algo que no consideramos probable", destacó el ministro emiratí, según Bloomberg. Mohamed Barkindo, secretario general de la OPEP, indicó que "seguimos estando confiados en que nuestros líderes van a hacer todo lo posible para mantener la normalidad, y enfrentarse a la situación antes de que esté fuera de control", explicó.
También hay que destacar, entre las causas que explican la caída que acabó sufriendo el crudo, el aumento inesperado en los inventarios en EEUU, de 1,1 millones de barriles la semana pasada, cuando se esperaba una caída de 3,1 millones.
Nadie parece querer guerra
Aunque las tensiones han alcanzado un nuevo punto álgido tras el ataque iraní a las bases militares, los expertos creen que la guerra a gran escala y una grave disrupción de la oferta de petróleo por el cierre del Estrecho de Ormuz no es el escenario más probable. "Por ahora no parece muy probable que se llegue a un escenario bélico preocupante, más allá de ataques puntuales de unos y otros. Aunque Irán ha prometido que habrá una venganza severa, es de esperar que los ataques sean muy calibrados, como este último, ya que tampoco desea una escalada bélica del conflicto", explica Juan Carlos Higueras, analista económico y profesor de EAE Business School. Parece que el bombardeo iraní es suficiente como para que el país chií pueda presumir de haber tomado medidas, pero no tanto como para obligar a Estados Unidos a contraatacar con gravedad. "Su reacción parece más un ataque para salvar la honra que otra cosa", explica el experto.
Las declaraciones del ministro de Exteriores de Irán, Mohamed Javad Zarif, publicadas en Twitter tras el ataque, parecen confirmar esta opinión, al explicar el dirigente iraní que el país había llevado a cabo "medidas proporcionadas en defensa propia", pero que no está buscando "una escalada bélica".
Espacio para producir más
El mercado dio crédito a la disposición de la OPEP a reaccionar, si es necesario. Hay que recordar que el cártel tiene la producción limitada para intentar aumentar los precios, algo que podría cambiar si por cualquier razón consideran que éstos están demasiado altos. Si el Estrecho de Ormuz, por el que pasa el 20% del suministro mundial, terminase cerrándose, los miembros del cártel podrían abrir de nuevo el grifo. Sólo Arabia Saudí tiene capacidad para recuperar 1,7 millones de barriles diarios, según los datos de Bloomberg.