
Durante los últimos años, una de las cuestiones que más debate han generado entre los expertos que evalúan las decisiones de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) ha sido el límite que tendrían los tipos de interés negativos en la zona euro. El organismo, con Mario Draghi al frente, ha llevado los tipos de interés de referencia hasta el 0% y la facilidad de depósito (el precio que se les cobra a los bancos por dejar su dinero en el BCE) en el -0,5%, mínimos nunca vistos en ambos casos.
Las consecuencias negativas de establecer unos tipos tan bajos para intentar impulsar la concesión de crédito y no encarecer el coste de financiación de los países europeos, muy endeudados en algunos casos, las ha sufrido, además de los ahorradores, la banca y las aseguradoras, negocios financieros cuyos márgenes de beneficio están muy ligados a estos tipos de interés.
El BCE no ha parado de repetir durante los últimos años, a pesar de los avisos del sector financiero y de algunos miembros del propio organismo, como el alemán Jens Weidmann, que los beneficios de los tipos bajos en este momento superaban con creces al impacto negativo que estaba sufriendo la banca. Sin embargo, parece que con la llegada de Christine Lagarde a la presidencia del BCE el organismo ha asumido que no puede bajar más el precio del dinero: los expertos encuestados por Bloomberg entre el 29 de noviembre y el 5 de diciembre han pasado de pronosticar una nueva bajada en la facilidad de depósito en junio de 2020, a prever que el BCE no tocará los tipos hasta el primer trimestre de 2022, y que el ajuste que hará entonces será una subida.
Se acabaron los recortes
Muchos expertos han avisado durante los últimos años cómo los tipos de interés no podrían bajarse mucho más, entre otras cosas, porque, ante la posibilidad de que se agotase el ciclo de crecimiento económico, el BCE debía guardarse algo de munición para poder actuar entonces. A partir de ahora, parece que si el BCE quiere hacer más acomodaticia su política, ya no tendrá esta herramienta disponible, y tendrá que usar otros mecanismos.
"El organismo está avisando a los políticos que la política de tipos de interés ha alcanzado sus límites, pero que apoyará sus políticas fiscales con las compras de deuda durante el tiempo que sea necesario", señalan desde Pimco, quienes consideran que, a partir de ahora, "teniendo en cuenta lo cerca que está el tipo mínimo efectivo [el tipo más bajo a partir del cual el impacto en la economía empieza a ser perjudicial], esperamos que el BCE se va a centrar en su discurso, en las subastas de liquidez a la banca y en el programa de compras de deuda", como las herramientas a las que echará mano, y esperan que "el BCE se quedará en pausa el jueves y, a menos que se produzca un Apocalipsis zombie o un milagro inflacionista, no se esperan grandes cambios durante todo el 2020".
En el arranque del mandato de Lagarde como presidenta del BCE parece que las críticas a los tipos negativos se han multiplicado. Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, señaló la semana pasada que "no descarta" que la política de tipos negativos termine dañando el mecanismo de transmisión de la política monetaria del BCE, e incluso el gobernador del Banco de Italia, Ignazio Visco, que ha sido un defensor de esta política en los últimos años, destacó en una entrevista que "cuanto más tiempo continúen o vayan más abajo, aumenta la probabilidad de que se produzcan efectos secundarios negativos". Según se explica desde Bloomberg, citando fuentes del BCE que quieren mantenerse en el anonimato, hay miembros del organismo que se están viendo cada vez más presionados por distintos ministros de economía de países de la eurozona para acabar con los tipos negativos.
La revisión estratégica
Lagarde ha llegado al BCE con ideas y ánimo de dar una capa de pintura a todo lo que la necesite. En la primera comparecencia de la francesa ante el Parlamento Europeo como presidenta del organismo anunció que el BCE prepara una revisión de toda su estrategia que empezaría "pronto". Según los expertos encuestados por Bloomberg el banco central anunciará los cambios en la reunión del próximo mes de enero. La mayor parte de encuestados cree que el BCE adoptará un objetivo de inflación "flexible" (algo a lo que ya abrió la puerta Draghi en el final de su mandato).
Por otro lado, un cuarto de los encuestados espera que el BCE acuerde llevar a cabo un aumento de transparencia en el proceso por el que toman decisiones, publicando los resultados de las votaciones que tienen lugar en el seno de la entidad y aclarando qué votó cada miembro del Consejo de Gobierno el organismo.
El balance del organismo toca un nuevo récord en 4,709 billones
El último paquete de estímulos que implementó Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE) incluía recuperar el programa de compras de deuda, conocido como 'QE', a partir del mes de noviembre. Aunque las compras son muy inferiores a lo que fueron en el pasado (20.000 millones al mes actualmente, frente a una horquilla de entre 30.000 y 80.000 millones mensuales en la que se movió en los últimos años), el balance del BCE ya ha empezado a notar el regreso del 'QE': desde los mínimos que alcanzó el balance en noviembre, en 3,676 billones de euros, ha crecido en 33.000 millones, marcando nuevos máximos nunca vistos el pasado 6 de diciembre, en los 4,709 billones de euros. Hay que tener en cuenta que, si bien el BCE dejó de comprar deuda entre enero y noviembre de este año, el balance se ha mantenido sin grandes cambios al seguir la institución reinvirtiendo el dinero que consigue con los bonos que, estando dentro de su balance, van llegando a vencimiento.